En medio de este distópico año con un paréntesis aun abierto y cuyo cierre no se ve cerca, y ante un futuro más incierto de lo soportable, reconforta mirar hacia atrás para apreciar y revisitar algunas de las películas más importantes de la década que, para algunos, terminó el año pasado y para otros se cerrará con los puntos suspensivos que dejará el extraño 31 de diciembre que se avecina.
La década de 2010-2019 marcó un punto muy alto para el cine colombiano en términos de producción, exhibición y visibilidad y, aunque la asignatura pendiente sigue siendo enamorar el público, se vivió una relativa luna de miel con la crítica y los jurados de los festivales, y la producción aumentó de forma inédita llevando a la gran pantalla aproximadamente 278 películas de largometraje (ficción y documental), cifra que representa aproximadamente el 48% del total histórico del cine colombiano.
Aunque sé que tuvimos años mejores que otros, comparto algunos comentarios de las películas colombianas que, a mi juicio, son imperdibles de cada uno de los años entre 2010 y 2019.
2010: Retratos en un mar de mentiras (Carlos Gaviria).
La travesía de dos primos desde Bogotá hasta su pueblo natal para recuperar la tierra de su abuelo fallecido se convierte en una metáfora de las contradicciones del país: hermosos paisajes y gente amable y servicial que comparte territorio con grupos hostiles que usan la violencia para imponer terror y desolación.
Otras películas de 2010:Contracorriente, El vuelco del cangrejo y García.
2011: Los colores de la montaña (Carlos César Arbeláez).
Una película tan hermosa como cruel, la ópera prima de Carlos Arbeláez es un retrato de la infancia atrapada en un fuego cruzado que amenaza con privarla de su futuro. Desde los ojos de los niños, vemos la guerra sin entender sus causas ni quienes son los que la ejercen. La película hace bien en darle voz y rostro a las víctimas, especialmente a las más inocentes, aquellas que no suelen aparecer más que como cifras en los grandes medios de comunicación.
Otras películas de 2011:Silencio en el paraíso, El páramo, Pequeñas voces, Todos tus muertos y Karen llora en un bus.
2012: Sofía y el terco (Andrés Burgos).
Mucho se ha criticado a las películas de comedia colombiana y a su asociación con la comedia televisiva y el humor costumbrista. Por esto, resalto esta película de Andrés Burgos que se sale del estereotipo para hacer un humor muy blanco, con un cierto mensaje reivindicativo femenino. Sofía y el terco es una película sencilla y divertida.
Otras películas de 2012:La cara oculta, Chocó y La playa DC.
2013: Estrella del sur (Gabriel González).
Con un proceso de puesta en escena y una dirección de actores muy interesante, el joven realizador Gabriel González hace una película también joven en su planteamiento y en su mirada al delicado problema de la violencia contra los jóvenes en los barrios del sur de Bogotá. Evitando el uso de la violencia como glorificación de la misma, esta película se centra en los anhelos frustrados por las pocas perspectivas de futuro de sus protagonistas.
Otras películas de 2013:Crónica del fin del mundo, Don Ca y La eterna noche de las doce lunas.
2014: Manos sucias (Joseph Kubota).
Esta coproducción colombo-estadounidense fue una buena sorpresa de 2014. A pesar de su director extranjero, la película logra retratar muy bien al más bajo eslabón de la cadena del narcotráfico: el que hace los mandados. Sin la estética narco ni el deslumbramiento de los excesos, esta cinta nos muestra que la droga infecta a quien la toca y no es posible tener contacto con su cadena de producción sin ensuciarse las manos.
Otras películas de 2014:Jardín de amapolas, Infierno o paraíso, Mateo, Tierra en la lengua.
2015: Gente de bien (Franco Lolli).
La ópera prima (largometraje) de Franco Lolli continúa la línea de sus cortometrajes con un estilo de puesta en escena en el que se ve claramente la influencia del cine francés sin perder la identidad colombiana de personajes y situaciones. Gente de bien se presenta como una crítica, o autocrítica, de una clase social media-alta emergente bienpensante y de las fronteras invisibles entre clases sociales que en Colombia se hacen bastante evidentes.
Otras películas de 2015:El abrazo de la serpiente, La tierra y la sombra, Carta a una sombra, Siempreviva, Alias María, Violencia, Un asunto de tierras y El valle sin sombras.
2016: Todo comenzó por el fin (Luis Ospina)
He decidido escoger un documental para representar 2016, no solo por la importancia creciente del género en la gran pantalla (en donde ha estado relegado, a pesar de tener una gran tradición en el cine colombiano) si no porque se trata de un autoretrato cinematográfico de uno de los más importantes grupos de cineastas del país. La película de Luis Ospina presenta y representa al grupo de Cali con sus aciertos y sus excesos, con su genialidad y sus desafueros, con sus logros y sus frustraciones.
Otras películas de 2016:Magallanes, No todo es vigilia, Paciente, Anna, El soborno del cielo, Oscuro animal y Pariente.
