La nueva edición del Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias se estrena con un nuevo equipo y cambios sustanciales. Le preguntamos a diferentes personas del medio su opinión al respecto.
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Carol Ann Figueroa, guionista, productora, obtuvo el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar en el 2008.
1. ¿Qué ha significado el FICCI para usted?
El Ficci ha sido una suerte de hogar para mí. Un lugar que he visitado con cada documental que he hecho no solo cuando ya están terminados sino durante su creación, su replanteamiento y finalmente su contacto con el público. Desde el 2008 hasta el 2018 he visitado el festival con diferentes objetivos cada vez y siempre ha sido una experiencia increíblemente nutritiva que cada año fortalece y acerca al sector. He conocido muchas personas claves en mi crecimiento creativo y profesional gracias al FICCI y por eso tiene un gran valor para mí. Es una casa, una escuela. Un lugar para que el cine colombiano crezca y se sienta fortalecido.
2. ¿Qué opina sobre las nuevas categorías del FICCI?
Creo que a primera vista no permiten un acercamiento entre las películas seleccionadas y el público interesado en verlas. Los nombres son tan ingeniosos que acaban por ser confusos y esto no solo dificulta el proceso de elegir qué mirar, sino que desdibuja el criterio general del Festival. Porque lo hace lucir poco claro, caprichoso y nada especializado, aún cuando las películas realmente correspondan a una curaduría clara y cuidadosa. Los nombres de las categorías son una primera puerta para el espectador tanto cultivado como desprevenido, y en ambos casos estos nombres son más una puerta que se cierra que una invitación a seguir.
3. ¿Para usted qué significa que se hayan suprimido las competencias en el FICCI? ¿Qué tendría como ventaja o desventaja?
El carácter competitivo de un Festival es fundamental para los realizadores y productores al momento de elegir a dónde quieren llevar sus películas pues se trata de una decisión en la que confluyen temas como el dinero que vas a invertir en tu circuito de festivales, la pericia con la que vas a organizar ese cronograma para no perder un estreno en "X" lugar que exige que tu película no haya estado en ningún otro lado o la pertinencia de tu película según la temática más fuerte de cada festival etc, etc. Cuando el festival deja de ser competitivo deja de ser tentador como destino de tu película, particularmente para las películas colombianas, porque recibir un reconocimiento del festival más antiguo de Latinoamérica automáticamente significa ser respaldado por un evento con experticia, generándote automáticamente visibilidad ante tu público natural -que sería el colombiano- y ante los siguientes festivales a los que quieres ir y que van a saber de ti por cuenta de ese reconocimiento. Al dejar de ser competitivo el festival, naturalmente tú buscarás que tu película tenga el chance de recibir un espaldarazo que le dé visibilidad en otro lugar y el FICCI no será prioritario. Esto hace que la selección tenga menos chance de contar con estrenos, lo cual le restará atractivo al evento tanto para los miembros de la industria o el público especializado que no buscan ver lo que ya han visto en otro lado, como para el público general que no tiene la motivación de elegir una favorita y tener la ilusión de que la que considera la mejor, será en efecto la premiada.
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Alejandro Ramírez Rojas, compositor
1. ¿Qué ha significado el FICCI para usted?
El FICCI ha sido para mí, desde hace más de diez años, un lugar de encuentro, de aprendizajes, de regocijo y reconciliación con el cine y los cineastas. A través de él he presenciado muchas realidades, las más impactantes de mi país, y otras hasta inverosímiles de otras sociedades. El FICCI siempre ha sido una gran fiesta, la gran fiesta del cine colombiano en pleno. Es sin duda un patrimonio de la comunidad cinematográfica colombiana.
2. ¿Qué opina sobre las nuevas categorías del FICCI?
Bueno, el mundo se reinventa continuamente. Yo siempre estoy abierto a los cambios y estas nuevas categorías se plantean casi de modo disruptivo, y eso me gusta, en especial porque no me parece una ligereza por parte del Festival, me parece que hay un contenido muy especial en cada una de ellas. Es natural que ante un cambio estructural de este estilo, muchas de las reacciones sean de rechazo, eso es natural, pero ya veremos en realidad cuál es el verdadero resultado de ello. El Festival hizo una apuesta arriesgada y se la jugó por ella, ya veremos si valió la pena.
3. ¿Para usted qué significa que se hayan suprimido las competencias en el FICCI? ¿Qué tendría como ventaja o desventaja?
Imaginar el Festival, o un festival sin competencia oficial es algo también difícil de digerir, debo confesar. En ese sentido, lo que en realidad tenemos es una muestra cinematográfica dividida por categorías, en donde se presume que la competencia se realizó previa al evento en sí, o sea, en su curaduría; lo cual supone una expectativa mucho más alta por parte de los asistentes. Por otro lado, para los cineastas puede resultar desestimulante, pues al final, los reconocimientos y los circuitos de festivales impulsan a las películas ante su público. Pero, como ya mencioné anteriormente, esta también es una apuesta arriesgada de la dirección artística y ya veremos al final cómo se evalúan los resultados de esta edición FICCI.
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Guillermo Quintero, director
1. ¿Qué ha significado el FICCI para usted?
Durante mucho tiempo he sido un simple espectador lejano del FICCI. Lo seguía apenas en la distancia desde mi labor como promotor del cine colombiano en Francia. El FICCI, claro, se construyó en mi imaginario como uno de los referentes del cine iberoamericano y colombiano. Pero la idea del festival era para mí algo vaga. Pensaba en Cartagena, en lo precioso y terrible de esa ciudad, en sus contrastes marcados, e imaginaba que el festival, a pesar de llevar consigo esa poderosa carga del cine, no escapaba de esa visión contradictoria.
En el 2017 asistí por primera vez. Estuve allí gracias a la selección de Homo botanicus, mi primer proyecto, en el Taller documental del Puerto FICCI. En esa ocasión viví el festival siguiendo todas las actividades del taller, lo que no me impidió poder vivirlo desde adentro, y entender la amplitud de la fiesta que allí se lleva a cabo. Confronté por primera vez esas ideas que formé en la distancia que al final no distan mucho con la realidad: Cartagena siempre será Cartagena, con sus contradicciones más duras y flagrantes, y el FICCI, a pesar de no poder escapar a esa lógica, representa la fiesta más grande del cine en Colombia y en la región. El FICCI, como todo festival, es ante todo el encuentro poderoso que nos ofrece el cine en las salas.
Este año iré por segunda vez. Por un lado, Homo botanicus está en la selección de “Documentes hecho en casa”, y por otro lado, iré de nuevo al taller documental con mi segundo proyecto (Río Rojo). . Después de haber pasado con Homo botanicus por Dok-Leipzig y por el festival de cine de Turín estoy ansioso de ver la recepción en el FICCI. Será sin duda un momento muy gratificante para mí, para los otros productores y para los personajes. Es de alguna manera una manera de cerrar parte del ciclo que comenzó cuando empecé a rodar en Colombia en el 2014. Porque el cine se hace también pensando en ese momento del encuentro entre la obra y el público en la sala, y en Colombia el FICCI sigue siendo de lejos el mejor momento para que ese momento se conjure por primera vez para las películas colombianas.
2. ¿Qué opina sobre las nuevas categorías del FICCI?
Las categorías nuevas me tienen un poco confundido. Desde que las anunciaron me pareció que evidenciaban un problema de clasificación. Yo prefiero las cosas simples, con títulos claros y clásicos como “Documental Colombiano” o “Ficción internacional”. Por supuesto, esto no excluye que se pueda hacer una categoría dedicada a un tema específico o a alguna región, o un tributo a algún cineasta. Pero recuerdo que cuando anunciaron las categorías me costó mucho imaginarme qué tipo de películas irían en cada una de ellas. Cuando te tienen que explicar demasiado qué va en qué creo que hay un problema.
Y es que algunas secciones parecen tener criterios de clasificación algo vagos. Por ejemplo, si tomamos la categoría “la gente que hace cine y lo que el cine le hace a la gente”. El título no nos conduce a una definición clara. En la explicación de la sección nos dicen que son documentales “en donde la producción del documental tenga consecuencias significativas sobre sus protagonistas”. Yo entonces me pregunté cuáles son los documentales en donde su producción no tenga consecuencias significativas sobre los protagonistas. Además, pienso que crear otra sección de documental a parte de la ya existente dispersa un poco la selección. Más aún cuando son secciones con cuatro películas.
Esto me lleva también a interrogarme sobre el número de secciones y el número de películas en cada una de ellas. Creo que hay muchas secciones con pocas películas. Y esto puede ser un problema para la simple navegación de un espectador que quiere escoger las películas que quiere ver en el festival. En definitiva, creo que entre tantas categorías y con una clasificación compleja se pierde en claridad.
3. ¿Para usted qué significa que se hayan suprimido las competencias en el FICCI? ¿Qué tendría como ventaja o desventaja?
Yo soy partidario de dar premios aún cuando soy consciente de su subjetividad. Los premios siempre dependen de un comité y por ende dependen de la visión de sus miembros. Ganar un premio se traduce muchas veces en estar en el momento indicado con el jurado indicado. Existe siempre ese componente de suerte que hace que unos ganen y otros no. Pero es que toda la lógica del cine está basada en esa dinámica. Desde que se aplica a un fondo hasta que se llega a un festival, la obra o el proyecto siempre se enfrenta a un grupo de personas que lo juzgan para seleccionarlo o desecharlo. El mismo proceso de selección de las películas que componen un festival funciona así. El comité curador escoge sus “preferidas” y descarta a las otras. La competencia está presente siempre y por lo mismo no veo válido el argumento de quitar los premios para imponer una lógica de equidad. Es como si se eliminara un fondo argumentando que no es justo con los proyectos que no se escogen y que no ganan nada.
Además, en muchos casos, los premios hace que algunas películas puedan llegar a ser visibles ante la prensa y el público y esto les da más fuerza para una posible salida en salas. Por supuesto que las que no ganan ningún premio no tienen esa visibilidad, y se puede decir que no es justo para ellas. Pero sin premios los únicos que van a tener ese impulso serán las películas que cuenten con un músculo comercial fuerte y entonces incluso se pierde ese potencial para las demás películas.
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Andrés Jaramillo, abogado litigante en Derecho de Autor y Asesor en Derecho Comercial. Ha asesorado numerosas producciones colombianas.
1. ¿Qué ha significado el FICCI para usted?
Desde que vengo, para mí ha sido claro que es al evento en el cual tanto los miembros de la industria como los amantes del cine deben asistir sí o sí. La selección de las películas seleccionadas para el público siempre ha sido acertada y variada. Para los productores y demás miembros de la industria, es un espacio para hacer "networking" y negocios en el mejor de los ambientes. En general, para mí el FICCI es el evento más importante de la industria en Colombia sin dudas.
