En el marco de la primera Semana de Cine Brasileño Contemporáneo, realizada en la Cinemateca Distrital, Eduardo Valente, realizador, crítico y programador de la muestra, actualmente director artístico del Festival de Brasilia, Programador de Olhar De Cinema: Festival Internacional de Curitiba y delegado de Brasil para la Berlinale, nos contó sobre las pesquisas, las posibilidades, el lado bueno y el malo, de su oficio.
Conversación con Eduardo Valente
¿Cuál fue el criterio de curaduría para esta muestra?
La idea era que un espectador, si viera las nueve películas del ciclo, pudiera tener una mirada de las distintas “líneas de fuerza” del cine brasileño de ahora, así que por eso tenemos cinco ficciones y cuatro documentales, porque el docu- mental es un género muy importante ahora en Brasil y tenerlo lado a lado con la ficción era muy valioso. Tenemos distintas formas de ver y hacer cine, historias que pasan ahora, que miran al pasado, pero siempre mirando desde el presente, haciéndolas reveladoras sobre cómo nuestro presente mira al pasado y al futuro. La idea acá fue que no se repitieran las miradas y las temáticas, pero sí que tuvieran un diálogo entre ellas que ayuden a comprender el presente de Brasil.
¿Cuál pronostica que sea el futuro próximo del cine brasileño?
Difícil decir, Brasil está viviendo un momento muy nebuloso en su realidad sociopolítica. Una cosa que pasa en todo el mundo, en especial Latinoamérica, que tiene que ver con esas tensiones entre fuerzas polarizadas de derecha e izquierda. Y el cine, en su cara más grande y más genérica, depende mucho de la participación de la financiación pública, así que es difícil hacer predicciones. Lo que sí es claro es que tenemos una generación de realizadores que han hecho sus primeras producciones en los últimos cinco-diez años, que han tenido una recepción en los festivales más importantes muy favorable y que, aunque han llegado a grandes competiciones, como por ejemplo Kleber Mendoça (Aquarius, 2016) en la competición oficial de Cannes, tam- bién otros realizadores han logrado participar en Toronto, Venecia, Rotterdam y sí creo que esta generación va a entregar obras muy fuertes. Ahora vienen dos o tres películas de esa generación con muy buenas posibilidades de estar en Cannes en mayo.
¿A qué realizadores hay que prestarles atención?
Algunos realizadores son más obvios, por ejemplo Gabriel Mascaro (Boi Neon, 2015) o Felipe Barbosa (Gabriel e a Montanha, 2017), que estuvo en la Semana de la Crítica de Cannes. También hay algunos realizadores interesantes del nordeste brasileño, un cambio muy importante para no solo tener cineastas de Río o Sao Paulo, sino de distintas partes de Brasil. Sin embargo, con los cambios de gobierno que tuvimos hace pocos días, el fondo de producción (ANCINE, Agência Nacional do Cinema) cambió muchas de sus reglas. Lo que tenemos ahora es un gobierno muy neoliberal en lo que hace, y el cambio parece proteger a las productoras grandes y con intereses comerciales más que a las del cine de autor, a las que producen óperas primas... entonces esa diversidad regional se ve amenazada.
¿Cómo ve el papel de la crítica frente a la producción del cine?
Yo siempre he dicho, junto con algunos amigos en Brasil que también se dedicaban a la crítica, que hacer crítica también es hacer cine. Así que, para nosotros, hacer ponen- cias, clases, crítica, incluso trabajar con el gobier- no es hacer cine. De hecho, el presidente de hace 10 años de ANCINE era de nuestra generación y también hacía publicaciones sobre cine. En la crítica está, por ejemplo, Kleber Mendoça Filho, que inició su carrera como crítico, de hecho su primer largometraje documental se llama Crítico(2008), en el que realiza entrevistas a realizadores y otros críticos en todos los festivales a los que él pudo asistir como crítico de cine, preguntándoles sobre las relaciones entre unos y otros. Lo que queda muy claro al final de esa película es que realización y crítica son la misma cosa. Para nosotros (críticos) era muy natural que las ideas y escritos que producíamos estuvieran muy cercanos a los pensamientos del autor. Lo que nos impulsaba era un amor, una pasión por el cine, que se mani- fiestaba de muchas formas distintas.
¿Cómo pasa entonces usted al rol de programador?
