"Uno no se ilumina imaginando la claridad, sino haciéndose consciente de su propia oscuridad" -C. G. Jung
¿Saben por qué la directora francesa Eva Husson habla perfectamente español? Su abuelo fue el comunista español Ricardo Maso March, y el hermano de éste fue Albert Maso March, un anarquista. Ambos eran soldados republicanos durante la guerra civil española. En el exilio francés ayudaron a organizar la resistencia durante la Segunda Guerra Mundial. Los padres de Eva son profesores de español: su hija tiene sangre española y conoce esa lengua desde la cuna.
Nacida en 1977 en el puerto de Le Havre, empezó su carrera en el cine como actriz, pero después hizo una maestría en literatura inglesa en La Sorbona, para posteriormente trasladarse a Estados Unidos a estudiar cine en el American Film Institute en Los Ángeles, donde recibiómuchos reconocimientos por su desempeño académico. Su cortometraje de tesis fue Hope to Die (2004).
En 2013 dirigió y escribió el mediometraje Para los que siempre es complicado (Those For Whom It’s Always Complicated), rodado en el Valle de la Muerte con solo tres actores. Eva recuerda el origen de esa cinta: “estaba haciendo un proyecto mucho más largo y la cosa no avanzaba para nada y estaba bastante frustrada, así que llamé a un par de amigos que estaban en Los Ángeles, donde estudié, y les pregunté si les gustaría hacer un proyecto un poquito más improvisado que lo usual. Estaban encantados y nos fuimos ahí dos semanas improvisando y después fuimos al desierto durante cinco o seis días, no recuerdo, e hicimos la película entera en esos días”. Una pareja de citadinos, Camilla y G.J., deciden pasar un fin de semana en el desierto para reevaluar su relación, pero las cosas se complican cuando aparece Morgan, la exnovia de él y se une a la pareja en su recorrido.
Si Eva Husson se mostró ahí hábil para describir lo que sienten los veinteañeros, su primer largometraje, Bang Gang: una moderna historia de amor (Bang Gang (une histoire d’amour moderne), 2015), la hizo dar un paso más allá al exhibir con enorme precisión cómo viven su sexualidad los adolescentes franceses, en un abordaje narrativo y visual desinhibido que opta por una aproximación cruda, carente de sentimentalismo y prefiriendo un naturalismo que se convierte por momentos en inquietante: el sexo es acá un acto meramente genital, desprovisto de cualquier connotación afectiva, romántica o moral.
Los cinco protagonistas de Bang Gang están entre los 16 y 17 años de edad, van al colegio y son unos adolescentes despreocupados e indolentes que buscan la satisfacción personal a cualquier costo. El sexo es una mercancía intercambiable, como lo es una botella de licor o un porro de marihuana: algo que va de mano en mano y que así como llega así, se va. El título hace referencia a las famosas “bang gangs”, orgías en las que un hombre o una mujer tienen sexo simultáneamente con muchas personas del género opuesto. Obviamente las experiencias y actos sexuales de estos jóvenes tienen que estar validadas por las redes sociales, pues sino es como si simplemente no hubieran existido jamás. A esta generación le gusta verse y que los vean, incluso sin importar que lo que observen de ellos sean actos sexuales.
Es notable que Eva Husson alargue el vacío e indolencia de estos jóvenes al punto de pasar la página de sus problemas rápidamente, como lo dice Laetitia (Daisy Broom), una chica que al inicio del filme era virgen: “Esa parte entera de mi vida es como un interludio lejano, tan extrema, tan intensa, tan brutal, que incluso me pregunto a veces si fue real. Una inyección de penicilina y ¡bam!, no más sífilis. Una píldora y ¡bam!, no más bebé. Un cuento de hadas moderno. Temí que estuviera triste después del aborto, pero no. Las hormonas desaparecieron, y la neblina y la fatiga instantáneamente se fueron. De repente había recuperado mi cuerpo y mi libertad”. ¿Habrá ella aprendido alguna lección?
En la selección oficial del Festival de Cine de Cannes se estrenó el segundo largometraje de Eva Husson llamado Las hijas del sol (Les filles du soleil, 2018), basado en hechos reales, sobre la lucha de combatientes kurdas contra los yihadistas. Se trata de mujeres yazidi que fueron secuestradas, violadas, vendidas como esclavas y luego huyeron para unirse al ejército kurdo. La cinta es un intento por mostrar el extremo de fortaleza que pueden llegar a vivir las mujeres que están en guerra. El equipo de combatientes está liderado por Bahar (la hermosa actriz Golshifteh Farahani), creándose un contraste en el ambiente del filme, no solamente crudo sino también armónico. La película alcanza poderío en los momentos de drama que ella atraviesa al ver el asesinato de sus familiares, el secuestro de su pequeño hijo y el suicidio de su hermana al haberse sentido denigrada entregando su cuerpo a otro hombre desconocido. Bahar es un personaje que el espectador sabe y siente que está en constante sufrimiento, pero que aún así se niega a bajar la guardia por la responsabilidad que siente por su escuadrón femenino de kurdas. Otra protagonista de Las hijas del sol es Mathilde (la actriz y directora Emmanuelle Bercot) que es una reportera que convive con estas mujeres y que tiene un parche en el ojo causado por la reciente muerte de su marido en Libia. La película además finaliza con una voz en off poética de este personaje.