2. ¿Qué opina sobre las nuevas categorías del FICCI?
Tengo una posición ambigua al respecto. Los nombres me parecen algo curiosos. Sin embargo, más que como se llamen, me parece que hay que darles tiempo a las nuevas categorías para saber si se vuelven importantes o relevantes en sí mismas como categorías de exhibición del festival, o si se trató únicamente de darle nombres algo extraños a categorías más o menos tradicionales, ejemplo "documentes".
3. ¿Para usted qué significa que se hayan suprimido las competencias en el FICCI? ¿Qué tendría como ventaja o desventaja?
Me parece un desacierto mayúsculo. Pretender que el cine no es competitivo es tapar el sol con las manos. No todas las películas tienen el mismo mérito ni artístico ni de producción. El hecho de que sean manifestaciones artísticas per se no las equipara a todas las unas con las otras. La lógica no competitiva del festival me parece ingenua, todos los aspectos de la vida son competitivos, empezando por uno mismo, somos esclavos de nuestras limitaciones y tenemos que luchar siempre contra ese yo que a veces nos impide crecer.
El cine es una competencia, ella permite al espectador saber si una película es, por lo menos en principio buena o mala, obliga al productor y al equipo artístico a hacer mejor las cosas en cada nuevo rodaje, obliga a ser original, a esforzarse con un mejor guión, con una mejor historia y así.
Sin competencia no hay ni cine, ni arte. De otra parte, me parece que baja el interés de participación por parte de los productores. Está claro para mí que este error estratégico, si no se corrige, hará que Guadalajara se convierta en el lugar para ir, y que el FICCI se convierta en una muestra inane para la industria de la cual vive.
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Gabriel Alberto Alba, Profesor Universidad Nacional, Líder del grupo Dinámicas Creativas: investigación y creación transmedia. Editor de la revista Actio: journal of design, film arts and comunication.
1. ¿Qué ha significado el FICCI para usted?
El Ficci para mí, no ha significado mucho. He sido jurado de la sección de "Cine católico", y he participado como tallerista en "Encuentros Cartagena". De modo que mi vinculación al festival ha sido como profesional y no en la competencia. Creo que es el festival de cine más importante del país y que atrae al mundillo del cine y a algunos expertos y personajes interesantes. Creo que la mayoría de los festivales son la feria de las vanidades, y en nuestros países es el encuentro de amigos y una oportunidad de rumba. Desde mi modesto punto de vista aportan muy poco al mejoramiento de la calidad de las películas. Una película premiada en un festival, solo habla del punto de vista de industrias, jurados o curadores con intereses particulares.
2. ¿Qué opina sobre las nuevas categorías del FICCI?
Considero importante que el Ficci deje de ser un festival competitivo y se vuelva un lugar de encuentro y de intercambio sin las prevenciones de los grandes festivales y de la industria. En el fondo eso siempre ha sido el Ficci, pero como tenía el nombre de "festival", entonces tenía que premiar y establecer "mejores" en todo. Eso no le hace bien a nuestra cinematografía que es pobre. Ese tipo de competencia solo alimenta egos. Y hoy en día, que el cine está muriendo, una competencia de "zombies" es un país sin industria y subalterno, sólo daría risa.
3. ¿Para usted qué significa que se hayan suprimido las competencias en el FICCI? ¿Qué tendría como ventaja o desventaja?
Es una ventaja. El modelo del festival competitivo es excluyente, inequitativo y anticuado. Si es cierto que estamos en un cambio de época, y que estamos entrando en la era de la conciencia (que creo todavía nos falta mucho), premios y competencias de esta naturaleza, sólo sirven para mantener un sistema obsoleto. Bien por el Ficci, que se desmarca de este modelo.
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Jorge Caballero, documentalista
1. ¿Qué ha significado el FICCI para usted?
Pues prácticamente toda mi carrera está vinculada al FICCI, había estado yendo al festival desde los últimos diez años, a presentar mis películas, como tallerista, espectador, docente, jurado… Solo tengo buenos recuerdos, llenos de encuentros y aprendizajes maravillosos. Creo que era (y espero que siga siendo), un sitio muy cercano y de encuentro entre cineastas y profesionales del cine de toda América latina.
Ahora creo que hay un desconcierto generalizado, y cierto temor a que se pierda espacio, que si bien es cierto es de gestión privada, muchos los sentíamos como un esfuerzo común. Ese sentimiento viene dado por el cambio radical de la propuesta, sin entender las razones o motivos que lo generaron.
2. ¿Qué opina sobre las nuevas categorías del FICCI?
Sinceramente no las entiendo. Es muy confuso seguir los nombres, un poco rocambolescos por cierto, y entender la intención de cada una de ellas. En estos años lo que más he valorado en el FICCI es su evolución en la programación, que no consistía en poner “buenas” o “exitosas” películas, sino en generar caminos, diálogos, espacios donde transitaban ideas, emociones, pensamientos cinematográficos; que a la larga es lo que una buena curaduría debería hacer. Aquí no entiendo la selección y me temo que esa idea que atravesaba las películas, está ahora enmarcada en temas muy básicos y generales que apuntan a otros objetivos. No sé, seguramente habrán ideas muy justificadas, pero al menos para mí son muy confusas.
3. ¿Para usted qué significa que se hayan suprimido las competencias en el FICCI? ¿Qué tendría como ventaja o desventaja?
Es una gran desventaja porque desconoce la realidad cinematográfica, que siempre es competitiva. La lógica de la asignación de recursos para desarrollar, producir, posproducir, exhibir y distribuir películas, tiene su base en la competencia, por suerte o por desgracia; y si se quiere cambiar el modelo, pues tocaría inventarse un nuevo cine, de cero seguramente. Por otro lado hay cierta contradicción, porque igualmente ya hay una competencia; el hecho de tener un jurado, que escoge qué películas se muestran o no, pues ya es un símbolo inequívoco de selección y de una especie de "premiación", esa lógica de la competencia ya existe.
Además el FICCI tiene una tradición de películas premiadas que muchas veces son el pistoletazo de salida para muchas películas o autores de la región, que necesitan ese empujón del premio para que puedan ser vistas. En términos generales los premios del FICCI hacían más bien que mal a la cinematografía latinoamericana. ¿Por qué quitarlos?
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Camila Loboguerrero, directora
1. ¿Qué ha significado el FICCI para usted?
Para mí, como directora (y guionista y a veces productora), el FICCI ha sido: a) la ventana donde he podido mostrar mis películas b) en varias épocas, el sitio de encuentro con los directores latinoamericanos c) el acceso al cine internacional de gran calidad que no es exhibido en los circuitos comerciales.
2. ¿Qué opina sobre las nuevas categorías del FICCI?
Las nuevas categorías me parecen confusas y sin gracia
3. ¿Para usted qué significa que se hayan suprimido las competencias en el FICCI? ¿Qué tendría como ventaja o desventaja?
Un golpe duro a los nuevos realizadores, para quienes un premio es una posibilidad de tener prensa, ante la dificultad económica de promocionar su película. Creará apatía en el público pues la competencia trae discusiones apasionadas, sobre los guiones, o sobre los actores. La competencia fomenta la curiosidad por películas desconocidas con buena o mala reputación. La apatía puede traducirse en disminución de público y poca curiosidad de parte de la prensa. Los nombres de las nuevas categorías no ofrecen mucha ilustración para un público desinformado.
Puedo hablar de FICCI desde que apareció Mónica Wagenberg en el panorama y renovó las estructuras que luego fueron continuadas por Diana Bustamante y el trabajo de Pedro A. Zuluaga como Jefe de Curaduría. A lo que era una especie de reunión de amigos muy de la mano del realismo mágico y de García Márquez, tanto Mónica como Diana le dieron una sacudida positiva que insertó al festival en un lenguaje y tono afín con los cambios en lenguajes audiovisuales y tendencias globales en festivales y distribución. Hasta ese momento, FICCI significó para mí la renovación de un espacio de discusión e intercambio que fortalecía el momento actual de cine con una programación de rigor y calidad, una oportunidad para gestar algo trascendental desde Colombia que tenía significado para diversas comunidades de cine. Ya no significa lo mismo con los cambios que estamos presenciando. Entiendo que las instituciones necesitan renovación, pero también deben cumplir ciclos y contar con consenso. Es una pena que un proyecto tan sólido como el de Bustamante y Zuluaga haya sido truncado sin ninguna explicación cabal para quienes apoyamos y hemos trabajado para FICCI.
2. ¿Qué opina sobre las nuevas categorías del FICCI?
Están absolutamente desconectadas de las conversaciones y foros globales sobre cine y audiovisuales. Carecen de rigor estético y crítico. Demuestran una falta de seriedad absoluta de los directivos y curadores. Lo de ficciones de "acullá" y "cortizona", por ejemplo, es una broma absoluta. "Lo que la gente hace al cine y el cine hace a la gente" demuestra una enorme pobreza para pensar en términos de cine. Entiendo que las directivas y curadores se adhieren por completo a la ideología del Presidente Duque y su pregón de industrias creativas naranja. Y que las categorías hacen eco de esta pobreza mental de la actual administración del país. Pero es una pena que todo esto señala abiertamente la pérdida de FICCI como un espacio crítico, de contención y de gestación de nuevas propuestas para entender la trascendencia del cine como espacio generador de cambio.
3. ¿Para usted qué significa que se hayan suprimido las competencias en el FICCI? ¿Qué tendría como ventaja o desventaja?
Que ya no es un festival sino una muestra. O sea, lo que dice por allí que ya no sea FICCI sino MICCI debe aplicarse. No soy fiel seguidora de premios porque entiendo lo subjetivos que pueden ser y los intereses que muchas veces los mueven, tanto en FICCI como en otros festivales. Pero la suma general de la propuesta, las categorías nuevas, la carencia de un ángulo crítico y conocedor convierte a FICCI en otro gran mercado neoliberal del audiovisual. Seguimos sirviendo el país en bandeja de plata para la inversión depredadora de capital extranjero.
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Ana Piñeres, productora.
1. ¿Qué ha significado el FICCI para usted?
Para mí el FICCI es la gran fiesta del cine en Colombia, donde cada año, en una ciudad maravillosa, nos damos cita los miembros de la industria, los estudiantes ávidos de buen cine y un sin número de talentos donde se da el ambiente para intercambiar experiencias, aprender, hacer negocios.
2. ¿Qué opina sobre las nuevas categorías del FICCI?
