¿Problemas de alcoba? ¿Medicinas psiquiátricas paliativas? ¿Aguas residuales? ¿Robos millonarios? ¿Tráfico de drogas? ¿Pandemias mundiales? ¿Conspiraciones de espías? ¿Pianistas conflictivos? Steven Soderbergh y su fiel director de fotografía Peter Andrews han reflexionado sobre todos estos temas.
Soderbergh comparte con Louis Malle el hito de ser los únicos ganadores de la Palma de Oro en Cannes con su primera película. Sexo Mentiras y video, filmada en su pueblo de crianza Baton Rouge (Luisiana), reúne un elenco ochentero interesante, aclamada en Sundance y ganadora en playas francesas en 1989.
Los problemas de pareja entre James Spader y Andie MacDowell resultaron un abrebocas para demostrar la capacidad narrativa y el punzante humor negro que hasta la fecha exhibe este alopécico director descendiente de suecos. Al revisar su carrera, apreciamos una ecléctica capacidad para hablar sobre temas polarmente distantes.
Podría categorizar el cine de Soderbergh entre películas extremadamente serias y otras que rozan con el humor y lo increíble. Es el caso de Traffic, su proyecto más reconocido, y Haywire, un trabajo de espías basado en la fórmula de las explosiones y las artes marciales que no tuvo demasiado eco.
Traffic, basada en una serie televisiva británica, narra tres historias de narcotráfico. Michael Douglas es un juez conservador que trata de salvar a su hija drogadicta y al mismo tiempo promulgar leyes. Benicio del Toro es un rudo detective en la frontera mexicana. Don Cheadle es un agente encubierto dispuesto a hacer justicia en San Diego. Cada historia trasladada a colores en la fotografía: azul para el juez, amarillo para Tijuana y rojo para San Diego.
Haywire confía en la excampeona de artes marciales mixtas Gina Carano como protagonista. Es la estereotipada historia de una agente que es traicionada a todos niveles y debe recurrir a su inmortalidad para sobrevivir. Patadas, ahorcamientos, misiles y un humor retorcido acompañan la película. De lo más regular que le he visto a Soderbergh.
Michael Douglas actúa en ambas películas y ha colaborado varias veces con Soderbergh. Su hijo Cameron fue detenido en la vida real por posesión de cocaína durante la época del rodaje de Traffic y tras varios incidentes estuvo siete años preso por narcotráfico. Los papeles de Benicio del Toro y Don Cheadle marcaron lo que serían sus carreras actorales en el futuro. El primero, el policía correcto pero hosco, y el segundo, un hombre estricto y racional.
Gina Carano ha trabajado posteriormente en Rápido y Furioso y DeadPool. Papeles totalmente adecuados para esta mujer atlética de rasgos fuertes y una expresividad limitada. Ewan McGregor, Antonio Banderas, Channing Tatum y Bill Paxton completan un elenco que brilla por momentos, pero en general luce edulcorado, con villanos obvios y muertes estrepitosas como la de Michael Fassbender en Haywire.
Traffic fue rechazada por FOX y terminó siendo producida por USA Films. Al final ganó cinco Premios Oscar, incluyendo mejor director, mejor guión adaptado y actor de reparto para del Toro. De las seis candidaturas, solo se le escapó la mejor película ante la espada del Gladiador de Scott. Benicio recogió el Bafta, el Globo de Oro y el premio del sindicato de Actores. El guionista Stephen Gaghan ganó un total de seis premios internacionales. Su recaudo superó los 207 millones de dólares.
Haywire no contó con el gusto del público. Obtuvo 33 millones de dólares, sólo 10 millones más de la inversión inicial. Algunos valoraron su ritmo frenético y otros la vieron como una producción menor.
Traffic se estrenó casi simultáneamente con otro ícono de la filmografía de Soderbergh. Erin Brockovich compitió en tres categorías con Traffic, la Academia otorgó el Oscar a Julia Roberts. La historia de esta mujer, que denuncia el envenenamiento del agua por parte de una industria, recaudó 250 millones de dólares y Soderbergh se convirtió en el director que recaudó casi 500 millones en el 2000. Al año siguiente, se embarcó en la exitosa saga de Ocean’s Eleven y el resto es historia. Los premios y el dinero le dieron un espaldarazo inmenso.
Soderbergh estaba precedido del éxito de Contagio en el 2012. 135 millones de dólares de taquilla hablaban por él. Haywire fue un experimento, una anécdota de la cual se recuperó un par de meses después con Magic Mike. Este drama de stripers tuvo alta rentabilidad y el aval de la crítica.
Steven Soderbergh es un director efectivo, con una capacidad productiva impresionante –casi una película por año– y recursos para crear distintos tipos de trabajos, pero aun así dispuesto a mantener un hilo estético común entre todas. Rompió el firmamento en el año 2000 con una gran película sobre narcos. Violenta, dura, que aunque moralmente aceptable por la sociedad gringa, presentaba reflexiones interesantes, actuaciones sobresalientes, además de fotografía y montaje lujosos.
Se rompió a sí mismo en el 2012. Haywire, una comedia de acción que no tuvo mayor eco. Que recurrió a la fórmula Van Damme para no contratar doble para la protagonista y que pasó al olvido o a los recuerdos más gigs de algún inoficioso como yo. No siempre caza el tigre, pero acá me tienen, contrastando a uno de los directores norteamericanos más exitosos y claros de los últimos treinta años.