No es regla, es una opinión personal, pero conversando con mucha gente de la crítica, también sienten la necesidad constante de mover- se a otra cosa. Yo pienso que la razón para esto es que la crítica pide de alguna manera una toma de posición frente a las películas, frente al mundo y empiezas a dudar sobre tus certezas. Y la crítica es un ejercicio muy basado en certezas: eso está bien o eso está mal, o yo lo haría de tal otra forma...pe- ro me parece que después de cierto tiempo uno empieza a dudar de sus propias afirmaciones sobre lo que es y no es, y de ahí en adelante empezamos a trabajar más sobre las dudas. Ahora que soy programador me encanta saber que a veces una película que como crítico no estaría bien, sí puede ser la película adecuada para una muestra, un ejercicio que quizás pide menos certezas y menos imposiciones del gusto personal que la crítica.De vez en cuando hago textos sobre festivales, pero menos afirmativos, donde busco una mirada sobre las relaciones entre las películas programadas, que es un poco el papel de la curaduría. Trato de llamar la atención del lector sobre un aspecto que quizás genere miradas distintas o encienda luces en otro y menos diciendo lo que es el buen cine, lo que debemos defender y atacar. Creo igual que para los jóvenes, que en general tienen muchas certezas sobre la vida en cierto momento, la crítica es un buen ejercicio. Porque crea fricciones y movimientos que después se mueven para otros lados creativos. Pero igual, en mi caso, después de mucho tiempo escribiendo crítica, tenía la sensación de estar escribiendo lo mismo y las películas estaban cambiando, pero mis ideas seguían estáticas. Sentí que todo lo que tenía que decir sobre mi visión de cine ya lo había dicho en otros textos y que me estaba repitiendo. Entonces había algo injusto con las películas que estaba viendo, pues ponía las mismas cuestiones y no estaba viendo las películas con nuevos ojos, y me empecé a aburrir, incluso a no sacar tan buenos textos porque ya no estaba tan convencido de mi mirada, me parecía un ejercicio un poco vacío.
Claro, la crítica muchas veces indaga la conexión del cine con sus tiempos
Siempre tuve más interés por el presente del cine. Tal vez la mayoría de películas que veo no sean tan buenas, pero es un retrato del presente del mundo. Es un placer ver clásicos, pero me gusta más una muestra con obras contemporáneas, donde no serán tan buenas pero van a estar en contacto con el mundo que yo vivo, eso creo que señalaba mi camino hacia la curaduría y me apartaba de la crítica, donde la historia es demasiado importante. Actualmente me incomoda mucho de varios críticos que más que pensar el cine del futuro siempre tienen la tendencia de afirmar que lo mejor del cine ya se ha hecho.O que se limitan solo a 3 o 4 directores, pero como lector eso no me interesa, ni como crítico, ni como programador. Tratar de medir todo con el pasado o con las obras maestras. Lo que más me interesa es conocer que se hace hoy .
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DE LA CRÍTICA A LA CURADURÍA
En el marco de la primera Semana de Cine Brasileño Contemporáneo, realizada en la Cinemateca Distrital, Eduardo Valente, realizador, crítico y programador de la muestra, actualmente director artístico del Festival de Brasilia, Programador de Olhar De Cinema: Festival Internacional de Curitiba y delegado de Brasil para la Berlinale, nos contó sobre las pesquisas, las posibilidades, el lado bueno y el malo, de su oficio.
Conversación con Eduardo Valente
¿Cuál fue el criterio de curaduría para esta muestra?
La idea era que un espectador, si viera las nueve películas del ciclo, pudiera tener una mirada de las distintas “líneas de fuerza” del cine brasileño de ahora, así que por eso tenemos cinco ficciones y cuatro documentales, porque el docu- mental es un género muy importante ahora en Brasil y tenerlo lado a lado con la ficción era muy valioso. Tenemos distintas formas de ver y hacer cine, historias que pasan ahora, que miran al pasado, pero siempre mirando desde el presente, haciéndolas reveladoras sobre cómo nuestro presente mira al pasado y al futuro. La idea acá fue que no se repitieran las miradas y las temáticas, pero sí que tuvieran un diálogo entre ellas que ayuden a comprender el presente de Brasil.
¿Cuál pronostica que sea el futuro próximo del cine brasileño?
Difícil decir, Brasil está viviendo un momento muy nebuloso en su realidad sociopolítica. Una cosa que pasa en todo el mundo, en especial Latinoamérica, que tiene que ver con esas tensiones entre fuerzas polarizadas de derecha e izquierda. Y el cine, en su cara más grande y más genérica, depende mucho de la participación de la financiación pública, así que es difícil hacer predicciones. Lo que sí es claro es que tenemos una generación de realizadores que han hecho sus primeras producciones en los últimos cinco-diez años, que han tenido una recepción en los festivales más importantes muy favorable y que, aunque han llegado a grandes competiciones, como por ejemplo Kleber Mendoça (Aquarius, 2016) en la competición oficial de Cannes, tam- bién otros realizadores han logrado participar en Toronto, Venecia, Rotterdam y sí creo que esta generación va a entregar obras muy fuertes. Ahora vienen dos o tres películas de esa generación con muy buenas posibilidades de estar en Cannes en mayo.
¿A qué realizadores hay que prestarles atención?