Creo que es hora de darle un espacio nuevamente al cine iberoamericano, tal como fue la tradición del FICCI; ampliar categorías para que se pueda. Apreciar no solo el cine mundial sino el crecimiento de nuestro cine en sus diferentes géneros y formatos. El espaldarazo hacia el mestizaje y la migración. Es un gran acierto, una apertura democratizadora y que corresponde a los nuevos tiempos, los nuevos talentos y explorar en un cine valioso y casi invisible hasta ahora.
3. ¿Para usted qué significa que se hayan suprimido las competencias en el FICCI? ¿Qué tendría como ventaja o desventaja?
Más que tener una opinión creo profundamente en el criterio de Felipe Aljure, su nuevo director artístico, y las motivaciones por las cuales han llegado a esta conclusión.
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Sofía Gómez, crítica de El Tiempo
1. ¿Qué ha significado el FICCI para usted?
Mucho. Como periodista ha sido la posibilidad de encontrarme con otros colegas, compartir las apreciaciones de películas y actividades, y debatir acerca de la situación actual de la industria local. También me ha brindado la oportunidad de acercarme a grandes figuras del cine para conocerlos y entrevistarles. Tuve el honor de ser jurado de la hoy desaparecida categoría Gemas, en 2014, año en el que compartí con Pawel Pawlikowski, por ejemplo. Y como cinéfila, lo más importante es la oportunidad de ver producciones que quizás jamás encuentres ni en los cineclubes.
2. ¿Qué opina sobre las nuevas categorías del FICCI?
Es raro, suenan creativas, pero creo que son confusas porque en un intento de jugar con la sonoridad, termina uno sin saber qué define cada una.
3. ¿Para usted qué significa que se hayan suprimido las competencias en el FICCI? ¿Qué tendría como ventaja o desventaja?
Es difícil decir qué sucederá con el FICCI no competitivo. La ventaja de no ver el cine como una carrera atlética puede ser provechoso desde el punto de vista que se unifique la producción cinematográfica como un logro de la industria, no como una competencia. Sin embargo, eso plantea una dificultad grande y es que toda nuestra industria está basada en la competencia (desde el FDC y los Estímulos del Ministerio de Cultura). Es muy valiente la propuesta de Felipe Aljure de intentar modificar ese concepto en el FICCI
Para mí, es difícil concebir un festival sin competencia, pues las nuevas producciones se sustentan en los premios para poder distribuirse mejor y ganar nuevos espacios. Si no hay ese tipo de estímulos es posible que los directores busquen otros festivales para mostrar sus películas y eso haga que el FICCI luzca añejo. Al convertirse en festival no competitivo el FICCI cambiaría de clasificación, lo cual también podría afectar sus contenidos. Ahora, hay que recordar el buen referente que es Toronto, que solamente entrega premios del público.
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Pedro Adrián Zuluaga, crítico de cine
1. ¿Qué ha significado el FICCI para usted?
Voy al FICCI ininterrumpidamente desde 1992, y siempre ha significado la promesa de un encuentro o de muchos. La palabra Festival tiene la connotación de fiesta y la fiesta siempre tiene que ver con el deseo. En los años noventa, en épocas lánguidas para el Festival, siempre se mantuvo intacta la posibilidad -o el sueño- de encontrarse con películas inspiradoras, transgresoras. Y así pasó, y fueron determinantes en la educación de mi mirada. Algunas de las que recuerdo son El pájaro de la felicidad de Pilar Miró, Las vueltas del citrillo de Felipe Cazals, Japón de Carlos Reygadas o Atrapados de Robert M. Young. Cuando el festival dio un giro radical en la primera década del siglo XXI estuve en el FICCI de otras maneras: impartí tal vez el primer taller de crítica, en 2004, cuando era editor de Kinetoscopio y la revista recibió un homenaje, y luego participé como organizador de eventos cuando trabajaba en la dirección de cinematografía del Ministerio de Cultura, en los encuentros de formación que se iban estableciendo de manera firme y segura. Fui jurado de la FIPRESCI en 2012, y finalmente entre 2014 y 2018 fui su jefe de programación. El Festival, entonces, ha sido parte fundamental de mi formación como espectador, cinéfilo y como profesional, porque me ha dado la oportunidad de conocer el cine desde otras facetas que han enriquecido la mirada que tengo hoy de las películas, como un fenómeno complejo en el que se cruzan prácticas sociales, políticas, estéticas, éticas e institucionales.
2. ¿Qué opina sobre las nuevas categorías del FICCI?
Me parece que las nuevas categorías y sobre todo la eliminación de las competencias significan un riesgo que no temo definir como aventurero e irresponsable. Esa decisión, que conlleva la dilución del cine iberoamericano dentro del Festival, ataca el corazón mismo de su historia, y tiene consecuencias impensables para el lugar del FICCI dentro del circuito de festivales de la región. A nivel internacional hay una amenaza real de que el FICCI pierda su lugar de referencia dentro de este circuito y se convierta en una parada simpática (como siempre lo ha sido), con unas muestras sin mucho carácter que apuntan a un vago sentido de inclusión y que quieren dar satisfacción a todo tipo de demandas, para no terminar sentando posición respecto a ninguna. El FICCI, con esa decisión temeraria, puede perder el circuito en el que se había consolidado (el del cine de autor nacional, iberoamericano e internacional) sin llegar a reemplazarlo por ningún otro. ¿Acaso va a volverse un punto de referencia para el cine indígena, afro, caribeño o cartagenero con muestras de cinco o menos películas en cada categoría dedicada a estos enfoques? Me temo que no. Y esto plantea un desafío futuro enorme para los próximo directores artísticos. Porque el prestigio de un festival es difícil de consolidar pero facilísimo de perder. Basta un año para hacer daño.
3. ¿Para usted qué significa que se hayan suprimido las competencias en el FICCI? ¿Qué tendría como ventaja o desventaja?
Esta respuesta se relaciona necesariamente con la anterior. Significa, de parte de la nueva dirección artística, un profundo desconocimiento de las dinámicas de los festivales de cine y la puja entre entre ellos por un lugar, un carácter y unos títulos: es decir, su inserción en un esquema competitivo, por mucho que se premien las películas o que no. Tiene como desventaja que se pierde acceso a títulos más recientes y se saca al FICCI de la ruta de festivales que marcan una pauta para el cine iberoamericano (lo cual está en buena medida vinculado a que el Festival entregue premios). En suma, el Festival pierde interés no solo para los cinéfilos y también para la industria. Es difícil ver ventajas en la decisión de eliminar las competencias; se quieren saldar algunas deudas históricas, como aquella que tenía el FICCI con el cine cartagenero. Pero por lo pírrico de la muestra local me temo que se va a tratar de una deuda mal pagada.
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Josephine Landertinger, directora y actual programadora del Festival
1. ¿Qué ha significado el FICCI para usted?
El FICCI es mi casa cinematográfica. Este Festival me ha acompañado a lo largo de mi corta carrera. Acá he trabajado en la parte de industria, he participado con mi primer largo en el Taller de Cine Documental, acá pude estrenar mundialmente HOME - el país de la ilusión. Es en Cartagena donde una vez al año se reúne toda la industria para celebrar la fiesta del cine colombiano. Amo este festival con todo mi corazón.
2. ¿Qué opina sobre las nuevas categorías del FICCI?
Las nuevas categorías del FICCI son una apuesta interesante para lograr establecer el Festival en su región. Hablo de Hace Calor, Muestra Afro y Muestra Indígena, porque estas realmente son las grandes novedades. La nueva sección "HACE CALOR" proyectará películas de Nicaragua, República Dominicana, Cuba, Puerto Rico y Guatemala. Me parece muy valioso darle un espacio especial al Caribe, pues es necesario que este cine tenga una puerta abierta en Colombia siempre para conocernos y apoyarnos. La Muestra de Cine Afro y la Muestra Indígena miran hacia adentro, o sea muestran la Colombia diversa que somos por la herencia multicultural. Que haya un espacio de dedicado al Cine Afro en un Festival que se lleva a cabo en Cartagena no sólo hace mucho sentido, sino que es casi una obligación empezar a fomentarlo. Lo mismo siento con la Muestra Indígena. Qué bueno que un festival tan grande como el FICCI la haga y que no queden esas películas escondidas es pequeños festivales de nicho, sino que mucha gente pueda acceder a estas historias.
La sección De Indias fue una categoría muy solicitada por los mismos cineastas de la región que en algún momento sintieron que el FICCI se había tornado en un festival de "cachacos" que usaban a Cartagena como escenario del evento y ya. Entonces "De Indias" es un esfuerzo de atender a esa solicitud y empezar a dinamizar y darle visibilidad a los cineastas de Cartagena y del Caribe colombiano.
3. ¿Para usted qué significa que se hayan suprimido las competencias en el FICCI? ¿Qué tendría como ventaja o desventaja?
Creo que hay un miedo generalizado en la industria que el hecho de que se haya suprimido la competencia automáticamente hará que el Festival pierda prestigio. Como cineasta, pienso que es un miedo válido. De todas maneras, como curadora del Festival puedo asegurar que la calidad de las películas que hemos seleccionado es de lo mejor que hay en el mundo en este momento. Aparte de las novedades que mencioné anteriormente, hay un esfuerzo de pensar en los espectadores y ofrecerles una experiencia inolvidable y también en la cinefilia y la industria. Curar un Festival es una tarea gigante. No es sólo elegir un par de películas. Fue un esfuerzo de un grupo muy dedicado de personas que nos tomó casi medio año de trabajo, visualizando y discutiendo. Con esto quiero decir que por un lado ya no hay premios en dinero para las obras finalizadas, pero por otro lado sólo había cinco cupos para gran parte de las secciones. Esto significa que si tu película entra a esa selección, sí sigue siendo prestigioso
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Nicolás van Hemelryck, director y productor
1. ¿Qué ha significado el FICCI para usted?
Para mí como cineasta y para nosotros en Casatarantula el FICCI ha sido absolutamente fundamental. La primera vez que fui en 2014 estuve con Amazona en el Taller Documental con Joan Gonzales, y ahí se abrieron las puertas para ganar el IDFA Bertha Fund, el Tribeca Film Fund, ganamos un premio para acceder el Pitch de DocBarcelona, donde Amazona fue el film inaugural unos años después y ganamos el premio de Ático. Desde entonces no hemos parado de colaborar con el FICCI en nuestros proyectos. Amazona estrenó en 2017 en la Competencia Internacional y en la Competencia de Cine Colombiano y ganó el Premio del Público, que nos abrió las puertas tanto con el distribuidor (Cineco) con varios aliados para salir a salas de cine, donde la película fue un éxito. También estuvimos con nuestra siguiente película Homo Botanicus en el Taller Documental con Marta Andreu, y ganamos el premio de Tribeca y el de Señal Colombia, quien luego sería coproductor de la película. Este año se estrena esta película en el FICCI y además tendremos nuestro corto LIMBO en el Work in Progress. Paralelamente nuestras películas siempre han estado en la videoteca del FICCI donde hemos conseguido buenos contactos con programadores y distribuidores internacionales.