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SODERBERGH DE MAYOR A MENOR
Un reportaje
¿Problemas de alcoba? ¿Medicinas psiquiátricas paliativas? ¿Aguas residuales? ¿Robos millonarios? ¿Tráfico de drogas? ¿Pandemias mundiales? ¿Conspiraciones de espías? ¿Pianistas conflictivos? Steven Soderbergh y su fiel director de fotografía Peter Andrews han reflexionado sobre todos estos temas.
Soderbergh comparte con Louis Malle el hito de ser los únicos ganadores de la Palma de Oro en Cannes con su primera película. Sexo Mentiras y video, filmada en su pueblo de crianza Baton Rouge (Luisiana), reúne un elenco ochentero interesante, aclamada en Sundance y ganadora en playas francesas en 1989.
Los problemas de pareja entre James Spader y Andie MacDowell resultaron un abrebocas para demostrar la capacidad narrativa y el punzante humor negro que hasta la fecha exhibe este alopécico director descendiente de suecos. Al revisar su carrera, apreciamos una ecléctica capacidad para hablar sobre temas polarmente distantes.
Podría categorizar el cine de Soderbergh entre películas extremadamente serias y otras que rozan con el humor y lo increíble. Es el caso de Traffic, su proyecto más reconocido, y Haywire, un trabajo de espías basado en la fórmula de las explosiones y las artes marciales que no tuvo demasiado eco.
Traffic, basada en una serie televisiva británica, narra tres historias de narcotráfico. Michael Douglas es un juez conservador que trata de salvar a su hija drogadicta y al mismo tiempo promulgar leyes. Benicio del Toro es un rudo detective en la frontera mexicana. Don Cheadle es un agente encubierto dispuesto a hacer justicia en San Diego. Cada historia trasladada a colores en la fotografía: azul para el juez, amarillo para Tijuana y rojo para San Diego.
Haywire confía en la excampeona de artes marciales mixtas Gina Carano como protagonista. Es la estereotipada historia de una agente que es traicionada a todos niveles y debe recurrir a su inmortalidad para sobrevivir. Patadas, ahorcamientos, misiles y un humor retorcido acompañan la película. De lo más regular que le he visto a Soderbergh.
Michael Douglas actúa en ambas películas y ha colaborado varias veces con Soderbergh. Su hijo Cameron fue detenido en la vida real por posesión de cocaína durante la época del rodaje de Traffic y tras varios incidentes estuvo siete años preso por narcotráfico. Los papeles de Benicio del Toro y Don Cheadle marcaron lo que serían sus carreras actorales en el futuro. El primero, el policía correcto pero hosco, y el segundo, un hombre estricto y racional.
Gina Carano ha trabajado posteriormente en Rápido y Furioso y DeadPool. Papeles totalmente adecuados para esta mujer atlética de rasgos fuertes y una expresividad limitada. Ewan McGregor, Antonio Banderas, Channing Tatum y Bill Paxton completan un elenco que brilla por momentos, pero en general luce edulcorado, con villanos obvios y muertes estrepitosas como la de Michael Fassbender en Haywire.
Traffic fue rechazada por FOX y terminó siendo producida por USA Films. Al final ganó cinco Premios Oscar, incluyendo mejor director, mejor guión adaptado y actor de reparto para del Toro. De las seis candidaturas, solo se le escapó la mejor película ante la espada del Gladiador de Scott. Benicio recogió el Bafta, el Globo de Oro y el premio del sindicato de Actores. El guionista Stephen Gaghan ganó un total de seis premios internacionales. Su recaudo superó los 207 millones de dólares.
Haywire no contó con el gusto del público. Obtuvo 33 millones de dólares, sólo 10 millones más de la inversión inicial. Algunos valoraron su ritmo frenético y otros la vieron como una producción menor.
Traffic se estrenó casi simultáneamente con otro ícono de la filmografía de Soderbergh. Erin Brockovich compitió en tres categorías con Traffic, la Academia otorgó el Oscar a Julia Roberts. La historia de esta mujer, que denuncia el envenenamiento del agua por parte de una industria, recaudó 250 millones de dólares y Soderbergh se convirtió en el director que recaudó casi 500 millones en el 2000. Al año siguiente, se embarcó en la exitosa saga de Ocean’s Eleven y el resto es historia. Los premios y el dinero le dieron un espaldarazo inmenso.
Soderbergh estaba precedido del éxito de Contagio en el 2012. 135 millones de dólares de taquilla hablaban por él. Haywire fue un experimento, una anécdota de la cual se recuperó un par de meses después con Magic Mike. Este drama de stripers tuvo alta rentabilidad y el aval de la crítica.
Steven Soderbergh es un director efectivo, con una capacidad productiva impresionante –casi una película por año– y recursos para crear distintos tipos de trabajos, pero aun así dispuesto a mantener un hilo estético común entre todas. Rompió el firmamento en el año 2000 con una gran película sobre narcos. Violenta, dura, que aunque moralmente aceptable por la sociedad gringa, presentaba reflexiones interesantes, actuaciones sobresalientes, además de fotografía y montaje lujosos.
Se rompió a sí mismo en el 2012. Haywire, una comedia de acción que no tuvo mayor eco. Que recurrió a la fórmula Van Damme para no contratar doble para la protagonista y que pasó al olvido o a los recuerdos más gigs de algún inoficioso como yo. No siempre caza el tigre, pero acá me tienen, contrastando a uno de los directores norteamericanos más exitosos y claros de los últimos treinta años.
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