Un hombre fiel (L'Homme fidèle, 2018), de Louis Garrel
La historia del cine tiene sus propios padres y madres, aparecen de vez en cuando y arropan a más hijos de los que ellos se imaginan. Quien hace del cine su hogar entra a él dispuesto a ser adoptado. Al mismo tiempo que van ampliando –sin saberlo– sus familias, estos maestros pueden engendrar hijos biológicos. Es el caso de Louis Garrel, hijo no solo de su padre sino de la historia del cine. A este panorama silencioso de cosas se le puede agregar que aquellos hijos biológicos, a veces, decidan dedicarse al cine. Louis Garrel, primero actor después director, entra en esa categoría.
Esos hijos que terminan, en concreto, dirigiendo, pueden saberlo o no, lo primero que hacen es poner de manifiesto lo que los separa de aquello que han hecho sus padres (y esa es una tarea ardua). El cine les sirve como gesto de distanciamiento. Es mas, creo que no pueden hacer otra cosa que, destino de los hijos, arremeter contra sus padres.
Un hombre fiel, segunda película de Louis Garrel, es el ejemplo perfecto para pensar esta situación. Como en las películas de su padre Philippe, acá Louis pone la cámara frente a un doble intrincado triángulo de sensibilidades amorosas, el amor como una cuerda que los enreda a todos. Lo que inmediatamente nos hace preguntar: ¿puede uno alejarse del universo simbólico que regalan los padres? Parece que no. Garrel hijo no puede partir desde un lugar que no sea el camino venido a mal (o a bien) de un hombre enamorado. Pero claro, todo esto es una apariencia. Ambos universos cinematográficos pueden, en la superficie, ser similares, pero no es otra cosa distinta a cuando uno se mira en el espejo y ve rastro de sus padres, confirmando que ha empezado (o que hasta ahora es consciente de eso) a parecerse a ellos, y uno, entre la desesperación y el susto, en el fondo se convence de la enorme diferencia que existe entre la imagen del espejo y la de los progenitores.
Un hombre fiel es un gesto de rebeldía, una película de emancipación, que desde su título ya revela la distancia que hijo quiere establecer con padre. Si el padre dice una cosa, el hijo responde otra, distinta. Puede uno sentir la liberación de Louis en la película: no le teme a combinar la pesadez de la confesión de un pequeña tragedia con el humor, no es solemne –hay que ver cómo interpreta a su personaje–, introduce el misterio y la posibilidad de un crimen a través de un niño.
Si en el centro del cine de Philippe Garrel está la infidelidad, la capacidad del enamorado de renovar su amor en otra persona, en el centro de esta película, en cambio, está la fidelidad, está un hombre siempre fiel al amor que ha tenido desde su juventud. Entonces Un hombre fiel es la materialización y lo fructífero de esa fidelidad.
Papá Garrel dice Adulterio, Louis dice: No, nunca. Abel, el personaje que también interpreta Louis Garrel, dice en un momento de la película: “No hay nada peor que ser infiel”. ¿Qué tanto puede uno separarse de los padres? En esta película no es que Abel deje de ver otras mujeres. “Me acosté con otra mujer para olvidar a Marianne (la mujer que ama) y terminé por olvidarme de la otra mujer”, dice. Se trata de un asunto distinto. Eve (Lily Rose Depp, otra de esas hijas que siguen la labor de su padre) lo explica: “He tenido otras relaciones, ninguna que valga la pena contar”. Para hablar de la fidelidad, el hijo Garrel ha necesitado de un triángulo amoroso (¿cómo más lo iba a hacer?).
Maravillosa, divertida, llena de energía, que alterna entre los tres puntos de vista del principal triángulo amoroso y que mantiene siempre a un personaje nombrado y nunca visto (incluso cuando muere), Un hombre fiel es un testimonio de principios. Es la manera que tiene un hijo del cine de inscribirse dentro de una tradición –en la que nació– pero abriendo su propio camino. La película no de un replicador sino de un inventor, un explorador. No hay que dejarla pasar.
*
Coda: queda claro que este asunto de los hijos no atañe solo a los hijos de cineastas. Todos somos hijos y en lo que hacemos buscamos la diferencia, la rebelión, el (doloroso) distanciamiento. El cine de los hijos bien podría ser todo el cine.
Más resultados...
Más resultados...