Además, el FICCI ha sido el lugar para encontrar a la industria nacional, para conocer y reencontrar gente clave de la industria internacional, y para ver muy buen cine.
2. ¿Qué opina sobre las nuevas categorías del FICCI?
Aunque quisiera esperar a ver cómo transcurre el festival, me parece que el cambio tan radical es sumamente perjudicial para el festival y para la industria del cine colombiana.
Desde el punto de vista de cineasta, de entrada me resultaron sumamente confusas. En el momento de aplicar con Homo Botanicus fue muy complicado. Primero, porque en la plataforma yo debía escoger a qué categoría mandarlo, y resultaba muy enredado, sobretodo porque no me dejaba aplicar a más de una. Una vez escogida la categoría que yo consideraba más acorde, después de leer una larga explicación de cada una, fue imposible pues al ser coproducción colombo-francesa, no me permitía mandarla ni a la nacional, ni a la no-iberoamericana.
Desde el punto de vista de usuario, me resulta igualmente confuso la manera como se decidió agrupar las películas. No es claro el criterio de curaduría y no deja ver una línea de programación, característica fundamental para un festival de cine.
3. ¿Para usted qué significa que se hayan suprimido las competencias en el FICCI? ¿Qué tendría como ventaja o desventaja?
Para mí la competencia en el cine nunca ha tenido mucho sentido, sobre todo en el mundo documental donde hay una mirada crítica sobre el mundo, y se termina cayendo en las lógicas básicas de competitividad. Sin embargo entiendo por qué ocurre la competencia y creo que es una buena manera de que películas complejas tengan un respaldo desde la industria. En cuanto al FICCI sus competencias le daban toda la relevancia en el panorama internacional. Uno de los argumentos que oí era el deseo de convertirlo en un festival de público como el de NY o Londres. Pero de entrada me parece un grave error, pues en Cartagena no hay el público que tienen esas metrópolis, hasta el punto que normalmente el cine independiente no se programa en Cartagena. Creo que el FICCI tiene que entender su posición en el panorama de la industria internacional y nacional y construir sobre lo construido, reforzando lo que funciona, como las competencias, y abriendo nuevos espacios.
Como cineasta la eliminación de la competencia me despierta una gran preocupación. Sobre todo porque el FICCI ha sido el lugar en Colombia donde nuestras películas son protagonistas en el ámbito internacional. Es festival se había posicionado muy bien y no solo había mucha gente buscando películas colombianas en el FICCI para llevar al mundo, sino que los productores iberoamericanos consideraban que era un lugar importante para tener sus películas. Espero que me equivoque, pero creo que ahora el FICCI pasará a un segundo nivel para los productores de la región y preferirán estrenar sus películas en otros países. En este caso los cineastas productores seremos los grandes perdedores y otro festival tendrá que ocupar ese espacio valioso que tenía el FICCI.
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Gerylee Polanco, productora
1. ¿Qué ha significado el FICCI para usted?
Colombia tiene más de sesenta festivales en diferentes ciudades y poblaciones, esto es muy interesante como mapa de país porque demuestra la importancia que tienen los festivales para llevar lo mejor del cine a dichos lugares. El FICCI, por supuesto, está en ese mapa, primero como uno de los festivales más antiguos de Latinoamérica y segundo como uno de los festivales categorizados por la FIAPF. Desde que estaba en la Universidad, sabía que ir a Cartagena era ir a “grandes ligas”; te permitía estar y aparecer en una escena de la cinematografía no solo nacional sino internacional. Es, además, un evento donde se congrega todo el sector cinematográfico, es también el espacio para reflexionar sobre el cine, gracias a su agenda académica, y sin duda uno de los puertos de salida del cine colombiano hacia el mundo.
2. ¿Qué opina sobre las nuevas categorías del FICCI?
La nuevas categorías presentas un panorama amplio y nutrido de cinematografías del mundo, mostrando diversidad de miradas y de posibilidades de creación. Al parecer hay criterios de orden geopolítico, también de género cinematográfico y de duración. Considero que los nombres otorgados a las categorías corresponden a códigos locales o nomenclaturas metafóricas, constituyendo una apuesta poco convencional, y podría ser contraproducente porque yo, por ejemplo, en una primera instancia, no sé qué tipo de películas son sin leer la descripción de la categoría.
3. ¿Para usted qué significa que se hayan suprimido las competencias en el FICCI? ¿Qué tendría como ventaja o desventaja?
Si bien hay una nueva dirección artística y es totalmente natural que en cada nuevo ciclo los cambios generen polémica, la decisión de quitarle el carácter competitivo le resta, a mi juicio, peso al festival. Como productora, cuando uno participa en un certamen competitivo, sin duda se ve enfrentado a la crítica, a las jerarquías, a lo que es “bueno” o “malo”, a lo que se legitima, en suma, al juego de los prestigios simbólicos. Y es justamente este juego, el que le permitió a mis películas tener un foco, que las películas sobresalieran en la masa crítica de millones de filmes ya sea colombianos, latinoamericanos y del mundo en general. Y en una industria en crecimiento como la nuestra, estos reconocimientos, estos premios han ayudado a capitalizarnos en el mercado. Pero solo el tiempo nos permitirá ver qué gana y qué pierde el festival.
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Sebastián Múnera, director
1. ¿Qué ha significado el FICCI para usted?
La primera vez que visité el FICCI fue en el 2018 para acompañar La Torre. Cartagena fue nuestro estreno Iberoamericano y significó generar expectativa para nuestro estreno comercial, sin embargo, lo más especial fue convertir espectadores y cineastas en nuevos amigos.
2. ¿Qué opina sobre las nuevas categorías del FICCI?
El problema no es que sean chistosas sino que después de reirse uno siga preguntandose de qué tratan. Luego las descripciones te dan una idea. La pregunta que me queda es: ¿Si no hay competencia por qué clasificar? El separar en categorías da una idea de similutud, de relato compartido, de alguna manera la No competencia es contradictoria con la idea de la clasificación. Ahí radica el riesgo de esta versión: asume nuevas clasificaciones con la intención de diversificar la oferta y guiar intereses de los asisitentes pero los nombres son tan confusos que el interés se lo roba el mismo nombre de la categoría y no la expectativa de su contenido. Los cambios implican labores pedagógicas y comunicativas de mayor talante. ¿Tiene el público asistente razones de peso para asumir esos cambios? Toda buena curaduría es también una apuesta pedagógica.
3. ¿Para usted qué significa que se hayan suprimido las competencias en el FICCI? ¿Qué tendría como ventaja o desventaja?
Creo que las competencias siguen existiendo así no sean premiadas. Clasificar unas producciones dentro de una categoría es estar en competencia. Ahora bien, otra cosa distinta es que hayan suprimido los premios. La ventaja es que la plata de los jurados debería ser invertida en cosas también importantes, en este caso lo mejor sería una apuesta de comunicación coherente con el riesgo que se ha tomado. En otras palabras, hacer que la gente se sienta comoda en medio del cambio. Sin gente no hay festival. La desventaja es que los jurados generalmente son personas de la industria internacional, si ellos no vienen, se reducen las posibilidades de intercambio: si se ven menos las películas colombianas por agentes externos se reducen las posibilidades de su posterior circulación.
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Hugo Chaparro, crítico de cine
1. ¿Qué ha significado el FICCI para usted?
En su historia, con sus altibajos, conjurados cuando el festival se lo tomaron las mujeres -Mónika Wagenberg, Diana Bustamante-, el FICCI es una jaula de imágenes a la que asiste la fauna doméstica para quedar felizmente atrapada durante una semana en un zoológico de películas.
2. ¿Qué opina sobre las nuevas categorías del FICCI?
Cada festival inventa sus rótulos para nombrar lo mismo: el cine y su diversidad. En el FICCI, la región se impone para interesarse en los colores locales que hacen universales a la pantalla: la migración, los mestizajes, lo afro, Cartagena como escenario cinematográfico. Si armáramos un rompecabezas de festivales alrededor del mundo, la imagen final nos mostraría al planeta filmado según los intereses de los curadores que trabajan en sus eventos. Así, Cartagena hecha cine es América Latina en primer plano y el mundo en plano general.
3. ¿Para usted qué significa que se hayan suprimido las competencias en el FICCI? ¿Qué tendría como ventaja o desventaja?
Los productores buscan premios en festivales cuyas cajas de resonancia sean efectivas en términos comerciales: Cannes, Berlín, Venecia, San Sebastián. El paso de una película por el FICCI, restándole el ánimo competitivo, desvanece la carrera en el hipódromo del ego, pero quizás no amenace su distribución y su circulación por el circo de la cartelera. Scuede en el Festival de Toronto: no es competitivo, pero impulsa la carrera comercial de sus películas hacia el bazar del Oscar.
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Jerónimo Rivera, profesor, investigador, crítico
1. ¿Qué ha significado el FICCI para usted?
Para mí ha sido una escuela alternativa del buen cine, un ritual anual y una oportunidad para ver a los amigos del cine alrededor de buenas películas y grandes tertulias. Vengo sin falta cada año desde hace 21 años y lo he hecho desde múltiples roles (cineclubista, realizador, crítico, conferencista, jurado, entre otros). El FICCI es un espacio cultural, social, lúdico y, prácticamente, un ritual para todos los amantes del cine.
2. ¿Qué opina sobre las nuevas categorías del FICCI?
Me parece que ha tenido un giro interesante y una apuesta a ser más incluyente en las categorías. Creo que aún deben madurarse algunos conceptos y, aunque valoro la originalidad, siento que los nombres y las definiciones son aún confusas y deben afinarse para que funcionen bien. Es importante que el festival sea un espacio incluyente y que todos los cinéfilos podamos vernos allí reflejados. De igual forma, el FICCI tiene una responsabilidad histórica con el desarrollo de la industria audiovisual colombiana y debe estar a la altura de los retos que enfrenta.
3. ¿Para usted qué significa que se hayan suprimido las competencias en el FICCI? ¿Qué tendría como ventaja o desventaja?
Yo creo que, en general, es una gran desventaja, porque lo saca de la mira de muchos realizadores y, posiblemente, lo hace menos atractivo para un sector de la industria. Siento que no tener competencia lo pone por debajo de otros festivales de la región y desincentiva para que muchos productores lo vean como una meta. Es importante ver, de todas formas, cuáles son los resultados tangibles de la versión 2019 para que se evalúe si se continúa este camino o se retoma la competencia dentro del festival.
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¿PARA DÓNDE VA EL FICCI?
