En el 2001 Serebrennikov desarrolló su primera producción en Moscú. 17 años más tarde el artista estaría nominado a la Palma de Oro por el filme biográfico Summer, o Leto, del original. ¿A qué se debe el éxito de su estilo? La primera de sus producciones que le debutó una fama considerable fue Playing the Victim (2006), la historia sobre un estudiante que interpreta el papel de las víctimas en la reconstrucción de crímenes policiales, y que una noche sueña con su padre fallecido, quien le confiesa que su madre y su amante lo envenenaron. Esta comedia, ganadora del Festival de Roma, mostró de lleno la sordidez de las escenas de Serebrennikov, con un estilo que aboga más por la construcción de personajes con un fuerte desarrollo emocional e historias que sirvan como catalizadores de esas emociones que tienen, a punto de hacer erupción, los personajes. El interés primordial es entonces explotar, tanto como se pueda, los argumentos de sus dramas.
En Betrayal (Izmena, 2012), vemos una historia cautivante por el suspenso que procura. Este drama enfrenta a dos adultos al hecho de que sus respectivas parejas los estaban engañando entre sí. Tras la muerte de ambos amantes en medio de su aventura sexual, el hombre y la mujer engañados pasan de ser extraños a entablar una relación en la cual no se habrían visto envueltos si no fuera por el deceso de sus parejas. El arte de Serebrennikov gusta de desarrollos largos que toman un tiempo considerable en cada cinta (no vemos ninguna película suya en donde los hechos ocurran a un ritmo rápido). El trabajo y el avance psicológico de sus personajes es lento y pausado. ¿Vale la pena esto? Me atrevería a decir que sí. Ahí está su esencia. Betrayalnos lleva a un misterio envolvente, es un drama atractivo con un tono capaz de mantener al espectador atento. Pero su gran joya fílmica (hasta el momento) se encuentra en El Discípulo ((M)uchenik, 2016), la historia de un adolescente que haya en el dogma del cristianismo el orden de su vida, llevándolo al extremo del fanatismo religioso, y causando la disputa entre sus maestros, su familia y sus compañeros de clase. En la película, el director ruso nos provee nuevamente de sus relatos cargados de emoción e impacto, y además construye una fuerte crítica hacia la religión ortodoxa, mostrando de modo satírico los alcances de la religión, aún con un eco más profundo cuando se mezclan con los conflictos de identidad adolescente. Su participación en el Festival de Cannes del 2017 no fue solamente aplaudida, sino que además dio a conocer un estilo mucho más maduro y sólido que apuntaba hacia la unicidad de su estilo.
Entre las tres películas brevemente mencionadas, El Discípulo es la obra de mejor desarrollo, sin embargo, se han cuestionado varios de los elementos de la cinta, las preguntas existenciales y los enfrentamientos generados por la religión, por ejemplo. Pero Serebrennikov no deja ningún cabo suelto. Si bien no da suficiente profundidad a las preguntas generadas por el adolescente, el film, que roza el existencialismo sin entrar de lleno en él, ni en el género psicológico, no se agota. La postura adoptada por el director ruso es la necesaria para desarrollar una crítica. En entrevista con el diario El Tiempo, Serebrennikov afirmó que “la religión se ha convertido en una segunda ideología oficial y controla la mente de todo el mundo”, algo que podemos observar claramente en el protagonista, aquel discípulo del título, que entra seguro de sus convicciones y pocos cambios sufre; lo que cambia es su entorno, afectado por su comportamiento. En El Discípulo no podemos pensar el desarrollo como un hecho unitario de un solo personaje, sino de todo el reparto que consolida el argumento. Y en ello está el éxito de este drama.
En 2017 el director fue arrestado por supuesta malversación de fondos públicos. ¿Cuál fue la reacción del medio y de la opinión pública? Inmediatamente se volcaron en contra del gobierno de Vladimir Putin, a quien acusaron de persecución y censura, señalando que la detención era solo un pretexto para callar la voz crítica del artista. Serebrennikov era acusado de un desfalco de 70 millones de dólares al fondo asignado por el gobierno a su proyecto teatral entre el 2011 y el 2014. ¿Qué tan fuerte es la crítica de Serebrennikov para entrar en el radar político? El director muestra su apoyo directo hacia la comunidad LGBT rusa, continuamente perseguida por un régimen desigual. Además de sus sátiras y señalamientos en contra de la religión ortodoxa, se ha mostrado siempre con enfado hacia las posturas del gobierno de Putin.
Sin embargo, el arresto no le impidió alcanzar un puesto en la competencia de Cannes con la película Summer, un film biográfico que cuenta la historia de Viktor Tsoi, ambientado en los laberintos de la contracultura del rock en Leningrado a principios de los 80. Mucho se ha dicho del director hasta el momento. Sin lugar a dudas, su estilo consigue mezclar profundos desarrollos emocionales con las intrincadas historias de sus argumentos y críticas sociales, políticas y religiosas. La fama de Serebrennikov está justificada por el peso de sus obras.