EL CINE DE LOS HIJOS
Un hombre fiel (L'Homme fidèle, 2018), de Louis Garrel
La historia del cine tiene sus propios padres y madres, aparecen de vez en cuando y arropan a más hijos de los que ellos se imaginan. Quien hace del cine su hogar entra a él dispuesto a ser adoptado. Al mismo tiempo que van ampliando –sin saberlo– sus familias, estos maestros pueden engendrar hijos biológicos. Es el caso de Louis Garrel, hijo no solo de su padre sino de la historia del cine. A este panorama silencioso de cosas se le puede agregar que aquellos hijos biológicos, a veces, decidan dedicarse al cine. Louis Garrel, primero actor después director, entra en esa categoría.
Esos hijos que terminan, en concreto, dirigiendo, pueden saberlo o no, lo primero que hacen es poner de manifiesto lo que los separa de aquello que han hecho sus padres (y esa es una tarea ardua). El cine les sirve como gesto de distanciamiento. Es mas, creo que no pueden hacer otra cosa que, destino de los hijos, arremeter contra sus padres.
Un hombre fiel, segunda película de Louis Garrel, es el ejemplo perfecto para pensar esta situación. Como en las películas de su padre Philippe, acá Louis pone la cámara frente a un doble intrincado triángulo de sensibilidades amorosas, el amor como una cuerda que los enreda a todos. Lo que inmediatamente nos hace preguntar: ¿puede uno alejarse del universo simbólico que regalan los padres? Parece que no. Garrel hijo no puede partir desde un lugar que no sea el camino venido a mal (o a bien) de un hombre enamorado. Pero claro, todo esto es una apariencia. Ambos universos cinematográficos pueden, en la superficie, ser similares, pero no es otra cosa distinta a cuando uno se mira en el espejo y ve rastro de sus padres, confirmando que ha empezado (o que hasta ahora es consciente de eso) a parecerse a ellos, y uno, entre la desesperación y el susto, en el fondo se convence de la enorme diferencia que existe entre la imagen del espejo y la de los progenitores.
Un hombre fiel es un gesto de rebeldía, una película de emancipación, que desde su título ya revela la distancia que hijo quiere establecer con padre. Si el padre dice una cosa, el hijo responde otra, distinta. Puede uno sentir la liberación de Louis en la película: no le teme a combinar la pesadez de la confesión de un pequeña tragedia con el humor, no es solemne –hay que ver cómo interpreta a su personaje–, introduce el misterio y la posibilidad de un crimen a través de un niño.
Si en el centro del cine de Philippe Garrel está la infidelidad, la capacidad del enamorado de renovar su amor en otra persona, en el centro de esta película, en cambio, está la fidelidad, está un hombre siempre fiel al amor que ha tenido desde su juventud. Entonces Un hombre fiel es la materialización y lo fructífero de esa fidelidad.
Papá Garrel dice Adulterio, Louis dice: No, nunca. Abel, el personaje que también interpreta Louis Garrel, dice en un momento de la película: “No hay nada peor que ser infiel”. ¿Qué tanto puede uno separarse de los padres? En esta película no es que Abel deje de ver otras mujeres. “Me acosté con otra mujer para olvidar a Marianne (la mujer que ama) y terminé por olvidarme de la otra mujer”, dice. Se trata de un asunto distinto. Eve (Lily Rose Depp, otra de esas hijas que siguen la labor de su padre) lo explica: “He tenido otras relaciones, ninguna que valga la pena contar”. Para hablar de la fidelidad, el hijo Garrel ha necesitado de un triángulo amoroso (¿cómo más lo iba a hacer?).
Maravillosa, divertida, llena de energía, que alterna entre los tres puntos de vista del principal triángulo amoroso y que mantiene siempre a un personaje nombrado y nunca visto (incluso cuando muere), Un hombre fiel es un testimonio de principios. Es la manera que tiene un hijo del cine de inscribirse dentro de una tradición –en la que nació– pero abriendo su propio camino. La película no de un replicador sino de un inventor, un explorador. No hay que dejarla pasar.
*
Coda: queda claro que este asunto de los hijos no atañe solo a los hijos de cineastas. Todos somos hijos y en lo que hacemos buscamos la diferencia, la rebelión, el (doloroso) distanciamiento. El cine de los hijos bien podría ser todo el cine.
Tal vez te interese:Ver todos los artículos
EL ORIGEN DE LAS ESPECIES
EL (INELUDIBLE) OFICIO DE MIRAR
VICIOS DEL TIEMPO - FICCI 63
Reflexiones semanales directo al correo.
El boletín de la Cero expande sobre las películas que nos sorprenden y nos apasionan. Es otra manera de reunirse y pensar el gesto del cine.
Las entregas cargan nuestras ideas sobre las nuevas y viejas cosas que nos interesan. Ese caleidoscopio de certezas e incertidumbres nos sirve para pensar el mundo que el cine crea.
Únete a la comunidadcontacto
Síguenos