La nueva edición del Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias se estrena con un nuevo equipo y cambios sustanciales. Le preguntamos a diferentes personas del medio su opinión al respecto.
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Carol Ann Figueroa, guionista, productora, obtuvo el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar en el 2008.
1. ¿Qué ha significado el FICCI para usted?
El Ficci ha sido una suerte de hogar para mí. Un lugar que he visitado con cada documental que he hecho no solo cuando ya están terminados sino durante su creación, su replanteamiento y finalmente su contacto con el público. Desde el 2008 hasta el 2018 he visitado el festival con diferentes objetivos cada vez y siempre ha sido una experiencia increíblemente nutritiva que cada año fortalece y acerca al sector. He conocido muchas personas claves en mi crecimiento creativo y profesional gracias al FICCI y por eso tiene un gran valor para mí. Es una casa, una escuela. Un lugar para que el cine colombiano crezca y se sienta fortalecido.
2. ¿Qué opina sobre las nuevas categorías del FICCI?
Creo que a primera vista no permiten un acercamiento entre las películas seleccionadas y el público interesado en verlas. Los nombres son tan ingeniosos que acaban por ser confusos y esto no solo dificulta el proceso de elegir qué mirar, sino que desdibuja el criterio general del Festival. Porque lo hace lucir poco claro, caprichoso y nada especializado, aún cuando las películas realmente correspondan a una curaduría clara y cuidadosa. Los nombres de las categorías son una primera puerta para el espectador tanto cultivado como desprevenido, y en ambos casos estos nombres son más una puerta que se cierra que una invitación a seguir.
3. ¿Para usted qué significa que se hayan suprimido las competencias en el FICCI? ¿Qué tendría como ventaja o desventaja?
El carácter competitivo de un Festival es fundamental para los realizadores y productores al momento de elegir a dónde quieren llevar sus películas pues se trata de una decisión en la que confluyen temas como el dinero que vas a invertir en tu circuito de festivales, la pericia con la que vas a organizar ese cronograma para no perder un estreno en "X" lugar que exige que tu película no haya estado en ningún otro lado o la pertinencia de tu película según la temática más fuerte de cada festival etc, etc. Cuando el festival deja de ser competitivo deja de ser tentador como destino de tu película, particularmente para las películas colombianas, porque recibir un reconocimiento del festival más antiguo de Latinoamérica automáticamente significa ser respaldado por un evento con experticia, generándote automáticamente visibilidad ante tu público natural -que sería el colombiano- y ante los siguientes festivales a los que quieres ir y que van a saber de ti por cuenta de ese reconocimiento. Al dejar de ser competitivo el festival, naturalmente tú buscarás que tu película tenga el chance de recibir un espaldarazo que le dé visibilidad en otro lugar y el FICCI no será prioritario. Esto hace que la selección tenga menos chance de contar con estrenos, lo cual le restará atractivo al evento tanto para los miembros de la industria o el público especializado que no buscan ver lo que ya han visto en otro lado, como para el público general que no tiene la motivación de elegir una favorita y tener la ilusión de que la que considera la mejor, será en efecto la premiada.
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Alejandro Ramírez Rojas, compositor
1. ¿Qué ha significado el FICCI para usted?
El FICCI ha sido para mí, desde hace más de diez años, un lugar de encuentro, de aprendizajes, de regocijo y reconciliación con el cine y los cineastas. A través de él he presenciado muchas realidades, las más impactantes de mi país, y otras hasta inverosímiles de otras sociedades. El FICCI siempre ha sido una gran fiesta, la gran fiesta del cine colombiano en pleno. Es sin duda un patrimonio de la comunidad cinematográfica colombiana.
2. ¿Qué opina sobre las nuevas categorías del FICCI?
Bueno, el mundo se reinventa continuamente. Yo siempre estoy abierto a los cambios y estas nuevas categorías se plantean casi de modo disruptivo, y eso me gusta, en especial porque no me parece una ligereza por parte del Festival, me parece que hay un contenido muy especial en cada una de ellas. Es natural que ante un cambio estructural de este estilo, muchas de las reacciones sean de rechazo, eso es natural, pero ya veremos en realidad cuál es el verdadero resultado de ello. El Festival hizo una apuesta arriesgada y se la jugó por ella, ya veremos si valió la pena.
3. ¿Para usted qué significa que se hayan suprimido las competencias en el FICCI? ¿Qué tendría como ventaja o desventaja?
Imaginar el Festival, o un festival sin competencia oficial es algo también difícil de digerir, debo confesar. En ese sentido, lo que en realidad tenemos es una muestra cinematográfica dividida por categorías, en donde se presume que la competencia se realizó previa al evento en sí, o sea, en su curaduría; lo cual supone una expectativa mucho más alta por parte de los asistentes. Por otro lado, para los cineastas puede resultar desestimulante, pues al final, los reconocimientos y los circuitos de festivales impulsan a las películas ante su público. Pero, como ya mencioné anteriormente, esta también es una apuesta arriesgada de la dirección artística y ya veremos al final cómo se evalúan los resultados de esta edición FICCI.
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Guillermo Quintero, director
1. ¿Qué ha significado el FICCI para usted?
Durante mucho tiempo he sido un simple espectador lejano del FICCI. Lo seguía apenas en la distancia desde mi labor como promotor del cine colombiano en Francia. El FICCI, claro, se construyó en mi imaginario como uno de los referentes del cine iberoamericano y colombiano. Pero la idea del festival era para mí algo vaga. Pensaba en Cartagena, en lo precioso y terrible de esa ciudad, en sus contrastes marcados, e imaginaba que el festival, a pesar de llevar consigo esa poderosa carga del cine, no escapaba de esa visión contradictoria.
En el 2017 asistí por primera vez. Estuve allí gracias a la selección de Homo botanicus, mi primer proyecto, en el Taller documental del Puerto FICCI. En esa ocasión viví el festival siguiendo todas las actividades del taller, lo que no me impidió poder vivirlo desde adentro, y entender la amplitud de la fiesta que allí se lleva a cabo. Confronté por primera vez esas ideas que formé en la distancia que al final no distan mucho con la realidad: Cartagena siempre será Cartagena, con sus contradicciones más duras y flagrantes, y el FICCI, a pesar de no poder escapar a esa lógica, representa la fiesta más grande del cine en Colombia y en la región. El FICCI, como todo festival, es ante todo el encuentro poderoso que nos ofrece el cine en las salas.
Este año iré por segunda vez. Por un lado, Homo botanicus está en la selección de “Documentes hecho en casa”, y por otro lado, iré de nuevo al taller documental con mi segundo proyecto (Río Rojo). . Después de haber pasado con Homo botanicus por Dok-Leipzig y por el festival de cine de Turín estoy ansioso de ver la recepción en el FICCI. Será sin duda un momento muy gratificante para mí, para los otros productores y para los personajes. Es de alguna manera una manera de cerrar parte del ciclo que comenzó cuando empecé a rodar en Colombia en el 2014. Porque el cine se hace también pensando en ese momento del encuentro entre la obra y el público en la sala, y en Colombia el FICCI sigue siendo de lejos el mejor momento para que ese momento se conjure por primera vez para las películas colombianas.
2. ¿Qué opina sobre las nuevas categorías del FICCI?
Las categorías nuevas me tienen un poco confundido. Desde que las anunciaron me pareció que evidenciaban un problema de clasificación. Yo prefiero las cosas simples, con títulos claros y clásicos como “Documental Colombiano” o “Ficción internacional”. Por supuesto, esto no excluye que se pueda hacer una categoría dedicada a un tema específico o a alguna región, o un tributo a algún cineasta. Pero recuerdo que cuando anunciaron las categorías me costó mucho imaginarme qué tipo de películas irían en cada una de ellas. Cuando te tienen que explicar demasiado qué va en qué creo que hay un problema.
Y es que algunas secciones parecen tener criterios de clasificación algo vagos. Por ejemplo, si tomamos la categoría “la gente que hace cine y lo que el cine le hace a la gente”. El título no nos conduce a una definición clara. En la explicación de la sección nos dicen que son documentales “en donde la producción del documental tenga consecuencias significativas sobre sus protagonistas”. Yo entonces me pregunté cuáles son los documentales en donde su producción no tenga consecuencias significativas sobre los protagonistas. Además, pienso que crear otra sección de documental a parte de la ya existente dispersa un poco la selección. Más aún cuando son secciones con cuatro películas.
Esto me lleva también a interrogarme sobre el número de secciones y el número de películas en cada una de ellas. Creo que hay muchas secciones con pocas películas. Y esto puede ser un problema para la simple navegación de un espectador que quiere escoger las películas que quiere ver en el festival. En definitiva, creo que entre tantas categorías y con una clasificación compleja se pierde en claridad.
3. ¿Para usted qué significa que se hayan suprimido las competencias en el FICCI? ¿Qué tendría como ventaja o desventaja?
Yo soy partidario de dar premios aún cuando soy consciente de su subjetividad. Los premios siempre dependen de un comité y por ende dependen de la visión de sus miembros. Ganar un premio se traduce muchas veces en estar en el momento indicado con el jurado indicado. Existe siempre ese componente de suerte que hace que unos ganen y otros no. Pero es que toda la lógica del cine está basada en esa dinámica. Desde que se aplica a un fondo hasta que se llega a un festival, la obra o el proyecto siempre se enfrenta a un grupo de personas que lo juzgan para seleccionarlo o desecharlo. El mismo proceso de selección de las películas que componen un festival funciona así. El comité curador escoge sus “preferidas” y descarta a las otras. La competencia está presente siempre y por lo mismo no veo válido el argumento de quitar los premios para imponer una lógica de equidad. Es como si se eliminara un fondo argumentando que no es justo con los proyectos que no se escogen y que no ganan nada.
Además, en muchos casos, los premios hace que algunas películas puedan llegar a ser visibles ante la prensa y el público y esto les da más fuerza para una posible salida en salas. Por supuesto que las que no ganan ningún premio no tienen esa visibilidad, y se puede decir que no es justo para ellas. Pero sin premios los únicos que van a tener ese impulso serán las películas que cuenten con un músculo comercial fuerte y entonces incluso se pierde ese potencial para las demás películas.
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Andrés Jaramillo, abogado litigante en Derecho de Autor y Asesor en Derecho Comercial. Ha asesorado numerosas producciones colombianas.
1. ¿Qué ha significado el FICCI para usted?
Desde que vengo, para mí ha sido claro que es al evento en el cual tanto los miembros de la industria como los amantes del cine deben asistir sí o sí. La selección de las películas seleccionadas para el público siempre ha sido acertada y variada. Para los productores y demás miembros de la industria, es un espacio para hacer "networking" y negocios en el mejor de los ambientes. En general, para mí el FICCI es el evento más importante de la industria en Colombia sin dudas.
