Estoy de acuerdo con Jerry Taller (artículo en Playboy) que Brando no es lo que solía ser. Pero por lo que es ¡Doy un brazo! El nuevo Brando se eleva sobre sus actuaciones de 1961 como el viejo joven Brando se alzó sobre sus actuaciones de 1951. Un Brando distinto, sí, pero ¡larga vida al Brando distinto!
Con One-Eyed Jacks (1961), Marlon Brando le da al cine uno de sus puntos románticos más altos. Su bella crueldad romántica no tiene igual en películas recientes. Si el romanticismo de la Nueva ola francesa es expresado a través de los amantes y los nihilistas, el romanticismo de Brando es clásico: es un creador romántico, un Hamlet frente al océano, escuchando las olas y meditando sobre la violencia, la venganza, el amor. One-Eyed Jacks es un caso trágico. El mismo Brando ha descrito mejor (en el Herald Tribune) cómo la película le fue arrebatada y brutalmente masacrada. Uno puede ver claramente cómo la reducción de cuatro a dos horas ha arruinado el film. Por las pasadas actuaciones de Brando sabemos que sus mejores momentos pasan cuando no hay acción o “trama”. Lo mejor de On The Waterfront, The Wild One, The Fugitive Kind son los pedazos entre la acción. Es ahí que cada pequeña palabra, cada pequeño movimiento, cada silencio inesperadamente se llena de expresión. La actuación de Brando es contenida, explosión discreta. Lo que los puritanos cortadores de Hollywood hicieron fue cortar la película de Brando hasta el hueso, hasta su acción principal. La carne se fue. Lo que vemos solo son pedazos marcando la progresión de la trama.
Vemos el puño pegando, pero cualquiera puede ejecutar la acción por sí misma, no hay actuación necesaria en golpear. Lo que no vemos es cómo el puño decidió pegar, a través de cuáles decisiones pasó, cuáles dudas, agonías. Todo eso desapareció entre las canecas de basura de Hollywood.
Las mismas imágenes tienen una claridad de acero. Y hay algo grande, largo sobre toda la película. Uno ve la película y se da cuenta: no es el producto de un corazón pequeño. Uno siente su energía sin fronteras; un plan grandioso y sin fronteras; un sueño en obra, incluso si lo que vemos es solo un eco de lo que pudo ser si… Pero si en las noches melancólicas de las salas de montaje en Hollywood uno se detiene y escucha se puede todavía oír las maldiciones de la muerte de Stroheim, con su cuello calvo, solo en la oscuridad, tratando de armar sus masacradas obras maestras, su corazón roto...
Jonas Mekas falleció el pasado 23 de enero. Practicó el cine desde todas las aristas: fue espectador incansable y director, fue crítico y fundador de revistas, programador y distribuidor. Fundó la revista Film Culture y manejó el cine Anthology Film Archives por mucho tiempo. Como pequeño homenaje recuperamos cuatro de sus textos escritos durante el 59 y el 62 en la revista Village Voice.Estos textos hacen parte de una exhaustiva recopilación titulada Movie journal: the rise of new american cinema 1959 - 1971. Traducciones del editor.
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SOBRE MARLON BRANDO Y EL ROMANTICISMO
Estoy de acuerdo con Jerry Taller (artículo en Playboy) que Brando no es lo que solía ser. Pero por lo que es ¡Doy un brazo! El nuevo Brando se eleva sobre sus actuaciones de 1961 como el viejo joven Brando se alzó sobre sus actuaciones de 1951. Un Brando distinto, sí, pero ¡larga vida al Brando distinto!
Con One-Eyed Jacks (1961), Marlon Brando le da al cine uno de sus puntos románticos más altos. Su bella crueldad romántica no tiene igual en películas recientes. Si el romanticismo de la Nueva ola francesa es expresado a través de los amantes y los nihilistas, el romanticismo de Brando es clásico: es un creador romántico, un Hamlet frente al océano, escuchando las olas y meditando sobre la violencia, la venganza, el amor. One-Eyed Jacks es un caso trágico. El mismo Brando ha descrito mejor (en el Herald Tribune) cómo la película le fue arrebatada y brutalmente masacrada. Uno puede ver claramente cómo la reducción de cuatro a dos horas ha arruinado el film. Por las pasadas actuaciones de Brando sabemos que sus mejores momentos pasan cuando no hay acción o “trama”. Lo mejor de On The Waterfront, The Wild One, The Fugitive Kind son los pedazos entre la acción. Es ahí que cada pequeña palabra, cada pequeño movimiento, cada silencio inesperadamente se llena de expresión. La actuación de Brando es contenida, explosión discreta. Lo que los puritanos cortadores de Hollywood hicieron fue cortar la película de Brando hasta el hueso, hasta su acción principal. La carne se fue. Lo que vemos solo son pedazos marcando la progresión de la trama.
Vemos el puño pegando, pero cualquiera puede ejecutar la acción por sí misma, no hay actuación necesaria en golpear. Lo que no vemos es cómo el puño decidió pegar, a través de cuáles decisiones pasó, cuáles dudas, agonías. Todo eso desapareció entre las canecas de basura de Hollywood.
Las mismas imágenes tienen una claridad de acero. Y hay algo grande, largo sobre toda la película. Uno ve la película y se da cuenta: no es el producto de un corazón pequeño. Uno siente su energía sin fronteras; un plan grandioso y sin fronteras; un sueño en obra, incluso si lo que vemos es solo un eco de lo que pudo ser si… Pero si en las noches melancólicas de las salas de montaje en Hollywood uno se detiene y escucha se puede todavía oír las maldiciones de la muerte de Stroheim, con su cuello calvo, solo en la oscuridad, tratando de armar sus masacradas obras maestras, su corazón roto...
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Sobre Renoir y la belleza.
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Jonas Mekas falleció el pasado 23 de enero. Practicó el cine desde todas las aristas: fue espectador incansable y director, fue crítico y fundador de revistas, programador y distribuidor. Fundó la revista Film Culture y manejó el cine Anthology Film Archives por mucho tiempo. Como pequeño homenaje recuperamos cuatro de sus textos escritos durante el 59 y el 62 en la revista Village Voice. Estos textos hacen parte de una exhaustiva recopilación titulada Movie journal: the rise of new american cinema 1959 - 1971. Traducciones del editor.
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