Este año, la Muestra Internacional Documental de Bogotá, MIDBO, ha ofrecido un Taller de Escritura sobre Documentales, liderado por Pedro Adrián Zuluaga y Valentina Giraldo. Aquí estaremos publicando los textos que se crean, estudian, arman y estructuran en el taller. Toda la información sobre la MIDBO la encuentran acá: https://midbo.co/
I. Bajo el silencio y la tierra es una película-mosaico: un conjunto de fragmentos heterogéneos que logra ser una totalidad cohesiva. Paulatinamente el sentido de la tía Gisela emerge como una unidad, como el de una persona que se recuerda. Mas es una imagen llena de vacíos, de fisuras, de ‘qué habrá sido’. Es el doble movimiento del mosaico: una imagen global nace, no a pesar de su carácter fraccionario y sus vetas, sino junto a estos.
Las fotos, las anécdotas, las cartas, las voces. El esfuerzo de recordar y buscar a la tía Gisela hace comulgar los más diversos materiales para traer su presencia. La memoria se construye con un movimiento análogo al del mosaico: las teselas emergen entre las vetas, los recuerdos entre el olvido.
El retrato de la tía Gisela se presenta como una unidad fragmentaria cuya expresión no viene de la absoluta libertad del artista sino de la necesidad que impone la realidad de la desaparición forzada como una práctica sistemática. A Gisela la desaparecieron y su imagen ya no está marcada solamente por los olvidos cotidianos, sino por los grandes surcos que traza la violencia. A la tía Gisela la desaparecieron y sólo se puede pensar en ella por pedazos.
II. Emprender el viaje. Volver a donde nunca se ha ido para buscar los restos de Martha Gisela en los húmedos parajes del Chocó, donde su cuerpo fue desaparecido luego de una emboscada del ejército a un comando guerrillero en abril de 1981. La imagen de alguien que busca el cuerpo de quien ha desaparecido vuelve una y otra vez en las narraciones colombianas, desde el viejo Clemente Silva en La Vorágine hasta obras recientes como Tantas Almas,de Nicolás Rincón Gille,o la novela Celebraciones,de Leonardo Gil Gómez.
Pero buscar a una persona desaparecida nunca es una empresa simplemente material. Gisela y quienes la acompañan no solo remueven la tierra, sino los silencios. Como una espesa niebla, el permanecer calladas entierra el sentido y la memoria de Martha Gisela. En paralelo nace la esperanza de sacar a la superficie los restos materiales y el sentido de quien ha sido.
Entre lo fracturado y la unidad, entre el recuerdo y el vacío, entre lo que desapareció y lo que se puede recuperar, la película danza en una tensión descarnada: en el proceso de encontrar el cuerpo de Martha Gisela y saber dónde pasó sus últimos días, el desconsuelo del no saber sobre sus restos materiales se convierte en un ejercicio de memoria donde el sentido de la persona emerge.
No existe nada muerto de manera absoluta: cada sentido tendrá su fiesta de resurrección.
— M. M. Bajtín
El cuerpo de Martha Gisela no habrá sido encontrado, pero el sentido de su persona habrá vuelto a la vida: su aspecto físico, sus valores, el lugar de su muerte, lo que ella quiere decir para las otras, lo que las otras querían decir para ella, lo que implica llamarse Gisela en el caso de la documentalista. Hacer memoria, aunque sea sobre el crudo trasfondo de lo irrescatable, es traer de nuevo al curso de la vida lo que una persona quiere y quiso decir. Es vivificar el pasado y el presente.
III. “La voz en off de Gisela Restrepo Triviño hila la colección de voces, fotografías y documentos en un movimiento narrativo unitario.” Una descripción semejante no le haría justicia a la labor de Restrepo Triviño. Afirmar que quienes realizan documentales coordinan voces enfrentadas y seleccionan fragmentos significativos es constatar una obviedad del quehacer del documentalista.
Sin embargo, en la película de Restrepo Triviño los mecanismos fundamentales del género documental se vuelven vitales. La desaparición de Martha Gisela necesita ser narrada, organizada, recordada. Porque la narración hace emerger el sentido, porque ella es el punto de encuentro donde convergen los rostros estoicos de la madre y el hermano, las cantilenas de los noticieros sobre el desconcertante rumbo del posacuerdo y los recuerdos de un enamorado en clases de esgrima.
Un ciclo se cierra en el terreno excavado donde los restos de Martha Gisela y sus compañeros de lucha pudieron haber yacido. Su existencia ha sido desenterrada en las voces y los cantos que no olvidan ni olvidarán. La memoria de Martha Gisela sostiene y anima la búsqueda de los demás desaparecidos, abre las vías para que sus relatos puedan ser hilados y sus retratos recompuestos.
Restrepo Triviño sólo puede lograr lo que logra desde el lugar de la documentalista: ella nos recuerda la necesidad incluso existencial de entretejer acontecimientos, de hilvanar fragmentos, de crear mosaicos, de darle una y muchas líneas narrativas a nuestros días.
Texto elaborado en el Taller de Escritura sobre Documentales de la 23 Muestra Internacional Documental de Bogotá-MIDBO, con la coordinación de Pedro Adrián Zuluaga y Valentina Giraldo Sánchez.