2017: La mujer del animal (Víctor Gaviria).
Que nuestro director más importante solo cuente con cuatro largometrajes, uno por década, es algo vergonzoso. Sin embargo, es importante señalar que cada uno de ellos cuenta la historia de Medellín y de Colombia con sus angustias y violencias; constituyéndose así, desde la ficción, en un patrimonio documental importantísimo para entender nuestra sociedad. En este caso, además, se trata de un descarnado retrato de la violencia machista, una auténtica película de terror de la vida real que desnuda los cimientos históricos de nuestra sociedad actual.
Otras películas de 2017:Noche herida, X 500, El silencio de los fusiles, Amazona, La defensa del dragón, El libro de Lila y El día de la cabra.
2018: Matar a Jesús (Laura Mora).
A pesar de su juventud, Laura Mora se ha consolidado como una de las directoras más interesantes del cine colombiano. En este largometraje, además, aprovecha su experiencia personal para contar una historia de odio, venganza y perdón que hace énfasis en las secuelas de la violencia más que en la parafernalia de la sangre. Su fotografía, puesta en escena y dirección son más que destacadas.
Otras películas de 2018:Amalia la secretaria, Ciro y yo, Pájaros de verano, Adios entusiasmo y Nadie nos mira.
2019: Monos (Alejandro Landes).
La visión distópica de esta película es una interesante metáfora sobre la realidad del país con sus violencias y la pérdida de la inocencia de los niños y adolescentes en medio de esta convulsa situación. Landes logra configurar una atmósfera perturbadora con reminiscencias a películas de culto de la historia del cine sin perder la identidad colombiana de su propuesta. Con uno de los mejores diseños sonoros y un montaje sobresaliente, esta película se llevó reconocimientos en algunos de los más prestigiosos festivales del mundo.
Otras películas de 2019:The smiling Lombana, El piedra, Amalia, El silencio del río, Los silencios y El Amparo.
2020 dejó en el cajón, o más bien en el congelador, algunos estrenos nacionales que ya estaban listos y con fecha de exhibición, mientras otros más se lanzaron a hacer presentación online de sus películas inicialmente pensados para la gran pantalla. Probablemente, hacen parte del inicio de una tendencia que puede volverse mayoritaria en el cine colombiano como en el de todos los países del mundo que no se llamen “Planeta Hollywood”. Después de este distópico 2020, la pantalla gigante y romántica del cine podría pasar a ser la segunda ventana de exhibición del cine colombiano, pero esa es otra discusión.
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UNA PELÍCULA COLOMBIANA PARA CADA AÑO
En medio de este distópico año con un paréntesis aun abierto y cuyo cierre no se ve cerca, y ante un futuro más incierto de lo soportable, reconforta mirar hacia atrás para apreciar y revisitar algunas de las películas más importantes de la década que, para algunos, terminó el año pasado y para otros se cerrará con los puntos suspensivos que dejará el extraño 31 de diciembre que se avecina.
La década de 2010-2019 marcó un punto muy alto para el cine colombiano en términos de producción, exhibición y visibilidad y, aunque la asignatura pendiente sigue siendo enamorar el público, se vivió una relativa luna de miel con la crítica y los jurados de los festivales, y la producción aumentó de forma inédita llevando a la gran pantalla aproximadamente 278 películas de largometraje (ficción y documental), cifra que representa aproximadamente el 48% del total histórico del cine colombiano.
Aunque sé que tuvimos años mejores que otros, comparto algunos comentarios de las películas colombianas que, a mi juicio, son imperdibles de cada uno de los años entre 2010 y 2019.
2010: Retratos en un mar de mentiras (Carlos Gaviria).
La travesía de dos primos desde Bogotá hasta su pueblo natal para recuperar la tierra de su abuelo fallecido se convierte en una metáfora de las contradicciones del país: hermosos paisajes y gente amable y servicial que comparte territorio con grupos hostiles que usan la violencia para imponer terror y desolación.
Otras películas de 2010: Contracorriente, El vuelco del cangrejo y García.
2011: Los colores de la montaña (Carlos César Arbeláez).
Una película tan hermosa como cruel, la ópera prima de Carlos Arbeláez es un retrato de la infancia atrapada en un fuego cruzado que amenaza con privarla de su futuro. Desde los ojos de los niños, vemos la guerra sin entender sus causas ni quienes son los que la ejercen. La película hace bien en darle voz y rostro a las víctimas, especialmente a las más inocentes, aquellas que no suelen aparecer más que como cifras en los grandes medios de comunicación.
Otras películas de 2011: Silencio en el paraíso, El páramo, Pequeñas voces, Todos tus muertos y Karen llora en un bus.
2012: Sofía y el terco (Andrés Burgos).
Mucho se ha criticado a las películas de comedia colombiana y a su asociación con la comedia televisiva y el humor costumbrista. Por esto, resalto esta película de Andrés Burgos que se sale del estereotipo para hacer un humor muy blanco, con un cierto mensaje reivindicativo femenino. Sofía y el terco es una película sencilla y divertida.
