Casi tres décadas después de la presentación de la película Do the right thing (1989) en Cannes, Spike Lee (Shelton Jackson Lee) regresó a la ciudad francesa con su nueva película BlacKkKlansman (2018). La trayectoria del director neoyorquino ha estado marcada por su constante denuncia de las confrontaciones raciales en la sociedad estadounidense contemporánea, y, a través de numerosas producciones, ha logrado presentar la complejidad de estas tensiones en sus múltiples dimensiones y direcciones. Cada una de sus películas ha sido capaz de contar microhistorias capaces de sintetizar los problemas en pocos personajes, y, al mismo, tiempo presentar el escenario macro que contextualiza los detalles de la historia que narra.
Nueva York ha sido su lugar de rodaje preferido, y Brooklyn el epicentro de sus locaciones y de sus narrativas, sin embargo, su cámara ha pasado por Chicago, Nueva Orleans y otros espacios donde la tensión social ha sido capturada para proyectarla más adelante en la gran pantalla. Cada una de las ‘Spike Lee Joints’ (como él se refiere a sus películas) es una pieza más que se suma al esfuerzo por exigir respeto a las comunidades menos favorecidas en una sociedad que hereda, después de siglos de esclavitud, la absurda y ridícula creencia de que la ausencia o presencia de pigmentos en la epidermis nos hace sustancialmente diferentes. Ha sido un grito y un llamado desesperado, pero cuidadoso, riguroso y magistralmente presentado por la dignidad humana.
Spike Lee cree que sus críticas a la sociedad pueden ser escuchadas para promover un cambio que permita alcanzar un equilibrio basado en el amor (love), pero también cree que es posible que termine en un espiral de odio (hate). De la misma forma que Radio Raheem en Do the Right thing usa en cada una de sus manos manoplas con esas palabras, Spike Lee decidió portar unas iguales para reforzar su mensaje este año en Cannes. El festival terminó y se nueva película BlacKkKlansman fue aplaudida desde el estreno hasta la entrega del palmarés, recibió excelentes críticas y nos dejó con ganas de verla tan pronto llegue a las salas de cine en el segundo semestre del año. Seguramente, como ya lo han dicho múltiples personas que la vieron, estará en el ramillete de las mejores en los próximos premios Oscar. Spike Lee aborda en su primer largometraje, She's Gotta Have It (1986), un tema que puede ser considerado el más arriesgado de sus películas. Nola Darling, interpretada por Tracy Camilla Johns, es una joven mujer que tiene una relación sentimental con tres hombres en paralelo. Es una historia de libertad e independencia femenina donde cada uno de los hombres que la pretenden como su única opción le ofrece algo distinto, y ella no está interesada en escoger a ninguno de ellos. Como muchos otros directores, Lee actúa en muchas de sus películas y en su primer largometraje lo hace como Mars Blackmon, uno de los tres pretendientes de Nola Darling.
Su actuación en la película que dirige, la fotografía en blanco y negro, el uso del jazz, y Brooklyn como escenario, recuerda varios elementos de las películas de Woody Allen. Sin embargo, Spike Lee ha mostrado malestar ante esta comparación. Aunque es una comparación que muchos han repetido durante años, Spike Lee dice que lo único que comparten es ser originarios de Brooklyn y abonados a los Knicks. Nola Darling reapareció con la adaptación para televisión que 40 Acres & A Mule Filmworks, la compañía de producción de Spike Lee, y Netflix hicieron de ese primer largometraje. En esta nueva versión de la historia, además del tema principal sobre la libertad femenina, ahora enfatiza en los procesos de ‘gentrificación’ (aburguesamiento) de la gran manzana derivados de los procesos de segregación social, racial y económica.
Es precisamente el conflicto entre diferentes grupos sociales lo que presenta en su legendaria película Do The Right Thing. Una cuadra del barrio neoyorquino Bedford-Stuyvesant, en un día intensamente caluroso, es el escenario adecuado para presentar algunas de las tensiones que se viven entre comunidades afroamericanas, italoamericanas, ‘blancas’, latinas y asiáticas. Samuel L. Jackson interpreta a Mister Señor Love Daddy, el locutor principal de la emisora ‘We love Radio’, encargado de la música que se transmite en el barrio y que dispone el cariz de todos los eventos. Mookie (interpretado por Spike Lee) es un joven que trabaja como domiciliario de una pizzería de italoamericanos que se enfrentan ante una compleja situación cuando Buggin Out (interpretado por Giancarlo Esposito, reconocido por su papel en Breaking Bad como Gus Fring dueño de la cadena “Los Pollos Hermanos”) se percata que en las paredes del restaurante, atiborradas de fotografías de personalidades gloriosas de la cultura italiana, no hay ningún afroamericano. No vano la película se titula “Haz lo correcto”.