La directora parece decirnos que la enorme fortaleza de estas mujeres sale –paradójicamente- del sufrimiento físico y psicológico que padecieron al ser sometidas a violaciones, humillaciones y matanzas crueles de sus familiares, hasta de sus propios hijos, en frente de ellas. Todo el filme busca una venganza que se esconde detrás del nombre “justicia”: aquí no hay tiempo para considerar el perdón como opción, porque lo que vemos acá es la lucha por quien queda con vida.
Con Las hijas del solEva Husson deja claro que su estilo de narración son las historias extremas que ella convierte en creíbles. Contar relatos que producen sensaciones que mantendrán al espectador al borde del éxtasis constantemente, en donde la intriga, la pasión y lo visceral siempre están en juego y además, con temas que siguen siendo tabúes como lo son la sexualidad o las creencias religiosas. Su cine también demuestra que estamos en una época de exhibición permanente de imágenes fuertes como la pornografía, la guerra, el dolor y la crueldad. Así como la misma Eva lo dice: “hay en la desnudez una cierta simplicidad, un olvido de uno mismo, del propio cuerpo, que libera de que sea algo permanentemente sexual”. Lo que traduce que su cine está hecho con mucha libertad, con realidades contundentes, tal como declaró a propósito de Bang Gang: una moderna historia de amor: “No hace falta filmar de otra manera, ya que cada uno se hace su propia representación mental del acto. Es como en las películas de terror: cuanto más se muestra, menos creíble parece. Me gusta la idea de darle a la mente del espectador lo justo para que se haga su propia imagen”. El resto del sentido Eva lo deja abierto al espectador, que lo que hace es dejarse llevar voluntariamente por las sensaciones y emociones extremas que estas películas le generan.
Esperemos hacia dónde se dirige su incipiente pero promisoria carrera. Hay fe. Es el tiempo de las directoras.
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EL PODER FEMENINO EN LA NARRACIÓN EXTREMA
Eva Husson
"Uno no se ilumina imaginando la claridad, sino haciéndose consciente de su propia oscuridad"
-C. G. Jung
¿Saben por qué la directora francesa Eva Husson habla perfectamente español? Su abuelo fue el comunista español Ricardo Maso March, y el hermano de éste fue Albert Maso March, un anarquista. Ambos eran soldados republicanos durante la guerra civil española. En el exilio francés ayudaron a organizar la resistencia durante la Segunda Guerra Mundial. Los padres de Eva son profesores de español: su hija tiene sangre española y conoce esa lengua desde la cuna.
Nacida en 1977 en el puerto de Le Havre, empezó su carrera en el cine como actriz, pero después hizo una maestría en literatura inglesa en La Sorbona, para posteriormente trasladarse a Estados Unidos a estudiar cine en el American Film Institute en Los Ángeles, donde recibió muchos reconocimientos por su desempeño académico. Su cortometraje de tesis fue Hope to Die (2004).
En 2013 dirigió y escribió el mediometraje Para los que siempre es complicado (Those For Whom It’s Always Complicated), rodado en el Valle de la Muerte con solo tres actores. Eva recuerda el origen de esa cinta: “estaba haciendo un proyecto mucho más largo y la cosa no avanzaba para nada y estaba bastante frustrada, así que llamé a un par de amigos que estaban en Los Ángeles, donde estudié, y les pregunté si les gustaría hacer un proyecto un poquito más improvisado que lo usual. Estaban encantados y nos fuimos ahí dos semanas improvisando y después fuimos al desierto durante cinco o seis días, no recuerdo, e hicimos la película entera en esos días”. Una pareja de citadinos, Camilla y G.J., deciden pasar un fin de semana en el desierto para reevaluar su relación, pero las cosas se complican cuando aparece Morgan, la exnovia de él y se une a la pareja en su recorrido.
Si Eva Husson se mostró ahí hábil para describir lo que sienten los veinteañeros, su primer largometraje, Bang Gang: una moderna historia de amor (Bang Gang (une histoire d’amour moderne), 2015), la hizo dar un paso más allá al exhibir con enorme precisión cómo viven su sexualidad los adolescentes franceses, en un abordaje narrativo y visual desinhibido que opta por una aproximación cruda, carente de sentimentalismo y prefiriendo un naturalismo que se convierte por momentos en inquietante: el sexo es acá un acto meramente genital, desprovisto de cualquier connotación afectiva, romántica o moral.