Otras películas de 2012: La cara oculta, Chocó y La playa DC.
2013: Estrella del sur (Gabriel González).
Con un proceso de puesta en escena y una dirección de actores muy interesante, el joven realizador Gabriel González hace una película también joven en su planteamiento y en su mirada al delicado problema de la violencia contra los jóvenes en los barrios del sur de Bogotá. Evitando el uso de la violencia como glorificación de la misma, esta película se centra en los anhelos frustrados por las pocas perspectivas de futuro de sus protagonistas.
Otras películas de 2013: Crónica del fin del mundo, Don Ca y La eterna noche de las doce lunas.
2014: Manos sucias (Joseph Kubota).
Esta coproducción colombo-estadounidense fue una buena sorpresa de 2014. A pesar de su director extranjero, la película logra retratar muy bien al más bajo eslabón de la cadena del narcotráfico: el que hace los mandados. Sin la estética narco ni el deslumbramiento de los excesos, esta cinta nos muestra que la droga infecta a quien la toca y no es posible tener contacto con su cadena de producción sin ensuciarse las manos.
Otras películas de 2014: Jardín de amapolas, Infierno o paraíso, Mateo, Tierra en la lengua.
2015: Gente de bien (Franco Lolli).
La ópera prima (largometraje) de Franco Lolli continúa la línea de sus cortometrajes con un estilo de puesta en escena en el que se ve claramente la influencia del cine francés sin perder la identidad colombiana de personajes y situaciones. Gente de bien se presenta como una crítica, o autocrítica, de una clase social media-alta emergente bienpensante y de las fronteras invisibles entre clases sociales que en Colombia se hacen bastante evidentes.
Otras películas de 2015: El abrazo de la serpiente, La tierra y la sombra, Carta a una sombra, Siempreviva, Alias María, Violencia, Un asunto de tierras y El valle sin sombras.
2016: Todo comenzó por el fin (Luis Ospina)
He decidido escoger un documental para representar 2016, no solo por la importancia creciente del género en la gran pantalla (en donde ha estado relegado, a pesar de tener una gran tradición en el cine colombiano) si no porque se trata de un autoretrato cinematográfico de uno de los más importantes grupos de cineastas del país. La película de Luis Ospina presenta y representa al grupo de Cali con sus aciertos y sus excesos, con su genialidad y sus desafueros, con sus logros y sus frustraciones.
Otras películas de 2016: Magallanes, No todo es vigilia, Paciente, Anna, El soborno del cielo, Oscuro animal y Pariente.
2017: La mujer del animal (Víctor Gaviria).
Que nuestro director más importante solo cuente con cuatro largometrajes, uno por década, es algo vergonzoso. Sin embargo, es importante señalar que cada uno de ellos cuenta la historia de Medellín y de Colombia con sus angustias y violencias; constituyéndose así, desde la ficción, en un patrimonio documental importantísimo para entender nuestra sociedad. En este caso, además, se trata de un descarnado retrato de la violencia machista, una auténtica película de terror de la vida real que desnuda los cimientos históricos de nuestra sociedad actual.
Otras películas de 2017: Noche herida, X 500, El silencio de los fusiles, Amazona, La defensa del dragón, El libro de Lila y El día de la cabra.
2018: Matar a Jesús (Laura Mora).
A pesar de su juventud, Laura Mora se ha consolidado como una de las directoras más interesantes del cine colombiano. En este largometraje, además, aprovecha su experiencia personal para contar una historia de odio, venganza y perdón que hace énfasis en las secuelas de la violencia más que en la parafernalia de la sangre. Su fotografía, puesta en escena y dirección son más que destacadas.
Otras películas de 2018: Amalia la secretaria, Ciro y yo, Pájaros de verano, Adios entusiasmo y Nadie nos mira.
2019: Monos (Alejandro Landes).
La visión distópica de esta película es una interesante metáfora sobre la realidad del país con sus violencias y la pérdida de la inocencia de los niños y adolescentes en medio de esta convulsa situación. Landes logra configurar una atmósfera perturbadora con reminiscencias a películas de culto de la historia del cine sin perder la identidad colombiana de su propuesta. Con uno de los mejores diseños sonoros y un montaje sobresaliente, esta película se llevó reconocimientos en algunos de los más prestigiosos festivales del mundo.
Otras películas de 2019: The smiling Lombana, El piedra, Amalia, El silencio del río, Los silencios y El Amparo.
2020 dejó en el cajón, o más bien en el congelador, algunos estrenos nacionales que ya estaban listos y con fecha de exhibición, mientras otros más se lanzaron a hacer presentación online de sus películas inicialmente pensados para la gran pantalla. Probablemente, hacen parte del inicio de una tendencia que puede volverse mayoritaria en el cine colombiano como en el de todos los países del mundo que no se llamen “Planeta Hollywood”. Después de este distópico 2020, la pantalla gigante y romántica del cine podría pasar a ser la segunda ventana de exhibición del cine colombiano, pero esa es otra discusión.
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