Con esta exitosa película, Spike Lee marca un ascenso en su carrera, que se construirá alrededor de las implicaciones del conflicto racial, dejando aparecer elementos fundamentales que se repetirán a lo largo de toda su filmografía. Las paredes y los detalles son elementos que refuerzan el mensaje que se quiere entregar, Spike Lee entiende el “arte callejero” como un materialización de las dudas, miedos y certezas de las comunidades a las que filma. En una pared en Do the right thing aparece “Tawana Brawley told the truth” (Tawana Brawley dijo la verdad), que hace referencia a un caso controversial de la justicia estadounidense: Brawley, después de aparecer dentro de una basura y con su cuerpo lleno de consignas racistas, demandó a un par de funcionarios del gobierno por haberla violado, ella tenía 15. El juez, al final del proceso, dictaminó que las acusaciones eran falsas.
El éxito fue arrollador y desde 1990 realizó al menos una película por año durante toda la década. Primero vino Mo' Better Blues (1990), luego Jungle Fever (1991) y, posteriormente, Malcolm X (1992), que se convirtió en uno de sus más grandes y ambiciosos proyectos hasta el momento. Recrear la vida de un personaje tan importante para la historia afroamericana fue fundamental para su carrera como cineasta y para posicionarse como vocero de su comunidad. Luego, en Crooklyn (1994), su séptima película, muestra de manera sutil y con algunas referencias autobiográficas la vida en Brooklyn de la década de los setentas.
Más adelante, en Clockers (1995), que es como se les dice a los jíbaros, Spike Lee presenta las dificultades en que vive una comunidad en los denominados ‘projects’ (viviendas de interés social del gobierno) ante la presencia de tráfico de drogas en la comunidad. Una historia cruda con John Turturro y Harvey Keitel como policías tratando de investigar un homicidio cometido cerca al complejo residencial ‘Mandela Houses’ (Gowanus Houses en Brooklyn). El eje central de la película gravita alrededor de preguntas sobre las oportunidades, aspiraciones y sueños en las comunidades afroamericanas. Strike es un joven de alrededor 20 años, un claro ejemplo de la corrupción a la que puede ser sometida, desde muy temprano, las generaciones jóvenes. En la otra orilla, está Tyrone, que es la esperanza de una posibilidad mejor (o peor, depende donde se ponga la mirada) para esas comunidades. Nuevamente la dualidad de posibilidades está presente en el trabajo de Spike Lee.
He got game (1998) expone la vida de Jesus Shuttlesworth (interpretado por Ray Allen, ex basquetbolista profesional), un exitoso joven basquetbolista de Coney Island que tiene frente a él el dilema que supone la escogencia del futuro profesional. Spike Lee también aprovecha y hace una pequeña radiografía de las múltiples facetas que tiene el mundo del basquetbol universitario en Estados Unidos, que es un negocio de filo peligroso como el de cualquier otra corporación. La política aparece cuando el gobernador quiere influir en la decisión y deja salir a su padre Jake (Denzel Washington) de prisión para que lo persuada de su destino; los grandes negocios aparecen a través de los múltiples personajes que quieren ser sus representantes y las universidades usan estrategias non-sanctas para convencerlo de que su mejor opción está en sus campus. Un juego de quién es el mejor postor. Lee arremete contra todos. Spike Lee aprovecha también para dejar por sentado la injerencia de los medios de comunicación en las formas de comparar siempre a las comunidades. El momento en que Jesus Shuttlesworth le cuenta a su hijo la razón de su nombre: Se trata de un basquetbolista a quien apodaban Jesús en Filadelfia, pero cuando los ‘medios blancos’ lo conocieron lo denominaron “black Jesus”, porque un negro no puede ser Jesús, tiene que ser “black Jesus” es un fiel reflejo de esa postura. Además de una gran historia, la película va acompañada de una atractiva banda sonora diseñada y ejecutada por la banda Public Enemy, así como una excelente actuación de Mila Jovovich. Un film sobre la reconciliación, el perdón, el olvido y la capacidad de los seres humanos de reconvertir sus historias de vida. En palabras de moda se trata de resiliencia.