2. ¿Qué opina sobre las nuevas categorías del FICCI?
Tengo una posición ambigua al respecto. Los nombres me parecen algo curiosos. Sin embargo, más que como se llamen, me parece que hay que darles tiempo a las nuevas categorías para saber si se vuelven importantes o relevantes en sí mismas como categorías de exhibición del festival, o si se trató únicamente de darle nombres algo extraños a categorías más o menos tradicionales, ejemplo "documentes".
3. ¿Para usted qué significa que se hayan suprimido las competencias en el FICCI? ¿Qué tendría como ventaja o desventaja?
Me parece un desacierto mayúsculo. Pretender que el cine no es competitivo es tapar el sol con las manos. No todas las películas tienen el mismo mérito ni artístico ni de producción. El hecho de que sean manifestaciones artísticas per se no las equipara a todas las unas con las otras. La lógica no competitiva del festival me parece ingenua, todos los aspectos de la vida son competitivos, empezando por uno mismo, somos esclavos de nuestras limitaciones y tenemos que luchar siempre contra ese yo que a veces nos impide crecer.
El cine es una competencia, ella permite al espectador saber si una película es, por lo menos en principio buena o mala, obliga al productor y al equipo artístico a hacer mejor las cosas en cada nuevo rodaje, obliga a ser original, a esforzarse con un mejor guión, con una mejor historia y así.
Sin competencia no hay ni cine, ni arte. De otra parte, me parece que baja el interés de participación por parte de los productores. Está claro para mí que este error estratégico, si no se corrige, hará que Guadalajara se convierta en el lugar para ir, y que el FICCI se convierta en una muestra inane para la industria de la cual vive.
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Gabriel Alberto Alba, Profesor Universidad Nacional, Líder del grupo Dinámicas Creativas: investigación y creación transmedia. Editor de la revista Actio: journal of design, film arts and comunication.
1. ¿Qué ha significado el FICCI para usted?
El Ficci para mí, no ha significado mucho. He sido jurado de la sección de "Cine católico", y he participado como tallerista en "Encuentros Cartagena". De modo que mi vinculación al festival ha sido como profesional y no en la competencia. Creo que es el festival de cine más importante del país y que atrae al mundillo del cine y a algunos expertos y personajes interesantes. Creo que la mayoría de los festivales son la feria de las vanidades, y en nuestros países es el encuentro de amigos y una oportunidad de rumba. Desde mi modesto punto de vista aportan muy poco al mejoramiento de la calidad de las películas. Una película premiada en un festival, solo habla del punto de vista de industrias, jurados o curadores con intereses particulares.
2. ¿Qué opina sobre las nuevas categorías del FICCI?
Considero importante que el Ficci deje de ser un festival competitivo y se vuelva un lugar de encuentro y de intercambio sin las prevenciones de los grandes festivales y de la industria. En el fondo eso siempre ha sido el Ficci, pero como tenía el nombre de "festival", entonces tenía que premiar y establecer "mejores" en todo. Eso no le hace bien a nuestra cinematografía que es pobre. Ese tipo de competencia solo alimenta egos. Y hoy en día, que el cine está muriendo, una competencia de "zombies" es un país sin industria y subalterno, sólo daría risa.
3. ¿Para usted qué significa que se hayan suprimido las competencias en el FICCI? ¿Qué tendría como ventaja o desventaja?
Es una ventaja. El modelo del festival competitivo es excluyente, inequitativo y anticuado. Si es cierto que estamos en un cambio de época, y que estamos entrando en la era de la conciencia (que creo todavía nos falta mucho), premios y competencias de esta naturaleza, sólo sirven para mantener un sistema obsoleto. Bien por el Ficci, que se desmarca de este modelo.
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Jorge Caballero, documentalista
1. ¿Qué ha significado el FICCI para usted?
Pues prácticamente toda mi carrera está vinculada al FICCI, había estado yendo al festival desde los últimos diez años, a presentar mis películas, como tallerista, espectador, docente, jurado… Solo tengo buenos recuerdos, llenos de encuentros y aprendizajes maravillosos. Creo que era (y espero que siga siendo), un sitio muy cercano y de encuentro entre cineastas y profesionales del cine de toda América latina.
Ahora creo que hay un desconcierto generalizado, y cierto temor a que se pierda espacio, que si bien es cierto es de gestión privada, muchos los sentíamos como un esfuerzo común. Ese sentimiento viene dado por el cambio radical de la propuesta, sin entender las razones o motivos que lo generaron.
2. ¿Qué opina sobre las nuevas categorías del FICCI?
Sinceramente no las entiendo. Es muy confuso seguir los nombres, un poco rocambolescos por cierto, y entender la intención de cada una de ellas. En estos años lo que más he valorado en el FICCI es su evolución en la programación, que no consistía en poner “buenas” o “exitosas” películas, sino en generar caminos, diálogos, espacios donde transitaban ideas, emociones, pensamientos cinematográficos; que a la larga es lo que una buena curaduría debería hacer. Aquí no entiendo la selección y me temo que esa idea que atravesaba las películas, está ahora enmarcada en temas muy básicos y generales que apuntan a otros objetivos. No sé, seguramente habrán ideas muy justificadas, pero al menos para mí son muy confusas.
3. ¿Para usted qué significa que se hayan suprimido las competencias en el FICCI? ¿Qué tendría como ventaja o desventaja?
Es una gran desventaja porque desconoce la realidad cinematográfica, que siempre es competitiva. La lógica de la asignación de recursos para desarrollar, producir, posproducir, exhibir y distribuir películas, tiene su base en la competencia, por suerte o por desgracia; y si se quiere cambiar el modelo, pues tocaría inventarse un nuevo cine, de cero seguramente. Por otro lado hay cierta contradicción, porque igualmente ya hay una competencia; el hecho de tener un jurado, que escoge qué películas se muestran o no, pues ya es un símbolo inequívoco de selección y de una especie de "premiación", esa lógica de la competencia ya existe.
Además el FICCI tiene una tradición de películas premiadas que muchas veces son el pistoletazo de salida para muchas películas o autores de la región, que necesitan ese empujón del premio para que puedan ser vistas. En términos generales los premios del FICCI hacían más bien que mal a la cinematografía latinoamericana. ¿Por qué quitarlos?
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Camila Loboguerrero, directora
1. ¿Qué ha significado el FICCI para usted?
Para mí, como directora (y guionista y a veces productora), el FICCI ha sido: a) la ventana donde he podido mostrar mis películas b) en varias épocas, el sitio de encuentro con los directores latinoamericanos c) el acceso al cine internacional de gran calidad que no es exhibido en los circuitos comerciales.
2. ¿Qué opina sobre las nuevas categorías del FICCI?
Las nuevas categorías me parecen confusas y sin gracia
3. ¿Para usted qué significa que se hayan suprimido las competencias en el FICCI? ¿Qué tendría como ventaja o desventaja?
Un golpe duro a los nuevos realizadores, para quienes un premio es una posibilidad de tener prensa, ante la dificultad económica de promocionar su película. Creará apatía en el público pues la competencia trae discusiones apasionadas, sobre los guiones, o sobre los actores. La competencia fomenta la curiosidad por películas desconocidas con buena o mala reputación. La apatía puede traducirse en disminución de público y poca curiosidad de parte de la prensa. Los nombres de las nuevas categorías no ofrecen mucha ilustración para un público desinformado.
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Juana Suárez, profesora, investigadora, archivista
1. ¿Qué ha significado el FICCI para usted?
Puedo hablar de FICCI desde que apareció Mónica Wagenberg en el panorama y renovó las estructuras que luego fueron continuadas por Diana Bustamante y el trabajo de Pedro A. Zuluaga como Jefe de Curaduría. A lo que era una especie de reunión de amigos muy de la mano del realismo mágico y de García Márquez, tanto Mónica como Diana le dieron una sacudida positiva que insertó al festival en un lenguaje y tono afín con los cambios en lenguajes audiovisuales y tendencias globales en festivales y distribución. Hasta ese momento, FICCI significó para mí la renovación de un espacio de discusión e intercambio que fortalecía el momento actual de cine con una programación de rigor y calidad, una oportunidad para gestar algo trascendental desde Colombia que tenía significado para diversas comunidades de cine. Ya no significa lo mismo con los cambios que estamos presenciando. Entiendo que las instituciones necesitan renovación, pero también deben cumplir ciclos y contar con consenso. Es una pena que un proyecto tan sólido como el de Bustamante y Zuluaga haya sido truncado sin ninguna explicación cabal para quienes apoyamos y hemos trabajado para FICCI.
2. ¿Qué opina sobre las nuevas categorías del FICCI?
Están absolutamente desconectadas de las conversaciones y foros globales sobre cine y audiovisuales. Carecen de rigor estético y crítico. Demuestran una falta de seriedad absoluta de los directivos y curadores. Lo de ficciones de "acullá" y "cortizona", por ejemplo, es una broma absoluta. "Lo que la gente hace al cine y el cine hace a la gente" demuestra una enorme pobreza para pensar en términos de cine. Entiendo que las directivas y curadores se adhieren por completo a la ideología del Presidente Duque y su pregón de industrias creativas naranja. Y que las categorías hacen eco de esta pobreza mental de la actual administración del país. Pero es una pena que todo esto señala abiertamente la pérdida de FICCI como un espacio crítico, de contención y de gestación de nuevas propuestas para entender la trascendencia del cine como espacio generador de cambio.
3. ¿Para usted qué significa que se hayan suprimido las competencias en el FICCI? ¿Qué tendría como ventaja o desventaja?
Que ya no es un festival sino una muestra. O sea, lo que dice por allí que ya no sea FICCI sino MICCI debe aplicarse. No soy fiel seguidora de premios porque entiendo lo subjetivos que pueden ser y los intereses que muchas veces los mueven, tanto en FICCI como en otros festivales. Pero la suma general de la propuesta, las categorías nuevas, la carencia de un ángulo crítico y conocedor convierte a FICCI en otro gran mercado neoliberal del audiovisual. Seguimos sirviendo el país en bandeja de plata para la inversión depredadora de capital extranjero.
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Ana Piñeres, productora.
1. ¿Qué ha significado el FICCI para usted?
Para mí el FICCI es la gran fiesta del cine en Colombia, donde cada año, en una ciudad maravillosa, nos damos cita los miembros de la industria, los estudiantes ávidos de buen cine y un sin número de talentos donde se da el ambiente para intercambiar experiencias, aprender, hacer negocios.
2. ¿Qué opina sobre las nuevas categorías del FICCI?
