CVC: ¿Cómo llegaste al cine? ¿Dónde te formaste como cineasta y productora audiovisual?
DL: Yo venía de un colegio con énfasis en Humanidades, siempre me habían gustado la literatura, las ciencias sociales, los idiomas. Pero nunca hubo un componente meramente artístico y en el momento en que yo me gradué del bachillerato tenía claro que yo quería estudiar por fuera de la ciudad y la primera opción que vi fue la Universidad Nacional. En realidad, fue más como un proceso muy intuitivo de investigación del currículo de las carreras, estaba entre Literatura, que era algo con lo que me sentía más familiarizada, y estaba la opción de Cine y televisión. Por alguna razón decidí que mi primera opción iba a ser cine. Sentía que quería contar historias. No estaba segura en qué medio, pero me decidí de una manera muy intuitiva.
CVC: ¿En qué período fue en el que te formaste?
DL: Eso fue entre el 2005-2010.
CVC: ¿Y después de que terminaste la carrera, empezó tu vida profesional? ¿Qué relación has mantenido con el sector profesional, con la industria audiovisual?
DL: Después de terminar la carrera yo me quedé un tiempo en Bogotá, 6 meses. Yo había hecho un énfasis en Historia del Arte. No me incliné por el lado práctico del cine, sino por el lado teórico, porque siempre había tenido más relación con la estética. Entonces lo primero que hice fue aplicar con un proyecto al Ministerio de Cultura sobre el documental de archivo en Colombia. Y esa fue mi primera experiencia a nivel profesional laboral. Luego estuve un tiempo en la costa, igual yo tenía familia y aquí fue donde comencé a conocer gente del sector audiovisual. Inicialmente, mis expectativas no eran muy altas. Existía Telecaribe, pero en realidad no sabía qué más había. O quiénes más estaban haciendo cosas aparte de lo que se hacía para el canal regional. Conocí a Roberto Flores y a Carlos Franco, justo en ese momento ellos habían ganado dos premios de producción para los largometrajes Cazando Luciérnagas (2013) y Ruido Rosa (2014). Yo acababa de llegar, estaba recién graduada. Tenía interés en meterme en un proceso más de práctica audiovisual. Entonces empecé ahí como productora de campo y luego, a medida que fue pasando el proceso, fui ascendiendo en el cargo hasta terminar como productora general de los dos largometrajes a partir de 2011. Y desde ese momento siguió un proceso en el cual no paramos. Porque era un proyecto tras otro y había un dinero base que nos permitía llevar ese tren de trabajo. Los largometrajes de Roberto Flores habían ganado los estímulos del FDC para guión y producción. Eso era un incentivo suficiente para convocar equipo y seguir buscando recursos y rodar las películas.
CVC: ¿Cómo siguió el proceso, iban a ser tus dos primeras películas como productora?
DL: El primer problema que tuvimos fue el de conformar el equipo. En realidad estábamos Roberto Flores, que era el director-productor; Carlos Franco, que era el guionista; y estaba yo, que todavía no tenía en ese momento la experiencia para asumir la producción de un largo, pero venía con todas las ganas de hacer muchas cosas. A partir de ahí comenzamos a hacer una serie de experimentos, tratando de ubicar quiénes en la región tenían el bagaje para enfrentarse a un largometraje en diferentes cargos de la producción y pudieran asumirlos. Aunque teníamos claro que teníamos que traer muchos profesionales de otras ciudades. Las cabezas de equipo fueron personas de Medellín, Manizales, Bogotá. Y muchos de ellos, al no ser de aquí, también querían tener sus equipos y asistentes de afuera. Tratamos de negociar con ellos y encontrar un punto medio en que hubiese gente de aquí que pudiera formarse precisamente con esa gente que venía de afuera y que ya tenía un know how de los diferentes departamentos. Se convirtió en un semillero, una escuela para muchos. De ese proceso salieron muchas personas, de aquí de la región, que entendieron cómo funcionaba el cine y vieron una oportunidad de desarrollar la profesión que habían escogido en el campo de las artes. Ese fue el primer obstáculo. Una vez tuvimos el equipo, entonces nos tocaba manejar el engranaje, que las personas de fuera entendieran que nosotros teníamos un premio de producción, pero los recursos eran limitados; y nuestra experiencia no estaba al mismo nivel de la experiencia de aquellas personas que venían de fuera y habían rodado muchos proyectos. Fue difícil, a veces, encontrar ese engranaje en el equipo, había muchas diferencias. Pero para los locales y para quienes era nuestra primera experiencia fue un aprendizaje muy importante. El tema de los recursos económicos era complicado porque en general hay muy pocos lugares donde uno puede tocar puertas, convencer para que te apoyen para una película. Esto normalmente no representa un negocio. Yo creo que siempre las fuentes principales en realidad se limitan a los recursos de la administración pública, la alcaldía, la gobernación. Tratamos siempre de que eso representara para ellos realmente una inversión. No a nivel económico, pero sí a nivel de potencial humano o profesionalización de las personas que estaban trabajando allí por primera vez. También vinculamos a practicantes.