Los cinco protagonistas de Bang Gang están entre los 16 y 17 años de edad, van al colegio y son unos adolescentes despreocupados e indolentes que buscan la satisfacción personal a cualquier costo. El sexo es una mercancía intercambiable, como lo es una botella de licor o un porro de marihuana: algo que va de mano en mano y que así como llega así, se va. El título hace referencia a las famosas “bang gangs”, orgías en las que un hombre o una mujer tienen sexo simultáneamente con muchas personas del género opuesto. Obviamente las experiencias y actos sexuales de estos jóvenes tienen que estar validadas por las redes sociales, pues sino es como si simplemente no hubieran existido jamás. A esta generación le gusta verse y que los vean, incluso sin importar que lo que observen de ellos sean actos sexuales.
Es notable que Eva Husson alargue el vacío e indolencia de estos jóvenes al punto de pasar la página de sus problemas rápidamente, como lo dice Laetitia (Daisy Broom), una chica que al inicio del filme era virgen: “Esa parte entera de mi vida es como un interludio lejano, tan extrema, tan intensa, tan brutal, que incluso me pregunto a veces si fue real. Una inyección de penicilina y ¡bam!, no más sífilis. Una píldora y ¡bam!, no más bebé. Un cuento de hadas moderno. Temí que estuviera triste después del aborto, pero no. Las hormonas desaparecieron, y la neblina y la fatiga instantáneamente se fueron. De repente había recuperado mi cuerpo y mi libertad”. ¿Habrá ella aprendido alguna lección?
En la selección oficial del Festival de Cine de Cannes se estrenó el segundo largometraje de Eva Husson llamado Las hijas del sol (Les filles du soleil, 2018), basado en hechos reales, sobre la lucha de combatientes kurdas contra los yihadistas. Se trata de mujeres yazidi que fueron secuestradas, violadas, vendidas como esclavas y luego huyeron para unirse al ejército kurdo. La cinta es un intento por mostrar el extremo de fortaleza que pueden llegar a vivir las mujeres que están en guerra. El equipo de combatientes está liderado por Bahar (la hermosa actriz Golshifteh Farahani), creándose un contraste en el ambiente del filme, no solamente crudo sino también armónico. La película alcanza poderío en los momentos de drama que ella atraviesa al ver el asesinato de sus familiares, el secuestro de su pequeño hijo y el suicidio de su hermana al haberse sentido denigrada entregando su cuerpo a otro hombre desconocido. Bahar es un personaje que el espectador sabe y siente que está en constante sufrimiento, pero que aún así se niega a bajar la guardia por la responsabilidad que siente por su escuadrón femenino de kurdas. Otra protagonista de Las hijas del sol es Mathilde (la actriz y directora Emmanuelle Bercot) que es una reportera que convive con estas mujeres y que tiene un parche en el ojo causado por la reciente muerte de su marido en Libia. La película además finaliza con una voz en off poética de este personaje.
La directora parece decirnos que la enorme fortaleza de estas mujeres sale –paradójicamente- del sufrimiento físico y psicológico que padecieron al ser sometidas a violaciones, humillaciones y matanzas crueles de sus familiares, hasta de sus propios hijos, en frente de ellas. Todo el filme busca una venganza que se esconde detrás del nombre “justicia”: aquí no hay tiempo para considerar el perdón como opción, porque lo que vemos acá es la lucha por quien queda con vida.
Con Las hijas del sol Eva Husson deja claro que su estilo de narración son las historias extremas que ella convierte en creíbles. Contar relatos que producen sensaciones que mantendrán al espectador al borde del éxtasis constantemente, en donde la intriga, la pasión y lo visceral siempre están en juego y además, con temas que siguen siendo tabúes como lo son la sexualidad o las creencias religiosas. Su cine también demuestra que estamos en una época de exhibición permanente de imágenes fuertes como la pornografía, la guerra, el dolor y la crueldad. Así como la misma Eva lo dice: “hay en la desnudez una cierta simplicidad, un olvido de uno mismo, del propio cuerpo, que libera de que sea algo permanentemente sexual”. Lo que traduce que su cine está hecho con mucha libertad, con realidades contundentes, tal como declaró a propósito de Bang Gang: una moderna historia de amor: “No hace falta filmar de otra manera, ya que cada uno se hace su propia representación mental del acto. Es como en las películas de terror: cuanto más se muestra, menos creíble parece. Me gusta la idea de darle a la mente del espectador lo justo para que se haga su propia imagen”. El resto del sentido Eva lo deja abierto al espectador, que lo que hace es dejarse llevar voluntariamente por las sensaciones y emociones extremas que estas películas le generan.
Esperemos hacia dónde se dirige su incipiente pero promisoria carrera. Hay fe. Es el tiempo de las directoras.
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