Es ya un lugar común y vacío decir que la crítica de cine pasa por problemas, que se ha vuelto algo que no es, que no era, que nunca fue. Hoy no hay nada que se libre de un malestar particular. Al cine, esa gran palabra que sí se desfigura con cada día que pasa y que es cada vez (y quizás esto es tanto bueno como malo; creemos que es un error preocuparse demasiado ahora mismo por el asunto) más difícil comprender qué es lo que designa, lo persigue su propio huracán. No es demasiado alentador el futuro. El mundo de la gran corriente, como diría Cortázar, fagocita todo y lo enjaula con mucha rapidez. Sin embargo, mirando con atención y revolcando el horizonte vemos muchos y muy heterogéneos esfuerzos por insistir en una crítica de cine hecha desde la pasión, atendiendo el problema de la memoria, la innovación, la ruptura y el estilo; siendo fiel a un asunto de, digamos, genética: la crítica es oposición al mundo de la gran corriente. La crítica es habitar un desfase iluminador, es construir todo un léxico vivo a partir de las zonas oscuras, los silencios, el revés de las cosas. En resumen, una crítica que, como subraya Gabriela Speranza, “mira y lee obras, artistas y autores porque cree que el primer impulso de la crítica sigue siendo descifrar cómo una obra, un artista o un autor dice o hace algo que no había dicho o hecho ningún otro”. Humildemente, creemos que esta revista hace su pequeño aporte para insistir en la cultura cinematográfica como vecina de lo vivo, lo inusual y lo rebelde. Nos interesan las películas como estructuras de lo sensible que dan luz sobre el mundo. Para citar a Borges (y a John Wilkins), las películas como algo de donde “salen realmente ruidos que significan los misterios de la memoria y todas las agonías del anhelo”. Este número 11 nace primero por una preocupación de convertir en palabras aquello que acontece cuando el que escribe se enfrenta al inicio de un nuevo texto. Aparece acá la primera parte de una entrega donde hemos pedido a los redactores, amigos y colaboradores, la escritura de una postura. Así, le damos forma a varios dilemas y, de alguna manera, la revista se hace transparente para el lector. También hemos construido dos grandes secciones donde nos damos a la tarea de pensar y dar relevancia al cine de Eugène Green y Alexander Kluge, polos opuestos en el atlas de estilos e intereses. Creemos que, vistos sin fronteras y en cercanía, amplían los compromisos del cine con todo lo que vive y es visible o invisible. Hay un camino que pasa desde el punto Green al punto Kluge. Invitamos al lector a que recorra ese ancho camino. Si algo es el número 11 es precisamente eso: tanteos de rutas, caminos, surcos entre fronteras. La revista abre con críticas sobre estrenos que andan circulando y cierra con un bellísimo texto para pensar en Pasolini y todos los cuerpos que caen y yacen sobre el suelo en cine, casi como una categoría prestidigitadora sobre su propia muerte. Hemos querido imprimir en la revista una atmósfera de espiral capaz de descubrir nuevos placeres, nuevas materias.
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Editorial Nº11
Es ya un lugar común y vacío decir que la crítica de cine pasa por problemas, que se ha vuelto algo que no es, que no era, que nunca fue. Hoy no hay nada que se libre de un malestar particular. Al cine, esa gran palabra que sí se desfigura con cada día que pasa y que es cada vez (y quizás esto es tanto bueno como malo; creemos que es un error preocuparse demasiado ahora mismo por el asunto) más difícil comprender qué es lo que designa, lo persigue su propio huracán. No es demasiado alentador el futuro. El mundo de la gran corriente, como diría Cortázar, fagocita todo y lo enjaula con mucha rapidez. Sin embargo, mirando con atención y revolcando el horizonte vemos muchos y muy heterogéneos esfuerzos por insistir en una crítica de cine hecha desde la pasión, atendiendo el problema de la memoria, la innovación, la ruptura y el estilo; siendo fiel a un asunto de, digamos, genética: la crítica es oposición al mundo de la gran corriente. La crítica es habitar un desfase iluminador, es construir todo un léxico vivo a partir de las zonas oscuras, los silencios, el revés de las cosas. En resumen, una crítica que, como subraya Gabriela Speranza, “mira y lee obras, artistas y autores porque cree que el primer impulso de la crítica sigue siendo descifrar cómo una obra, un artista o un autor dice o hace algo que no había dicho o hecho ningún otro”. Humildemente, creemos que esta revista hace su pequeño aporte para insistir en la cultura cinematográfica como vecina de lo vivo, lo inusual y lo rebelde. Nos interesan las películas como estructuras de lo sensible que dan luz sobre el mundo. Para citar a Borges (y a John Wilkins), las películas como algo de donde “salen realmente ruidos que significan los misterios de la memoria y todas las agonías del anhelo”. Este número 11 nace primero por una preocupación de convertir en palabras aquello que acontece cuando el que escribe se enfrenta al inicio de un nuevo texto. Aparece acá la primera parte de una entrega donde hemos pedido a los redactores, amigos y colaboradores, la escritura de una postura. Así, le damos forma a varios dilemas y, de alguna manera, la revista se hace transparente para el lector. También hemos construido dos grandes secciones donde nos damos a la tarea de pensar y dar relevancia al cine de Eugène Green y Alexander Kluge, polos opuestos en el atlas de estilos e intereses. Creemos que, vistos sin fronteras y en cercanía, amplían los compromisos del cine con todo lo que vive y es visible o invisible. Hay un camino que pasa desde el punto Green al punto Kluge. Invitamos al lector a que recorra ese ancho camino. Si algo es el número 11 es precisamente eso: tanteos de rutas, caminos, surcos entre fronteras. La revista abre con críticas sobre estrenos que andan circulando y cierra con un bellísimo texto para pensar en Pasolini y todos los cuerpos que caen y yacen sobre el suelo en cine, casi como una categoría prestidigitadora sobre su propia muerte. Hemos querido imprimir en la revista una atmósfera de espiral capaz de descubrir nuevos placeres, nuevas materias.
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