CVC: ¿Quién lideró el proceso de producción?
DL: Yo fui responsable de liderar todo el tema administrativo, el tema de los pagos, los desembolsos, pero también de organizar en general la producción. En mi caso, no estaba segura de qué papel iba a cumplir en la película, sino que fui adquiriendo responsabilidades, pero sin darles un nombre. Yo iba a ser productora de campo inicialmente, pero después ya me estaba encargando de todo, de cómo obtener el dinero de los recursos, temas logísticos, de locación, dónde va a dormir la gente, coordinar la construcción de los sets, cómo va a ser el transporte. Lo manejé todo, pero fue una cosa que en realidad no tenía nombre. Yo iba solucionando lo que se iba presentando y bueno, en ese sentido por supuesto hubo muchos impases y muchos errores porque era mi primera vez, pero creo que fue una experiencia que a todos nos sirvió y que me dejó preparada para el siguiente largometraje.
CVC: ¿Y cómo manejaste el uso de las locaciones?
DL: Cazando Luciérnagas se rodó en unas salinas. Lo que hicimos fue un convenio con la gerencia del Consorcio de Galerazamba, que era quien tenía el control de esas salinas. Llegamos a unos acuerdos, nosotros entregamos algo a cambio a la población que estaba ahí. Temas laborales, vincularlos a nivel del trabajo, de ahí sacamos muchos asistentes de producción locales, también el tema de la alimentación, hospedaje. En eso consistió la retribución. Nos permitieron utilizar esa locación, pero nosotros teníamos que vincular a la población local. Yo creo que esa fue la experiencia. Fue muy dura, además, tener que lidiar por primera vez con un fondo de cinematografía, con todo lo que eso implica a nivel administrativo, legalizar los recursos del estado y aprender cómo era ese sistema de cumplir con unos requisitos, entregar unos productos en diferentes etapas y que ellos fueran desembolsando esos recursos. Eso también fue bastante difícil.
CVC: ¿Cuál fue el costo aproximado de cada película y qué otro tipo de fuentes de financiación utilizaron?
DL: Alrededor de entre 400 y 500 millones de pesos. En ese momento, el fondo de cine daba menos recursos que lo que está dando ahora, por supuesto, y el estímulo cubrió alrededor de 250 millones. Entonces tú tenías que completar con el resto, tenías que hacer asociaciones, por ejemplo, con el laboratorio de postproducción. Al final, ellos terminaron siendo productores asociados, tenían derecho a un pequeño porcentaje sobre la taquilla y sobre los ingresos netos. Se hizo también un convenio con la Universidad del Norte, por ejemplo, para que nos brindaran algunos equipos y pudiéramos ahorrar en el costo del alquiler de equipos. También se hizo convenio de producción asociada con los proveedores de equipos de rodaje. Es decir, la cámara, las ópticas (HD Cinema Colombia). En general, era de ese tipo, recursos en especies a cambio, también, de que su imagen de marca (logo) estuviera en la película.
CVC: ¿Qué factores favorecieron que el proceso tuviera éxito?