Spike Lee también ha dejado a veces la ficción para documentar momentos y personajes cruciales de la historia afroamericana. Con 4 little girls (1997)nos cuenta la terrible historia de la bomba que acabó con la vida de cuatro niñas durante el movimiento de los derechos civiles en EEUU. En el 2006 presenta When the Levees Broke: A Requiem in Four Acts, un poderoso documental de cuatro horas, una épica sobre la destrucción, el desgaste y la falta injerencia. Documentando los estragos del huracán Katrina en el sur de Estados Unidos y la vulnerabilidad de las comunidades más afectadas no solo por las inclemencias del clima, sino de las condiciones sociales, políticas y económicas de Estados Unidos, Lee escudriña a la perfección un declive de los ánimos y la impotencia de las gentes frente a los sistemas maniatados.
En el 2015 sorprendió con una película particular, justo cuando el número de muertos violentos en las calles de Chicago sobrepasó el número de muertos de soldados estadounidenses en el conflicto de Iraq. Chi-Raq (2015) es una adaptación del Lisístrata, de Aristófanes, donde las mujeres se niegan a tener sexo con los hombres hasta que no alcancen la paz. Dos pandillas en Chicago, los troyanos y los espartanos, se enfrentan todos los días en una batalla sin tregua, solo la muerte de una niña por una bala perdida cambiará la situación de conflicto en un barrio –reflejo de las tensiones de la ciudad–. La obra aparece, quizás, como un Lee menor porque su propio guión batalla con hacer creíble la obsolescencia con la que funcionan las gangs, las estructuras fundamentales del film. Sin embargo, sí es un complemento a su filmografía de retribuciones enormes para configurar el rastro de un director que ha usado su cine como una forma de rebeldía absoluta. Una obra que pretende construirse sobre la truncada y compleja realidad de las comunidades afroamericanas en Estados Unidos. Una trayectoria variada y llena de múltiples formas de aproximación a las realidades, dificultades y encrucijadas a las que se enfrentan un sin número de afroamericanos en sus cotidianidades. Su obra es un cuerpo cohesivo, con un discurso que plantea más preguntas que respuestas, pero deja claro que, en cualquiera de los escenarios, se trata de dos caminos, las dos caminos de la vida simple: amor u odio, una de dos.
Más resultados...
Más resultados...
AMOR VS. ODIO
Spike Lee y su búsqueda por la dignidad humana
Casi tres décadas después de la presentación de la película Do the right thing (1989) en Cannes, Spike Lee (Shelton Jackson Lee) regresó a la ciudad francesa con su nueva película BlacKkKlansman (2018). La trayectoria del director neoyorquino ha estado marcada por su constante denuncia de las confrontaciones raciales en la sociedad estadounidense contemporánea, y, a través de numerosas producciones, ha logrado presentar la complejidad de estas tensiones en sus múltiples dimensiones y direcciones. Cada una de sus películas ha sido capaz de contar microhistorias capaces de sintetizar los problemas en pocos personajes, y, al mismo, tiempo presentar el escenario macro que contextualiza los detalles de la historia que narra.
Nueva York ha sido su lugar de rodaje preferido, y Brooklyn el epicentro de sus locaciones y de sus narrativas, sin embargo, su cámara ha pasado por Chicago, Nueva Orleans y otros espacios donde la tensión social ha sido capturada para proyectarla más adelante en la gran pantalla. Cada una de las ‘Spike Lee Joints’ (como él se refiere a sus películas) es una pieza más que se suma al esfuerzo por exigir respeto a las comunidades menos favorecidas en una sociedad que hereda, después de siglos de esclavitud, la absurda y ridícula creencia de que la ausencia o presencia de pigmentos en la epidermis nos hace sustancialmente diferentes. Ha sido un grito y un llamado desesperado, pero cuidadoso, riguroso y magistralmente presentado por la dignidad humana.
Spike Lee cree que sus críticas a la sociedad pueden ser escuchadas para promover un cambio que permita alcanzar un equilibrio basado en el amor (love), pero también cree que es posible que termine en un espiral de odio (hate). De la misma forma que Radio Raheem en Do the Right thing usa en cada una de sus manos manoplas con esas palabras, Spike Lee decidió portar unas iguales para reforzar su mensaje este año en Cannes. El festival terminó y se nueva película BlacKkKlansman fue aplaudida desde el estreno hasta la entrega del palmarés, recibió excelentes críticas y nos dejó con ganas de verla tan pronto llegue a las salas de cine en el segundo semestre del año. Seguramente, como ya lo han dicho múltiples personas que la vieron, estará en el ramillete de las mejores en los próximos premios Oscar. Spike Lee aborda en su primer largometraje, She's Gotta Have It (1986), un tema que puede ser considerado el más arriesgado de sus películas. Nola Darling, interpretada por Tracy Camilla Johns, es una joven mujer que tiene una relación sentimental con tres hombres en paralelo. Es una historia de libertad e independencia femenina donde cada uno de los hombres que la pretenden como su única opción le ofrece algo distinto, y ella no está interesada en escoger a ninguno de ellos. Como muchos otros directores, Lee actúa en muchas de sus películas y en su primer largometraje lo hace como Mars Blackmon, uno de los tres pretendientes de Nola Darling.