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LO IRRESCATABLE: LAS TESELAS DE LA MEMORIA
Este año, la Muestra Internacional Documental de Bogotá, MIDBO, ha ofrecido un Taller de Escritura sobre Documentales, liderado por Pedro Adrián Zuluaga y Valentina Giraldo. Aquí estaremos publicando los textos que se crean, estudian, arman y estructuran en el taller. Toda la información sobre la MIDBO la encuentran acá: https://midbo.co/
Lo irrescatable: las teselas de la memoria
Tres notas sobre Bajo el silencio y la tierra, de Gisela Reestrepo Triviño
I. Bajo el silencio y la tierra es una película-mosaico: un conjunto de fragmentos heterogéneos que logra ser una totalidad cohesiva. Paulatinamente el sentido de la tía Gisela emerge como una unidad, como el de una persona que se recuerda. Mas es una imagen llena de vacíos, de fisuras, de ‘qué habrá sido’. Es el doble movimiento del mosaico: una imagen global nace, no a pesar de su carácter fraccionario y sus vetas, sino junto a estos.
Las fotos, las anécdotas, las cartas, las voces. El esfuerzo de recordar y buscar a la tía Gisela hace comulgar los más diversos materiales para traer su presencia. La memoria se construye con un movimiento análogo al del mosaico: las teselas emergen entre las vetas, los recuerdos entre el olvido.
El retrato de la tía Gisela se presenta como una unidad fragmentaria cuya expresión no viene de la absoluta libertad del artista sino de la necesidad que impone la realidad de la desaparición forzada como una práctica sistemática. A Gisela la desaparecieron y su imagen ya no está marcada solamente por los olvidos cotidianos, sino por los grandes surcos que traza la violencia. A la tía Gisela la desaparecieron y sólo se puede pensar en ella por pedazos.
II. Emprender el viaje. Volver a donde nunca se ha ido para buscar los restos de Martha Gisela en los húmedos parajes del Chocó, donde su cuerpo fue desaparecido luego de una emboscada del ejército a un comando guerrillero en abril de 1981. La imagen de alguien que busca el cuerpo de quien ha desaparecido vuelve una y otra vez en las narraciones colombianas, desde el viejo Clemente Silva en La Vorágine hasta obras recientes como Tantas Almas, de Nicolás Rincón Gille, o la novela Celebraciones, de Leonardo Gil Gómez.
Pero buscar a una persona desaparecida nunca es una empresa simplemente material. Gisela y quienes la acompañan no solo remueven la tierra, sino los silencios. Como una espesa niebla, el permanecer calladas entierra el sentido y la memoria de Martha Gisela. En paralelo nace la esperanza de sacar a la superficie los restos materiales y el sentido de quien ha sido.
Entre lo fracturado y la unidad, entre el recuerdo y el vacío, entre lo que desapareció y lo que se puede recuperar, la película danza en una tensión descarnada: en el proceso de encontrar el cuerpo de Martha Gisela y saber dónde pasó sus últimos días, el desconsuelo del no saber sobre sus restos materiales se convierte en un ejercicio de memoria donde el sentido de la persona emerge.
No existe nada muerto de manera absoluta: cada sentido tendrá su fiesta de resurrección.
— M. M. Bajtín
El cuerpo de Martha Gisela no habrá sido encontrado, pero el sentido de su persona habrá vuelto a la vida: su aspecto físico, sus valores, el lugar de su muerte, lo que ella quiere decir para las otras, lo que las otras querían decir para ella, lo que implica llamarse Gisela en el caso de la documentalista. Hacer memoria, aunque sea sobre el crudo trasfondo de lo irrescatable, es traer de nuevo al curso de la vida lo que una persona quiere y quiso decir. Es vivificar el pasado y el presente.
III. “La voz en off de Gisela Restrepo Triviño hila la colección de voces, fotografías y documentos en un movimiento narrativo unitario.” Una descripción semejante no le haría justicia a la labor de Restrepo Triviño. Afirmar que quienes realizan documentales coordinan voces enfrentadas y seleccionan fragmentos significativos es constatar una obviedad del quehacer del documentalista.
Sin embargo, en la película de Restrepo Triviño los mecanismos fundamentales del género documental se vuelven vitales. La desaparición de Martha Gisela necesita ser narrada, organizada, recordada. Porque la narración hace emerger el sentido, porque ella es el punto de encuentro donde convergen los rostros estoicos de la madre y el hermano, las cantilenas de los noticieros sobre el desconcertante rumbo del posacuerdo y los recuerdos de un enamorado en clases de esgrima.
Un ciclo se cierra en el terreno excavado donde los restos de Martha Gisela y sus compañeros de lucha pudieron haber yacido. Su existencia ha sido desenterrada en las voces y los cantos que no olvidan ni olvidarán. La memoria de Martha Gisela sostiene y anima la búsqueda de los demás desaparecidos, abre las vías para que sus relatos puedan ser hilados y sus retratos recompuestos.
Restrepo Triviño sólo puede lograr lo que logra desde el lugar de la documentalista: ella nos recuerda la necesidad incluso existencial de entretejer acontecimientos, de hilvanar fragmentos, de crear mosaicos, de darle una y muchas líneas narrativas a nuestros días.
Texto elaborado en el Taller de Escritura sobre Documentales de la 23 Muestra Internacional Documental de Bogotá-MIDBO, con la coordinación de Pedro Adrián Zuluaga y Valentina Giraldo Sánchez.
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