DL: El hecho de que para muchos fuera su primera vez en un proyecto de esa magnitud, que llegara gente con mucha más experiencia, con unas hojas de vida que eran realmente impresionantes, hacía que la gente que estaba trabajando a nivel local lo hiciera con muchas más ganas. Porque en realidad sentía que era una experiencia que no tenía precio, que si habían sido llamados a hacer esa película era porque realmente tenían mucho para sacar como experiencia y como galardón personal. La gente local lo entregamos todo, dimos mucho más que la gente que venía de afuera y que ya estaba acostumbrada a rodar, eso hacía que uno pudiera superar todos los obstáculos. En el caso de Cazando Luciérnagas, rodamos en un período de lluvias en noviembre, teníamos una locación que era al aire libre, hubo casos de inundaciones, los sets en un momento se desbarataron por completo, tuvimos que reconstruirlos. Nada más el solo hecho del suelo, esa tierra rojiza, ya con el agua eso se volvía realmente una piscina, todo eso teníamos que solucionarlo en tiempo record, de lo contrario el rodaje se paraba. Lo entregamos todo. Creo que en circunstancias distintas pudimos haber dicho: no, paramos el rodaje, esto no puede continuar así, pero sabíamos que eso dependía de nosotros, que si nosotros no lo hacíamos, pues no lo iba a hacer nadie.
CVC: ¿Cuánto tiempo duró la producción ?
DL: Cuando yo entré (2011) ya estaba listo el guión y estaba la financiación base del FDC, pero los guionistas habían estado trabajando por lo menos dos años antes, en el guión, perfeccionándolo, buscando recursos para el desarrollo. Mínimo fueron 4 años para producir ambas películas.
CVC: ¿Qué diferencias hubo entre una y otra película?
DL: Ya sabíamos cómo se hacían las cosas. Teníamos todo un aprendizaje de la anterior película, sabíamos qué tipo de personas necesitábamos para qué funciones, qué cargos. Por ejemplo, a nivel administrativo, todavía no sé cómo logré sacar la película Cazando Luciérnagas, que fue la primera, estando yo sola y un asistente. En la siguiente me aseguré de tener, para yo poder tener más capacidad de resolver a nivel de producción de rodaje, un equipo profesional más formado, y que estuviera dedicado plenamente al tema del manejo de los dineros, los recursos, de las contrataciones, de todo el tema de seguridad social, etc. Y así pasó con los diferentes departamentos para la segunda película, Ruido Rosa. Ya teníamos gente que había tenido esa primera experiencia en Cazando... y que ahora ya sabía cómo funcionaban las cosas. Al mismo tiempo, como nos representó tantas dificultades trabajar con gente de afuera, optamos porque en su gran mayoría el personal de Ruido Rosa fuese de aquí. De aquí de Barranquilla, o de la costa. Y creo que eso fue muy positivo porque fue ahí cuando empezamos a mirar hacia la Universidad del Magdalena, por ejemplo, que tiene Cine como carrera profesional e hicimos alianza a nivel del caribe colombiano. De gente que ni siquiera conocíamos que existía y que sabía hacer muchas cosas. Hicimos un proyecto que fue de la región. Esas profesiones, que antes no existían aquí, ahora ya existen. Por ejemplo, un segundo de cámara, un foquista, eso ya lo tenemos aquí en la costa. Y creo que en parte es gracias a que esos proyectos se gestaron, se desarrollaron y que la gente aprendió con esas producciones.
CVC: ¿Qué dificultades tuvieron con los miembros del equipo de fuera de la región?
DL: Primero un tema de entendimiento cultural. Hay formas de trabajar muy distintas, en algunos casos ellos vienen de una experiencia que es mucho más amplia en la producción, han rodado muchas más veces, han tenido muchas más experiencias y, de pronto, uno apenas estaba aprendiendo el tema del cine. Entonces eso a veces era motivo de discusiones, porque evidentemente ellos estaban esperando más de nosotros. Eso creo que pasó a todos los niveles y en todos los departamento de la producción.
CVC: ¿Cazando Luciérnagas y Ruido Rosa tuvieron apoyos internacionales?
DL: No. Como yo lo veo, básicamente esas películas nos enseñaron cómo hacer las películas. Eso era súper importante. Pero creo que eso nos ha pasado a todos desde la creación del fondo Proimágenes. Todas las productoras han aprendido cómo hacer las películas. Cómo funciona el cine. Pero como no estás trabajando todos los ámbitos del mercado al mismo tiempo, pues hay cosas que se quedan un poco descuidadas. Nosotras, por ejemplo, nos concentrábamos en una sola cosa a la vez: en hacer las películas o en cómo saber venderlas, o cómo conseguir coproducciones o cómo ir a festivales de cine o cómo conseguir un agente de ventas. No podíamos estar en todos los ámbitos al mismo tiempo. Eso es un proceso, aprendimos a cómo hacer las películas, cómo conseguir personas cualificadas para los rodajes. Luego teníamos la película sin saber muy bien qué hacer con ella. ¿Dónde la llevamos ?¿Dónde la vendemos? ¿Cómo podemos explotar aún más el producto que tenemos? Ese es un proceso que todavía tenemos pendiente por aprender.