Su actuación en la película que dirige, la fotografía en blanco y negro, el uso del jazz, y Brooklyn como escenario, recuerda varios elementos de las películas de Woody Allen. Sin embargo, Spike Lee ha mostrado malestar ante esta comparación. Aunque es una comparación que muchos han repetido durante años, Spike Lee dice que lo único que comparten es ser originarios de Brooklyn y abonados a los Knicks. Nola Darling reapareció con la adaptación para televisión que 40 Acres & A Mule Filmworks, la compañía de producción de Spike Lee, y Netflix hicieron de ese primer largometraje. En esta nueva versión de la historia, además del tema principal sobre la libertad femenina, ahora enfatiza en los procesos de ‘gentrificación’ (aburguesamiento) de la gran manzana derivados de los procesos de segregación social, racial y económica.
Es precisamente el conflicto entre diferentes grupos sociales lo que presenta en su legendaria película Do The Right Thing. Una cuadra del barrio neoyorquino Bedford-Stuyvesant, en un día intensamente caluroso, es el escenario adecuado para presentar algunas de las tensiones que se viven entre comunidades afroamericanas, italoamericanas, ‘blancas’, latinas y asiáticas. Samuel L. Jackson interpreta a Mister Señor Love Daddy, el locutor principal de la emisora ‘We love Radio’, encargado de la música que se transmite en el barrio y que dispone el cariz de todos los eventos. Mookie (interpretado por Spike Lee) es un joven que trabaja como domiciliario de una pizzería de italoamericanos que se enfrentan ante una compleja situación cuando Buggin Out (interpretado por Giancarlo Esposito, reconocido por su papel en Breaking Bad como Gus Fring dueño de la cadena “Los Pollos Hermanos”) se percata que en las paredes del restaurante, atiborradas de fotografías de personalidades gloriosas de la cultura italiana, no hay ningún afroamericano. No vano la película se titula “Haz lo correcto”.
Con esta exitosa película, Spike Lee marca un ascenso en su carrera, que se construirá alrededor de las implicaciones del conflicto racial, dejando aparecer elementos fundamentales que se repetirán a lo largo de toda su filmografía. Las paredes y los detalles son elementos que refuerzan el mensaje que se quiere entregar, Spike Lee entiende el “arte callejero” como un materialización de las dudas, miedos y certezas de las comunidades a las que filma. En una pared en Do the right thing aparece “Tawana Brawley told the truth” (Tawana Brawley dijo la verdad), que hace referencia a un caso controversial de la justicia estadounidense: Brawley, después de aparecer dentro de una basura y con su cuerpo lleno de consignas racistas, demandó a un par de funcionarios del gobierno por haberla violado, ella tenía 15. El juez, al final del proceso, dictaminó que las acusaciones eran falsas.
El éxito fue arrollador y desde 1990 realizó al menos una película por año durante toda la década. Primero vino Mo' Better Blues (1990), luego Jungle Fever (1991) y, posteriormente, Malcolm X (1992), que se convirtió en uno de sus más grandes y ambiciosos proyectos hasta el momento. Recrear la vida de un personaje tan importante para la historia afroamericana fue fundamental para su carrera como cineasta y para posicionarse como vocero de su comunidad. Luego, en Crooklyn (1994), su séptima película, muestra de manera sutil y con algunas referencias autobiográficas la vida en Brooklyn de la década de los setentas.
Más adelante, en Clockers (1995), que es como se les dice a los jíbaros, Spike Lee presenta las dificultades en que vive una comunidad en los denominados ‘projects’ (viviendas de interés social del gobierno) ante la presencia de tráfico de drogas en la comunidad. Una historia cruda con John Turturro y Harvey Keitel como policías tratando de investigar un homicidio cometido cerca al complejo residencial ‘Mandela Houses’ (Gowanus Houses en Brooklyn). El eje central de la película gravita alrededor de preguntas sobre las oportunidades, aspiraciones y sueños en las comunidades afroamericanas. Strike es un joven de alrededor 20 años, un claro ejemplo de la corrupción a la que puede ser sometida, desde muy temprano, las generaciones jóvenes. En la otra orilla, está Tyrone, que es la esperanza de una posibilidad mejor (o peor, depende donde se ponga la mirada) para esas comunidades. Nuevamente la dualidad de posibilidades está presente en el trabajo de Spike Lee.