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CRÍTICA SOCIAL Y EXACERBACIÓN EMOCIONAL
Kirill Serebrennikov
En el 2001 Serebrennikov desarrolló su primera producción en Moscú. 17 años más tarde el artista estaría nominado a la Palma de Oro por el filme biográfico Summer, o Leto, del original. ¿A qué se debe el éxito de su estilo? La primera de sus producciones que le debutó una fama considerable fue Playing the Victim (2006), la historia sobre un estudiante que interpreta el papel de las víctimas en la reconstrucción de crímenes policiales, y que una noche sueña con su padre fallecido, quien le confiesa que su madre y su amante lo envenenaron. Esta comedia, ganadora del Festival de Roma, mostró de lleno la sordidez de las escenas de Serebrennikov, con un estilo que aboga más por la construcción de personajes con un fuerte desarrollo emocional e historias que sirvan como catalizadores de esas emociones que tienen, a punto de hacer erupción, los personajes. El interés primordial es entonces explotar, tanto como se pueda, los argumentos de sus dramas.
En Betrayal (Izmena, 2012), vemos una historia cautivante por el suspenso que procura. Este drama enfrenta a dos adultos al hecho de que sus respectivas parejas los estaban engañando entre sí. Tras la muerte de ambos amantes en medio de su aventura sexual, el hombre y la mujer engañados pasan de ser extraños a entablar una relación en la cual no se habrían visto envueltos si no fuera por el deceso de sus parejas. El arte de Serebrennikov gusta de desarrollos largos que toman un tiempo considerable en cada cinta (no vemos ninguna película suya en donde los hechos ocurran a un ritmo rápido). El trabajo y el avance psicológico de sus personajes es lento y pausado. ¿Vale la pena esto? Me atrevería a decir que sí. Ahí está su esencia. Betrayal nos lleva a un misterio envolvente, es un drama atractivo con un tono capaz de mantener al espectador atento. Pero su gran joya fílmica (hasta el momento) se encuentra en El Discípulo ((M)uchenik, 2016), la historia de un adolescente que haya en el dogma del cristianismo el orden de su vida, llevándolo al extremo del fanatismo religioso, y causando la disputa entre sus maestros, su familia y sus compañeros de clase. En la película, el director ruso nos provee nuevamente de sus relatos cargados de emoción e impacto, y además construye una fuerte crítica hacia la religión ortodoxa, mostrando de modo satírico los alcances de la religión, aún con un eco más profundo cuando se mezclan con los conflictos de identidad adolescente. Su participación en el Festival de Cannes del 2017 no fue solamente aplaudida, sino que además dio a conocer un estilo mucho más maduro y sólido que apuntaba hacia la unicidad de su estilo.
Entre las tres películas brevemente mencionadas, El Discípulo es la obra de mejor desarrollo, sin embargo, se han cuestionado varios de los elementos de la cinta, las preguntas existenciales y los enfrentamientos generados por la religión, por ejemplo. Pero Serebrennikov no deja ningún cabo suelto. Si bien no da suficiente profundidad a las preguntas generadas por el adolescente, el film, que roza el existencialismo sin entrar de lleno en él, ni en el género psicológico, no se agota. La postura adoptada por el director ruso es la necesaria para desarrollar una crítica. En entrevista con el diario El Tiempo, Serebrennikov afirmó que “la religión se ha convertido en una segunda ideología oficial y controla la mente de todo el mundo”, algo que podemos observar claramente en el protagonista, aquel discípulo del título, que entra seguro de sus convicciones y pocos cambios sufre; lo que cambia es su entorno, afectado por su comportamiento. En El Discípulo no podemos pensar el desarrollo como un hecho unitario de un solo personaje, sino de todo el reparto que consolida el argumento. Y en ello está el éxito de este drama.
En 2017 el director fue arrestado por supuesta malversación de fondos públicos. ¿Cuál fue la reacción del medio y de la opinión pública? Inmediatamente se volcaron en contra del gobierno de Vladimir Putin, a quien acusaron de persecución y censura, señalando que la detención era solo un pretexto para callar la voz crítica del artista. Serebrennikov era acusado de un desfalco de 70 millones de dólares al fondo asignado por el gobierno a su proyecto teatral entre el 2011 y el 2014. ¿Qué tan fuerte es la crítica de Serebrennikov para entrar en el radar político? El director muestra su apoyo directo hacia la comunidad LGBT rusa, continuamente perseguida por un régimen desigual. Además de sus sátiras y señalamientos en contra de la religión ortodoxa, se ha mostrado siempre con enfado hacia las posturas del gobierno de Putin.
Sin embargo, el arresto no le impidió alcanzar un puesto en la competencia de Cannes con la película Summer, un film biográfico que cuenta la historia de Viktor Tsoi, ambientado en los laberintos de la contracultura del rock en Leningrado a principios de los 80. Mucho se ha dicho del director hasta el momento. Sin lugar a dudas, su estilo consigue mezclar profundos desarrollos emocionales con las intrincadas historias de sus argumentos y críticas sociales, políticas y religiosas. La fama de Serebrennikov está justificada por el peso de sus obras.
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