CVC: ¿Cómo fue el proceso de distribución?
DL: Fue igual de intuitivo, por supuesto teníamos nociones. Investigamos. El caso de los festivales, por ejemplo, fue simplemente enviar y esperar, no teníamos un agente de ventas ni teníamos un distribuidor, eso no se consigue así de fácil, tampoco teníamos acceso a los mercados para buscar a las personas que se dedican a eso. Entonces lo que hicimos fue una labor muy juiciosa de enviar por nuestra cuenta, de investigar cuál era el perfil de los festivales, qué tipos de películas exhibían. Es algo que tienes que hacer y normalmente un distribuidor lo tiene muy claro. O sea, este tipo de película para qué festival va o para qué mercado va. Esa fue la labor que hicimos. Hacer un desglose muy detallado, muy cuidadoso, dónde puede estar nuestra película, dónde puede encajar. Fue enviar y sentarse a esperar. Eso también demandaba unos recursos, y mucha paciencia. Afortunadamente, creo que tuvo buenos resultados, las dos películas estuvieron en festivales muy importantes. Y te das cuenta que eso empieza a abrirte las puertas en otra parte, que tienes visibilidad, que el mercado allá afuera es mucho más complejo de lo que tu te imaginas y al que es muy difícil acceder. A nivel de festivales, creo que estamos super bien, estamos posicionados en todos los festivales del mundo. No tenemos ese problema de acceso y visibilidad, pero creo que todavía está pendiente ese tema de la distribución, de las ventas internacionales, de las coproducciones, que se tienen que fortalecer aún más porque son muy pocos los que realmente han logrado entrar al mercado internacional.
CVC: ¿Qué trayectoria tuvieron en festivales las películas?
DL: Cazando luciérnagas se estrenó en el Festival de cine de Gramado, en Brasil. Obtuvimos premio a mejor fotografía, mejor guión, mejor dirección y mejor actor protagonista, también estuvo en el Festival de Cine de Huelva, en donde ganó premio a mejor actor protagónico. También estuvo en una sección paralela del Festival de Cine de Venecia, “Alicia en las ciudades”, que es una muestra para público joven, la película tenía algo de eso, entonces quedó seleccionada ahí y también estuvo en el Festival Colombiano de Cine de Nueva York, en el Filmar, en Reino Unido. Y con Ruido Rosa estrenamos en el Festival de Cine de Shangai, Karlovy Vary, Huelva y en el Festival de Cine de Cartagena, donde Roberto Flores ganó el premio a Mejor director.
CVC: ¿Cuál fue la reacción del público?
DL: En el caso de las dos películas, a nivel de distribución, nosotros teníamos claro que no era un cine para grandes masas. Eso lo sabíamos desde el principio y, a partir de ahí, diseñamos nuestra estrategia para definir los festivales en que iba a estar. Nosotros no teníamos grandes expectativas respecto al tema de la taquilla, no solo porque a nivel nacional eso es un problema que está enfrentando el cine colombiano a todo nivel, incluso con películas que se supone están buscando un público más amplio desde su misma temática, desde su misma estrategia de producción y promoción. Lo que realmente nos interesaba era que la película se diera a conocer, que la gente supiera que estaba la película en carteleras. Hicimos todo un esfuerzo por hacer una estrategia de promoción diferente, digamos que no estábamos pensando en términos financieros de que la taquilla fuera a compensar la inversión. Lo que queríamos era posicionar la película y que eso a nosotros, como equipo, nos diera prestigio y visibilidad a nivel nacional. Creo que eso se logró, hicimos una estrategia de mercadeo digital, muy interesante, en ese momento me pareció incluso que era única dentro de todo lo que se estaba haciendo: hicimos concursos, interactuamos mucho con la gente. Eso, al final, no se vio del todo reflejado en la taquilla. Durante la promoción, por tener apenas una cantidad disponible para la tarea, apuntamos más a nivel de redes, que era lo que podíamos manejar con el presupuesto que teníamos. A nivel de taquilla, no compensaba en realidad ni la inversión, ni el esfuerzo que se había hecho, pero para nosotros en ese momento era más importante sacarla y tener la primera película que estuviera en carteleras, la película previa de Roberto no estuvo en cartelera, solo fue a festivales. Entonces para nosotros eso era el fin último. Que llegue a cartelera, que la gente sepa que existe esa película. Además, representaba un cine regional que, en términos generales, es muy poco en proporción con todo el cine que se hace en todo el resto del país. Entonces para nosotros ese era el objetivo primordial.