Creo que es hora de darle un espacio nuevamente al cine iberoamericano, tal como fue la tradición del FICCI; ampliar categorías para que se pueda. Apreciar no solo el cine mundial sino el crecimiento de nuestro cine en sus diferentes géneros y formatos. El espaldarazo hacia el mestizaje y la migración. Es un gran acierto, una apertura democratizadora y que corresponde a los nuevos tiempos, los nuevos talentos y explorar en un cine valioso y casi invisible hasta ahora.
3. ¿Para usted qué significa que se hayan suprimido las competencias en el FICCI? ¿Qué tendría como ventaja o desventaja?
Más que tener una opinión creo profundamente en el criterio de Felipe Aljure, su nuevo director artístico, y las motivaciones por las cuales han llegado a esta conclusión.
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Sofía Gómez, crítica de El Tiempo
1. ¿Qué ha significado el FICCI para usted?
Mucho. Como periodista ha sido la posibilidad de encontrarme con otros colegas, compartir las apreciaciones de películas y actividades, y debatir acerca de la situación actual de la industria local. También me ha brindado la oportunidad de acercarme a grandes figuras del cine para conocerlos y entrevistarles. Tuve el honor de ser jurado de la hoy desaparecida categoría Gemas, en 2014, año en el que compartí con Pawel Pawlikowski, por ejemplo. Y como cinéfila, lo más importante es la oportunidad de ver producciones que quizás jamás encuentres ni en los cineclubes.
2. ¿Qué opina sobre las nuevas categorías del FICCI?
Es raro, suenan creativas, pero creo que son confusas porque en un intento de jugar con la sonoridad, termina uno sin saber qué define cada una.
3. ¿Para usted qué significa que se hayan suprimido las competencias en el FICCI? ¿Qué tendría como ventaja o desventaja?
Es difícil decir qué sucederá con el FICCI no competitivo. La ventaja de no ver el cine como una carrera atlética puede ser provechoso desde el punto de vista que se unifique la producción cinematográfica como un logro de la industria, no como una competencia. Sin embargo, eso plantea una dificultad grande y es que toda nuestra industria está basada en la competencia (desde el FDC y los Estímulos del Ministerio de Cultura). Es muy valiente la propuesta de Felipe Aljure de intentar modificar ese concepto en el FICCI
Para mí, es difícil concebir un festival sin competencia, pues las nuevas producciones se sustentan en los premios para poder distribuirse mejor y ganar nuevos espacios. Si no hay ese tipo de estímulos es posible que los directores busquen otros festivales para mostrar sus películas y eso haga que el FICCI luzca añejo. Al convertirse en festival no competitivo el FICCI cambiaría de clasificación, lo cual también podría afectar sus contenidos. Ahora, hay que recordar el buen referente que es Toronto, que solamente entrega premios del público.
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Pedro Adrián Zuluaga, crítico de cine
1. ¿Qué ha significado el FICCI para usted?
Voy al FICCI ininterrumpidamente desde 1992, y siempre ha significado la promesa de un encuentro o de muchos. La palabra Festival tiene la connotación de fiesta y la fiesta siempre tiene que ver con el deseo. En los años noventa, en épocas lánguidas para el Festival, siempre se mantuvo intacta la posibilidad -o el sueño- de encontrarse con películas inspiradoras, transgresoras. Y así pasó, y fueron determinantes en la educación de mi mirada. Algunas de las que recuerdo son El pájaro de la felicidad de Pilar Miró, Las vueltas del citrillo de Felipe Cazals, Japón de Carlos Reygadas o Atrapados de Robert M. Young. Cuando el festival dio un giro radical en la primera década del siglo XXI estuve en el FICCI de otras maneras: impartí tal vez el primer taller de crítica, en 2004, cuando era editor de Kinetoscopio y la revista recibió un homenaje, y luego participé como organizador de eventos cuando trabajaba en la dirección de cinematografía del Ministerio de Cultura, en los encuentros de formación que se iban estableciendo de manera firme y segura. Fui jurado de la FIPRESCI en 2012, y finalmente entre 2014 y 2018 fui su jefe de programación. El Festival, entonces, ha sido parte fundamental de mi formación como espectador, cinéfilo y como profesional, porque me ha dado la oportunidad de conocer el cine desde otras facetas que han enriquecido la mirada que tengo hoy de las películas, como un fenómeno complejo en el que se cruzan prácticas sociales, políticas, estéticas, éticas e institucionales.
2. ¿Qué opina sobre las nuevas categorías del FICCI?
Me parece que las nuevas categorías y sobre todo la eliminación de las competencias significan un riesgo que no temo definir como aventurero e irresponsable. Esa decisión, que conlleva la dilución del cine iberoamericano dentro del Festival, ataca el corazón mismo de su historia, y tiene consecuencias impensables para el lugar del FICCI dentro del circuito de festivales de la región. A nivel internacional hay una amenaza real de que el FICCI pierda su lugar de referencia dentro de este circuito y se convierta en una parada simpática (como siempre lo ha sido), con unas muestras sin mucho carácter que apuntan a un vago sentido de inclusión y que quieren dar satisfacción a todo tipo de demandas, para no terminar sentando posición respecto a ninguna. El FICCI, con esa decisión temeraria, puede perder el circuito en el que se había consolidado (el del cine de autor nacional, iberoamericano e internacional) sin llegar a reemplazarlo por ningún otro. ¿Acaso va a volverse un punto de referencia para el cine indígena, afro, caribeño o cartagenero con muestras de cinco o menos películas en cada categoría dedicada a estos enfoques? Me temo que no. Y esto plantea un desafío futuro enorme para los próximo directores artísticos. Porque el prestigio de un festival es difícil de consolidar pero facilísimo de perder. Basta un año para hacer daño.
3. ¿Para usted qué significa que se hayan suprimido las competencias en el FICCI? ¿Qué tendría como ventaja o desventaja?
Esta respuesta se relaciona necesariamente con la anterior. Significa, de parte de la nueva dirección artística, un profundo desconocimiento de las dinámicas de los festivales de cine y la puja entre entre ellos por un lugar, un carácter y unos títulos: es decir, su inserción en un esquema competitivo, por mucho que se premien las películas o que no. Tiene como desventaja que se pierde acceso a títulos más recientes y se saca al FICCI de la ruta de festivales que marcan una pauta para el cine iberoamericano (lo cual está en buena medida vinculado a que el Festival entregue premios). En suma, el Festival pierde interés no solo para los cinéfilos y también para la industria. Es difícil ver ventajas en la decisión de eliminar las competencias; se quieren saldar algunas deudas históricas, como aquella que tenía el FICCI con el cine cartagenero. Pero por lo pírrico de la muestra local me temo que se va a tratar de una deuda mal pagada.
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Josephine Landertinger, directora y actual programadora del Festival
1. ¿Qué ha significado el FICCI para usted?
El FICCI es mi casa cinematográfica. Este Festival me ha acompañado a lo largo de mi corta carrera. Acá he trabajado en la parte de industria, he participado con mi primer largo en el Taller de Cine Documental, acá pude estrenar mundialmente HOME - el país de la ilusión. Es en Cartagena donde una vez al año se reúne toda la industria para celebrar la fiesta del cine colombiano. Amo este festival con todo mi corazón.
2. ¿Qué opina sobre las nuevas categorías del FICCI?
Las nuevas categorías del FICCI son una apuesta interesante para lograr establecer el Festival en su región. Hablo de Hace Calor, Muestra Afro y Muestra Indígena, porque estas realmente son las grandes novedades. La nueva sección "HACE CALOR" proyectará películas de Nicaragua, República Dominicana, Cuba, Puerto Rico y Guatemala. Me parece muy valioso darle un espacio especial al Caribe, pues es necesario que este cine tenga una puerta abierta en Colombia siempre para conocernos y apoyarnos. La Muestra de Cine Afro y la Muestra Indígena miran hacia adentro, o sea muestran la Colombia diversa que somos por la herencia multicultural. Que haya un espacio de dedicado al Cine Afro en un Festival que se lleva a cabo en Cartagena no sólo hace mucho sentido, sino que es casi una obligación empezar a fomentarlo. Lo mismo siento con la Muestra Indígena. Qué bueno que un festival tan grande como el FICCI la haga y que no queden esas películas escondidas es pequeños festivales de nicho, sino que mucha gente pueda acceder a estas historias.
La sección De Indias fue una categoría muy solicitada por los mismos cineastas de la región que en algún momento sintieron que el FICCI se había tornado en un festival de "cachacos" que usaban a Cartagena como escenario del evento y ya. Entonces "De Indias" es un esfuerzo de atender a esa solicitud y empezar a dinamizar y darle visibilidad a los cineastas de Cartagena y del Caribe colombiano.
3. ¿Para usted qué significa que se hayan suprimido las competencias en el FICCI? ¿Qué tendría como ventaja o desventaja?
Creo que hay un miedo generalizado en la industria que el hecho de que se haya suprimido la competencia automáticamente hará que el Festival pierda prestigio. Como cineasta, pienso que es un miedo válido. De todas maneras, como curadora del Festival puedo asegurar que la calidad de las películas que hemos seleccionado es de lo mejor que hay en el mundo en este momento. Aparte de las novedades que mencioné anteriormente, hay un esfuerzo de pensar en los espectadores y ofrecerles una experiencia inolvidable y también en la cinefilia y la industria. Curar un Festival es una tarea gigante. No es sólo elegir un par de películas. Fue un esfuerzo de un grupo muy dedicado de personas que nos tomó casi medio año de trabajo, visualizando y discutiendo. Con esto quiero decir que por un lado ya no hay premios en dinero para las obras finalizadas, pero por otro lado sólo había cinco cupos para gran parte de las secciones. Esto significa que si tu película entra a esa selección, sí sigue siendo prestigioso
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Nicolás van Hemelryck, director y productor
1. ¿Qué ha significado el FICCI para usted?
Para mí como cineasta y para nosotros en Casatarantula el FICCI ha sido absolutamente fundamental. La primera vez que fui en 2014 estuve con Amazona en el Taller Documental con Joan Gonzales, y ahí se abrieron las puertas para ganar el IDFA Bertha Fund, el Tribeca Film Fund, ganamos un premio para acceder el Pitch de DocBarcelona, donde Amazona fue el film inaugural unos años después y ganamos el premio de Ático. Desde entonces no hemos parado de colaborar con el FICCI en nuestros proyectos. Amazona estrenó en 2017 en la Competencia Internacional y en la Competencia de Cine Colombiano y ganó el Premio del Público, que nos abrió las puertas tanto con el distribuidor (Cineco) con varios aliados para salir a salas de cine, donde la película fue un éxito. También estuvimos con nuestra siguiente película Homo Botanicus en el Taller Documental con Marta Andreu, y ganamos el premio de Tribeca y el de Señal Colombia, quien luego sería coproductor de la película. Este año se estrena esta película en el FICCI y además tendremos nuestro corto LIMBO en el Work in Progress. Paralelamente nuestras películas siempre han estado en la videoteca del FICCI donde hemos conseguido buenos contactos con programadores y distribuidores internacionales.