Algunos realizadores son más obvios, por ejemplo Gabriel Mascaro (Boi Neon, 2015) o Felipe Barbosa (Gabriel e a Montanha, 2017), que estuvo en la Semana de la Crítica de Cannes. También hay algunos realizadores interesantes del nordeste brasileño, un cambio muy importante para no solo tener cineastas de Río o Sao Paulo, sino de distintas partes de Brasil. Sin embargo, con los cambios de gobierno que tuvimos hace pocos días, el fondo de producción (ANCINE, Agência Nacional do Cinema) cambió muchas de sus reglas. Lo que tenemos ahora es un gobierno muy neoliberal en lo que hace, y el cambio parece proteger a las productoras grandes y con intereses comerciales más que a las del cine de autor, a las que producen óperas primas... entonces esa diversidad regional se ve amenazada.
¿Cómo ve el papel de la crítica frente a la producción del cine?
Yo siempre he dicho, junto con algunos amigos en Brasil que también se dedicaban a la crítica, que hacer crítica también es hacer cine. Así que, para nosotros, hacer ponen- cias, clases, crítica, incluso trabajar con el gobier- no es hacer cine. De hecho, el presidente de hace 10 años de ANCINE era de nuestra generación y también hacía publicaciones sobre cine. En la crítica está, por ejemplo, Kleber Mendoça Filho, que inició su carrera como crítico, de hecho su primer largometraje documental se llama Crítico(2008), en el que realiza entrevistas a realizadores y otros críticos en todos los festivales a los que él pudo asistir como crítico de cine, preguntándoles sobre las relaciones entre unos y otros. Lo que queda muy claro al final de esa película es que realización y crítica son la misma cosa. Para nosotros (críticos) era muy natural que las ideas y escritos que producíamos estuvieran muy cercanos a los pensamientos del autor. Lo que nos impulsaba era un amor, una pasión por el cine, que se mani- fiestaba de muchas formas distintas.
¿Cómo pasa entonces usted al rol de programador?
No es regla, es una opinión personal, pero conversando con mucha gente de la crítica, también sienten la necesidad constante de mover- se a otra cosa. Yo pienso que la razón para esto es que la crítica pide de alguna manera una toma de posición frente a las películas, frente al mundo y empiezas a dudar sobre tus certezas. Y la crítica es un ejercicio muy basado en certezas: eso está bien o eso está mal, o yo lo haría de tal otra forma...pe- ro me parece que después de cierto tiempo uno empieza a dudar de sus propias afirmaciones sobre lo que es y no es, y de ahí en adelante empezamos a trabajar más sobre las dudas. Ahora que soy programador me encanta saber que a veces una película que como crítico no estaría bien, sí puede ser la película adecuada para una muestra, un ejercicio que quizás pide menos certezas y menos imposiciones del gusto personal que la crítica.De vez en cuando hago textos sobre festivales, pero menos afirmativos, donde busco una mirada sobre las relaciones entre las películas programadas, que es un poco el papel de la curaduría. Trato de llamar la atención del lector sobre un aspecto que quizás genere miradas distintas o encienda luces en otro y menos diciendo lo que es el buen cine, lo que debemos defender y atacar. Creo igual que para los jóvenes, que en general tienen muchas certezas sobre la vida en cierto momento, la crítica es un buen ejercicio. Porque crea fricciones y movimientos que después se mueven para otros lados creativos. Pero igual, en mi caso, después de mucho tiempo escribiendo crítica, tenía la sensación de estar escribiendo lo mismo y las películas estaban cambiando, pero mis ideas seguían estáticas. Sentí que todo lo que tenía que decir sobre mi visión de cine ya lo había dicho en otros textos y que me estaba repitiendo. Entonces había algo injusto con las películas que estaba viendo, pues ponía las mismas cuestiones y no estaba viendo las películas con nuevos ojos, y me empecé a aburrir, incluso a no sacar tan buenos textos porque ya no estaba tan convencido de mi mirada, me parecía un ejercicio un poco vacío.
Claro, la crítica muchas veces indaga la conexión del cine con sus tiempos
Siempre tuve más interés por el presente del cine. Tal vez la mayoría de películas que veo no sean tan buenas, pero es un retrato del presente del mundo. Es un placer ver clásicos, pero me gusta más una muestra con obras contemporáneas, donde no serán tan buenas pero van a estar en contacto con el mundo que yo vivo, eso creo que señalaba mi camino hacia la curaduría y me apartaba de la crítica, donde la historia es demasiado importante. Actualmente me incomoda mucho de varios críticos que más que pensar el cine del futuro siempre tienen la tendencia de afirmar que lo mejor del cine ya se ha hecho.O que se limitan solo a 3 o 4 directores, pero como lector eso no me interesa, ni como crítico, ni como programador. Tratar de medir todo con el pasado o con las obras maestras. Lo que más me interesa es conocer que se hace hoy .
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