CVC: ¿Cómo la recibió la región, el público?
DL: Por supuesto ahí tuvimos muchas dificultades, no a nivel de taquilla. Creo que eso es otro tema y es muy difícil, por ejemplo, dialogar con Cine Colombia y los distribuidores. Es imposible decir Mira, pasemos la película en Santa Marta, en Cartagena. Ellos ya tienen una estadística y unos números y ellos saben qué cosas van a funcionar y qué no. Entonces, al final, nosotros nos concentramos en las salas en donde iba a estar la película y en unas ciudades específicas donde "realmente" sabíamos que la gente iba a ir. No por tener más salas te va a ir mejor. Eso también fue un aprendizaje. Creo que se dialogó muy bien con la película, sobre todo en espacios alternativos, nosotros tratamos –al margen de toda esta distribución que teníamos con Cine Colombia, que es la distribución oficial– de hacer una especie de difusión y circulación alternativa. Haciendo nosotros acuerdos por nuestra cuenta, con universidades, con centros culturales, con cinematecas, para llevar la película a otros espacios y donde hubiese cine-foros, conversatorios con estudiantes y personas interesadas. Y creo que eso fue lo más interesante de toda la estrategia de circulación de esos espacios. En donde tú llevas películas a lugares o espacios de exhibición que normalmente no están esperando ese tipo de productos y realmente puedes conversar con la gente. Yo creo que en ese sentido sí fue muy positivo el diálogo alrededor de la película.
CVC: ¿Percibes que la relación entre cine y televisión es positiva para los procesos de producción que emprendes?
DL: Nosotros no hemos tenido una relación con la televisión, por lo menos para la producción de estas películas, aunque habría sido deseable, por supuesto. Supongo que es porque hacemos parte del cine marginal dentro del contexto de la cinematografía nacional. Aquí no se produce mucho, no tenemos mucha visibilidad, muchas veces la producción que se hace aquí es muy esporádica. Hay grandes períodos en los que no se produce, entonces digamos que todavía no tenemos ese acceso, como si lo tienen los caleños, la gente de Bogotá. En Bogotá están Caracol y RCN, que por supuesto dan prioridad a las producciones que se hacen allá. Entonces, digamos, que no hemos tenido realmente un apoyo de la televisión, en algún momento se intentó, pero claro, eso también va de la mano del tipo de película que tu quieras hacer y muchas veces las películas que tú quieres hacer no cuadran con esos esquemas de producción, promoción y distribución, y de las expectativas que estos grandes canales tienen sobre la taquilla. Entonces creo que se debe ser muy realistas, hay ciertos tipos de productos que son más vendibles y más financiables a nivel de la televisión y hay otros que los son menos. De pronto, la búsqueda de financiación tienen que ser a través de unos medios alternativos que no sean los oficiales. Los recursos que tiene Telecaribe son limitados, son de la ANTV, y nunca ha habido un esfuerzo porque se den la mano un poco la televisión regional y el cine regional. Entonces, a nivel de la televisión, realmente no contamos con ningún tipo de alianzas, a nivel de circulación y distribución, algunos canales quieren tener tu contenido y entonces ya cuando la película está hecha pueden adquirir ciertos derechos de exhibición, te dan un dinero por eso, pero es una cosa muy mínima, y ya es cuando la película está hecha, y el producto está terminado.
CVC: Sería interesante explorar esa posibilidad
DL: Sí, claro, sería interesante que el canal regional se diera la mano con el cine. Que cooperaran de alguna manera, porque, además, eso haría que se reactivara el mercado, que la gente que está haciendo cine y que está haciendo televisión puedan tener un tren de trabajo permanente, que puedan aprender más, que se puedan desarrollar más proyectos. Pero creo que todo está muy atomizado, entonces cada quien está peleando por su lado y por sus propios esfuerzos, no nos damos la mano, y eso, efectivamente, ha ido en perjuicio de todo el sector.
