Se hizo mundialmente famosa de la mano del Orlando (1992) de Sally Potter y Virgina Woolf. Una novela impresionante, espléndidamente llevada al cine e interpretada con el mayor de los aciertos por Tilda Swinton, quien —además de cargar sobre sus hombros casi la película entera, al ser protagonista absoluta además de ayudar en su creación y financiamiento— demostraba claramente que es una de las actrices más importantes e imponentes que existen en el cine contemporáneo al interpretar a un noble que vive 400 años trocando de hombre en mujer.
Tilda Swinton nació en Londres a finales de 1960, de larga y aristocrática ascendencia escocesa y australiana. Se educó en los mejores internados ingleses, tras terminar su carrera en Ciencias Sociales y Literatura en Cambridge y ser voluntaria en colegios africanos, empezó su carrera actoral de la mano de Derek Jarman. Este extraordinario y polémico artista del cine experimental encontró en ella la figura perfecta para los papeles andróginos que tanto le gustaba a él crear y a ella interpretar. Desde su primera colaboración en la pictórica Caravaggio (1986) trabajaron juntos hasta la muerte de Jarman en 1994, en obras tan relevantes como The Last of England (1987), The Garden (1990) o Wittgenstein (1993).
Su carrera incluye otros títulos de carácter experimental, como Remembrance of Things Fast: True Stories Visual Lies (1994) , cintas de arte y ensayo como El hombre de Londres (A londoni férfi) (2007) , Thumbsucker (2005) o Love Is the Devil: Study for a Portrait of Francis Bacon (1998) , así como participaciones en películas comerciales del tenor de The Curious Case of Benjamin Button (2008) o Vanilla Sky (2001), e incluso blockbusters como la saga de Las crónicas de Narnia o Doctor Strange (2016) en los que acepta roles bastante complejos.
Ha trabajado para directores contemporáneos de primer orden, como Jim Jarmusch, Spike Jonze, Luca Guadagnino, Bela Tarr, los hermanos Coen y Wes Anderson, lo que muestra su gran criterio en la elección de filmes. También se destaca por valorar el trabajo de las mujeres directoras: además del Orlando de Sally Potter, ha actuado en películas de Lynn Hershman-Leeson, Susan Streitfeld, Hilary Brougher y Lynne Ramsay.
En coherencia, no se encasilla en ningún tipo de rol, si bien se caracteriza por dar vida a personajes complejos y profundos, muchas veces ambiguos, en papeles tan memorables como la vampira de Only Lovers Left Alive (2013) , la madre atormentada de We need to talk about Kevin (2011) o la Bruja Blanca de Narnia. Su interpretación de la dura ejecutiva Karen Crowder en la cinta Michael Clayton (2007) le valió la estatuilla del Óscar a Mejor Actriz de Reparto en 2008, que se suma a sus más de cinco docenas de premios recibidos en diversos festivales, círculos de críticos y de actores.
Gracias a su androginia y su altura (mide casi 1’80 m) ha interpretado roles masculinos (o travestidos) como el de Man to Man (1992), o Constantine (2005), aunque también ha demostrado la capacidad de expresar toda la feminidad posible en papeles como el de Julia (2008) o Io sono l’amore (2009), en los que fluctúa entre la mayor sobriedad y la voluptuosidad absoluta. En cualquier caso, sus interpretaciones son memorables y su figura tan cercana a la de David Bowie, que también ha sido parte de la moda y el arte conceptual, inolvidable.
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TILDA SWINTON, ACTRIZ GÉLIDA Y EXCÉNTRICA
Se hizo mundialmente famosa de la mano del Orlando (1992) de Sally Potter y Virgina Woolf. Una novela impresionante, espléndidamente llevada al cine e interpretada con el mayor de los aciertos por Tilda Swinton, quien —además de cargar sobre sus hombros casi la película entera, al ser protagonista absoluta además de ayudar en su creación y financiamiento— demostraba claramente que es una de las actrices más importantes e imponentes que existen en el cine contemporáneo al interpretar a un noble que vive 400 años trocando de hombre en mujer.
Tilda Swinton nació en Londres a finales de 1960, de larga y aristocrática ascendencia escocesa y australiana. Se educó en los mejores internados ingleses, tras terminar su carrera en Ciencias Sociales y Literatura en Cambridge y ser voluntaria en colegios africanos, empezó su carrera actoral de la mano de Derek Jarman. Este extraordinario y polémico artista del cine experimental encontró en ella la figura perfecta para los papeles andróginos que tanto le gustaba a él crear y a ella interpretar. Desde su primera colaboración en la pictórica Caravaggio (1986) trabajaron juntos hasta la muerte de Jarman en 1994, en obras tan relevantes como The Last of England (1987), The Garden (1990) o Wittgenstein (1993).
Su carrera incluye otros títulos de carácter experimental, como Remembrance of Things Fast: True Stories Visual Lies (1994) , cintas de arte y ensayo como El hombre de Londres (A londoni férfi) (2007) , Thumbsucker (2005) o Love Is the Devil: Study for a Portrait of Francis Bacon (1998) , así como participaciones en películas comerciales del tenor de The Curious Case of Benjamin Button (2008) o Vanilla Sky (2001), e incluso blockbusters como la saga de Las crónicas de Narnia o Doctor Strange (2016) en los que acepta roles bastante complejos.
Ha trabajado para directores contemporáneos de primer orden, como Jim Jarmusch, Spike Jonze, Luca Guadagnino, Bela Tarr, los hermanos Coen y Wes Anderson, lo que muestra su gran criterio en la elección de filmes. También se destaca por valorar el trabajo de las mujeres directoras: además del Orlando de Sally Potter, ha actuado en películas de Lynn Hershman-Leeson, Susan Streitfeld, Hilary Brougher y Lynne Ramsay.
En coherencia, no se encasilla en ningún tipo de rol, si bien se caracteriza por dar vida a personajes complejos y profundos, muchas veces ambiguos, en papeles tan memorables como la vampira de Only Lovers Left Alive (2013) , la madre atormentada de We need to talk about Kevin (2011) o la Bruja Blanca de Narnia. Su interpretación de la dura ejecutiva Karen Crowder en la cinta Michael Clayton (2007) le valió la estatuilla del Óscar a Mejor Actriz de Reparto en 2008, que se suma a sus más de cinco docenas de premios recibidos en diversos festivales, círculos de críticos y de actores.
Gracias a su androginia y su altura (mide casi 1’80 m) ha interpretado roles masculinos (o travestidos) como el de Man to Man (1992), o Constantine (2005), aunque también ha demostrado la capacidad de expresar toda la feminidad posible en papeles como el de Julia (2008) o Io sono l’amore (2009), en los que fluctúa entre la mayor sobriedad y la voluptuosidad absoluta. En cualquier caso, sus interpretaciones son memorables y su figura tan cercana a la de David Bowie, que también ha sido parte de la moda y el arte conceptual, inolvidable.
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