He got game (1998) expone la vida de Jesus Shuttlesworth (interpretado por Ray Allen, ex basquetbolista profesional), un exitoso joven basquetbolista de Coney Island que tiene frente a él el dilema que supone la escogencia del futuro profesional. Spike Lee también aprovecha y hace una pequeña radiografía de las múltiples facetas que tiene el mundo del basquetbol universitario en Estados Unidos, que es un negocio de filo peligroso como el de cualquier otra corporación. La política aparece cuando el gobernador quiere influir en la decisión y deja salir a su padre Jake (Denzel Washington) de prisión para que lo persuada de su destino; los grandes negocios aparecen a través de los múltiples personajes que quieren ser sus representantes y las universidades usan estrategias non-sanctas para convencerlo de que su mejor opción está en sus campus. Un juego de quién es el mejor postor. Lee arremete contra todos. Spike Lee aprovecha también para dejar por sentado la injerencia de los medios de comunicación en las formas de comparar siempre a las comunidades. El momento en que Jesus Shuttlesworth le cuenta a su hijo la razón de su nombre: Se trata de un basquetbolista a quien apodaban Jesús en Filadelfia, pero cuando los ‘medios blancos’ lo conocieron lo denominaron “black Jesus”, porque un negro no puede ser Jesús, tiene que ser “black Jesus” es un fiel reflejo de esa postura. Además de una gran historia, la película va acompañada de una atractiva banda sonora diseñada y ejecutada por la banda Public Enemy, así como una excelente actuación de Mila Jovovich. Un film sobre la reconciliación, el perdón, el olvido y la capacidad de los seres humanos de reconvertir sus historias de vida. En palabras de moda se trata de resiliencia.
Spike Lee también ha dejado a veces la ficción para documentar momentos y personajes cruciales de la historia afroamericana. Con 4 little girls (1997) nos cuenta la terrible historia de la bomba que acabó con la vida de cuatro niñas durante el movimiento de los derechos civiles en EEUU. En el 2006 presenta When the Levees Broke: A Requiem in Four Acts , un poderoso documental de cuatro horas, una épica sobre la destrucción, el desgaste y la falta injerencia. Documentando los estragos del huracán Katrina en el sur de Estados Unidos y la vulnerabilidad de las comunidades más afectadas no solo por las inclemencias del clima, sino de las condiciones sociales, políticas y económicas de Estados Unidos, Lee escudriña a la perfección un declive de los ánimos y la impotencia de las gentes frente a los sistemas maniatados.
En el 2015 sorprendió con una película particular, justo cuando el número de muertos violentos en las calles de Chicago sobrepasó el número de muertos de soldados estadounidenses en el conflicto de Iraq. Chi-Raq (2015) es una adaptación del Lisístrata, de Aristófanes, donde las mujeres se niegan a tener sexo con los hombres hasta que no alcancen la paz. Dos pandillas en Chicago, los troyanos y los espartanos, se enfrentan todos los días en una batalla sin tregua, solo la muerte de una niña por una bala perdida cambiará la situación de conflicto en un barrio –reflejo de las tensiones de la ciudad–. La obra aparece, quizás, como un Lee menor porque su propio guión batalla con hacer creíble la obsolescencia con la que funcionan las gangs, las estructuras fundamentales del film. Sin embargo, sí es un complemento a su filmografía de retribuciones enormes para configurar el rastro de un director que ha usado su cine como una forma de rebeldía absoluta. Una obra que pretende construirse sobre la truncada y compleja realidad de las comunidades afroamericanas en Estados Unidos. Una trayectoria variada y llena de múltiples formas de aproximación a las realidades, dificultades y encrucijadas a las que se enfrentan un sin número de afroamericanos en sus cotidianidades. Su obra es un cuerpo cohesivo, con un discurso que plantea más preguntas que respuestas, pero deja claro que, en cualquiera de los escenarios, se trata de dos caminos, las dos caminos de la vida simple: amor u odio, una de dos.
Tal vez te interese:Ver todos los artículos
EL (INELUDIBLE) OFICIO DE MIRAR
VICIOS DEL TIEMPO - FICCI 63
CARACOLES SOBRE UNA MUJER CON SOMBRERO ALADO (TALLER BIFF)
Reflexiones semanales directo al correo.
El boletín de la Cero expande sobre las películas que nos sorprenden y nos apasionan. Es otra manera de reunirse y pensar el gesto del cine.
Las entregas cargan nuestras ideas sobre las nuevas y viejas cosas que nos interesan. Ese caleidoscopio de certezas e incertidumbres nos sirve para pensar el mundo que el cine crea.
Únete a la comunidadcontacto
Síguenos