Además, el FICCI ha sido el lugar para encontrar a la industria nacional, para conocer y reencontrar gente clave de la industria internacional, y para ver muy buen cine.
2. ¿Qué opina sobre las nuevas categorías del FICCI?
Aunque quisiera esperar a ver cómo transcurre el festival, me parece que el cambio tan radical es sumamente perjudicial para el festival y para la industria del cine colombiana.
Desde el punto de vista de cineasta, de entrada me resultaron sumamente confusas. En el momento de aplicar con Homo Botanicus fue muy complicado. Primero, porque en la plataforma yo debía escoger a qué categoría mandarlo, y resultaba muy enredado, sobretodo porque no me dejaba aplicar a más de una. Una vez escogida la categoría que yo consideraba más acorde, después de leer una larga explicación de cada una, fue imposible pues al ser coproducción colombo-francesa, no me permitía mandarla ni a la nacional, ni a la no-iberoamericana.
Desde el punto de vista de usuario, me resulta igualmente confuso la manera como se decidió agrupar las películas. No es claro el criterio de curaduría y no deja ver una línea de programación, característica fundamental para un festival de cine.
3. ¿Para usted qué significa que se hayan suprimido las competencias en el FICCI? ¿Qué tendría como ventaja o desventaja?
Para mí la competencia en el cine nunca ha tenido mucho sentido, sobre todo en el mundo documental donde hay una mirada crítica sobre el mundo, y se termina cayendo en las lógicas básicas de competitividad. Sin embargo entiendo por qué ocurre la competencia y creo que es una buena manera de que películas complejas tengan un respaldo desde la industria. En cuanto al FICCI sus competencias le daban toda la relevancia en el panorama internacional. Uno de los argumentos que oí era el deseo de convertirlo en un festival de público como el de NY o Londres. Pero de entrada me parece un grave error, pues en Cartagena no hay el público que tienen esas metrópolis, hasta el punto que normalmente el cine independiente no se programa en Cartagena. Creo que el FICCI tiene que entender su posición en el panorama de la industria internacional y nacional y construir sobre lo construido, reforzando lo que funciona, como las competencias, y abriendo nuevos espacios.
Como cineasta la eliminación de la competencia me despierta una gran preocupación. Sobre todo porque el FICCI ha sido el lugar en Colombia donde nuestras películas son protagonistas en el ámbito internacional. Es festival se había posicionado muy bien y no solo había mucha gente buscando películas colombianas en el FICCI para llevar al mundo, sino que los productores iberoamericanos consideraban que era un lugar importante para tener sus películas. Espero que me equivoque, pero creo que ahora el FICCI pasará a un segundo nivel para los productores de la región y preferirán estrenar sus películas en otros países. En este caso los cineastas productores seremos los grandes perdedores y otro festival tendrá que ocupar ese espacio valioso que tenía el FICCI.
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Gerylee Polanco, productora
1. ¿Qué ha significado el FICCI para usted?
Colombia tiene más de sesenta festivales en diferentes ciudades y poblaciones, esto es muy interesante como mapa de país porque demuestra la importancia que tienen los festivales para llevar lo mejor del cine a dichos lugares. El FICCI, por supuesto, está en ese mapa, primero como uno de los festivales más antiguos de Latinoamérica y segundo como uno de los festivales categorizados por la FIAPF. Desde que estaba en la Universidad, sabía que ir a Cartagena era ir a “grandes ligas”; te permitía estar y aparecer en una escena de la cinematografía no solo nacional sino internacional. Es, además, un evento donde se congrega todo el sector cinematográfico, es también el espacio para reflexionar sobre el cine, gracias a su agenda académica, y sin duda uno de los puertos de salida del cine colombiano hacia el mundo.
2. ¿Qué opina sobre las nuevas categorías del FICCI?
La nuevas categorías presentas un panorama amplio y nutrido de cinematografías del mundo, mostrando diversidad de miradas y de posibilidades de creación. Al parecer hay criterios de orden geopolítico, también de género cinematográfico y de duración. Considero que los nombres otorgados a las categorías corresponden a códigos locales o nomenclaturas metafóricas, constituyendo una apuesta poco convencional, y podría ser contraproducente porque yo, por ejemplo, en una primera instancia, no sé qué tipo de películas son sin leer la descripción de la categoría.
3. ¿Para usted qué significa que se hayan suprimido las competencias en el FICCI? ¿Qué tendría como ventaja o desventaja?
Si bien hay una nueva dirección artística y es totalmente natural que en cada nuevo ciclo los cambios generen polémica, la decisión de quitarle el carácter competitivo le resta, a mi juicio, peso al festival. Como productora, cuando uno participa en un certamen competitivo, sin duda se ve enfrentado a la crítica, a las jerarquías, a lo que es “bueno” o “malo”, a lo que se legitima, en suma, al juego de los prestigios simbólicos. Y es justamente este juego, el que le permitió a mis películas tener un foco, que las películas sobresalieran en la masa crítica de millones de filmes ya sea colombianos, latinoamericanos y del mundo en general. Y en una industria en crecimiento como la nuestra, estos reconocimientos, estos premios han ayudado a capitalizarnos en el mercado. Pero solo el tiempo nos permitirá ver qué gana y qué pierde el festival.
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Sebastián Múnera, director
1. ¿Qué ha significado el FICCI para usted?
La primera vez que visité el FICCI fue en el 2018 para acompañar La Torre. Cartagena fue nuestro estreno Iberoamericano y significó generar expectativa para nuestro estreno comercial, sin embargo, lo más especial fue convertir espectadores y cineastas en nuevos amigos.
2. ¿Qué opina sobre las nuevas categorías del FICCI?
El problema no es que sean chistosas sino que después de reirse uno siga preguntandose de qué tratan. Luego las descripciones te dan una idea. La pregunta que me queda es: ¿Si no hay competencia por qué clasificar? El separar en categorías da una idea de similutud, de relato compartido, de alguna manera la No competencia es contradictoria con la idea de la clasificación. Ahí radica el riesgo de esta versión: asume nuevas clasificaciones con la intención de diversificar la oferta y guiar intereses de los asisitentes pero los nombres son tan confusos que el interés se lo roba el mismo nombre de la categoría y no la expectativa de su contenido. Los cambios implican labores pedagógicas y comunicativas de mayor talante. ¿Tiene el público asistente razones de peso para asumir esos cambios? Toda buena curaduría es también una apuesta pedagógica.
3. ¿Para usted qué significa que se hayan suprimido las competencias en el FICCI? ¿Qué tendría como ventaja o desventaja?
Creo que las competencias siguen existiendo así no sean premiadas. Clasificar unas producciones dentro de una categoría es estar en competencia. Ahora bien, otra cosa distinta es que hayan suprimido los premios. La ventaja es que la plata de los jurados debería ser invertida en cosas también importantes, en este caso lo mejor sería una apuesta de comunicación coherente con el riesgo que se ha tomado. En otras palabras, hacer que la gente se sienta comoda en medio del cambio. Sin gente no hay festival. La desventaja es que los jurados generalmente son personas de la industria internacional, si ellos no vienen, se reducen las posibilidades de intercambio: si se ven menos las películas colombianas por agentes externos se reducen las posibilidades de su posterior circulación.
En su historia, con sus altibajos, conjurados cuando el festival se lo tomaron las mujeres -Mónika Wagenberg, Diana Bustamante-, el FICCI es una jaula de imágenes a la que asiste la fauna doméstica para quedar felizmente atrapada durante una semana en un zoológico de películas.
2. ¿Qué opina sobre las nuevas categorías del FICCI?
Cada festival inventa sus rótulos para nombrar lo mismo: el cine y su diversidad. En el FICCI, la región se impone para interesarse en los colores locales que hacen universales a la pantalla: la migración, los mestizajes, lo afro, Cartagena como escenario cinematográfico. Si armáramos un rompecabezas de festivales alrededor del mundo, la imagen final nos mostraría al planeta filmado según los intereses de los curadores que trabajan en sus eventos. Así, Cartagena hecha cine es América Latina en primer plano y el mundo en plano general.
3. ¿Para usted qué significa que se hayan suprimido las competencias en el FICCI? ¿Qué tendría como ventaja o desventaja?
Los productores buscan premios en festivales cuyas cajas de resonancia sean efectivas en términos comerciales: Cannes, Berlín, Venecia, San Sebastián. El paso de una película por el FICCI, restándole el ánimo competitivo, desvanece la carrera en el hipódromo del ego, pero quizás no amenace su distribución y su circulación por el circo de la cartelera. Scuede en el Festival de Toronto: no es competitivo, pero impulsa la carrera comercial de sus películas hacia el bazar del Oscar.
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Jerónimo Rivera, profesor, investigador, crítico
1. ¿Qué ha significado el FICCI para usted?
Para mí ha sido una escuela alternativa del buen cine, un ritual anual y una oportunidad para ver a los amigos del cine alrededor de buenas películas y grandes tertulias. Vengo sin falta cada año desde hace 21 años y lo he hecho desde múltiples roles (cineclubista, realizador, crítico, conferencista, jurado, entre otros). El FICCI es un espacio cultural, social, lúdico y, prácticamente, un ritual para todos los amantes del cine.
2. ¿Qué opina sobre las nuevas categorías del FICCI?
Me parece que ha tenido un giro interesante y una apuesta a ser más incluyente en las categorías. Creo que aún deben madurarse algunos conceptos y, aunque valoro la originalidad, siento que los nombres y las definiciones son aún confusas y deben afinarse para que funcionen bien. Es importante que el festival sea un espacio incluyente y que todos los cinéfilos podamos vernos allí reflejados. De igual forma, el FICCI tiene una responsabilidad histórica con el desarrollo de la industria audiovisual colombiana y debe estar a la altura de los retos que enfrenta.
3. ¿Para usted qué significa que se hayan suprimido las competencias en el FICCI? ¿Qué tendría como ventaja o desventaja?
Yo creo que, en general, es una gran desventaja, porque lo saca de la mira de muchos realizadores y, posiblemente, lo hace menos atractivo para un sector de la industria. Siento que no tener competencia lo pone por debajo de otros festivales de la región y desincentiva para que muchos productores lo vean como una meta. Es importante ver, de todas formas, cuáles son los resultados tangibles de la versión 2019 para que se evalúe si se continúa este camino o se retoma la competencia dentro del festival.
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