CVC: ¿Te parecen las instituciones colombianas existentes suficientes para que los cineastas puedan producir sus películas?.
DL: Todo esto que vino con la ley de cine, el Fondo para el desarrollo cinematográfico, Proimágenes, ha estado haciendo una labor muy importante, muy cuidadosa, además, ha dado resultados a lo largo de todos estos años. Creo que es invaluable. Por supuesto son procesos y llevan tiempo, se trabajan a diferentes niveles dentro de lo que constituye el sector y el mercado audiovisual. Ellos han logrado que se produzcan películas, que se aumenten el número de producciones, y que de la mano de esas producciones se profesionalicen muchas de las carreras. Que no sea una cosa de amateur o autodidacta, realmente han generado una dinámica donde hay unos rodajes y hay una gente que puede ser contratada para esos rodajes. Creo que también han incentivado mucho la producción de historias, temas de desarrollo de historias o de documentales. Ahora están enfocándose mucho con el tema de la distribución, porque claro, se dieron cuenta de que no solo basta hacer películas sino que, además, hay que generar un contexto y un público que vaya a verlas. Han estado detectando a tiempo lo que se necesita y creo que siempre están renovando las prioridades. Siento que todavía sigue siendo muy centralizado ese esfuerzo y que, efectivamente, sí han tratado de cubrir más las regiones. Tienen todos estos talleres de Imaginando nuestra imagen, relatos regionales, Crea tu película. Han estado tratando de cubrir todas las regiones, de enviar gente. El tema es que de alguna manera no hay tampoco desde las regiones, por lo menos en nuestro caso, una estrategia, ni una plataforma, ni una voluntad de aprovechar eso y fortalecerlo también desde las regiones. Ellos actúan a nivel nacional, pero termina siendo una estrategia muy externa para la región. Y los que estamos en ella somos más conscientes de lo que necesitamos. En algún momento, por mucho que se haga el esfuerzo a nivel nacional, no están las condiciones a nivel regional para que esos esfuerzos se multipliquen. Se debería trabajar conjuntamente y que eso funcione de una manera más coordinada, pero creo que a nivel regional, por lo menos en nuestro caso, eso no se está dando. Si nosotros mismos no estamos aquí organizados, no estamos unidos, no estamos trabajando por un plan organizado a largo plazo, que sepamos a dónde vamos, qué queremos, pues es muy difícil que cualquier cosa que intenten traernos de afuera funcione o sea suficiente para realmente activar el sector audiovisual aquí en las regiones.
CVC: ¿Desde tu propia experiencia, formada en Bogotá y trabajando en el Caribe, consideras que es más fácil producir cine desde el centro del país?
DL: Sí, yo creo que sí. Es más fácil, aquí lo tenemos un poco más difícil, dependemos de esos fondos nacionales. Tenemos una enorme competencia, esos recursos están abiertos para todo el país. No hay discriminación porque tú seas de Barranquilla o de Bogotá, pero, por supuesto, nosotros estamos en desventaja con respecto a los que presentan proyectos en Bogotá porque estamos más atrasados en los procesos. Entonces, por ejemplo, aquí la presentación de proyectos es un problema, porque no todo el mundo está capacitado para eso. No estamos a la misma altura ni al mismo nivel. Y esa dinámica es la que nos pone fuera del juego.
CVC: ¿Crees que debe hacerse algo más desde las regiones?
DL: Debe haber un interés ciudadano y también debe haber una voluntad política muy clara, porque me parece que también tiene que existir una infraestructura a nivel administrativa, a nivel de leyes, que el interés no siempre esté en presentar números, que eso es lo que normalmente pasa, incluso el sector se puede reunir, varias veces lo hemos intentado, para poner en marcha ciertas cosas, tratar de cambiar aquello que no funciona, proponer nuevas ideas. Pero no encontramos las condiciones, ni el apoyo, ni el interés. Y si lo hay resulta ser algo muy superficial, así que todo queda como una fachada. Eso desmotiva el sector. Cada quien lo que hace es “atomizarse”, cada quien va y lucha por su parcelita y eso hace un poco que no surja nada y que todos los procesos los estemos empezando de cero. Siempre estamos construyendo el consejo, siempre estamos construyendo el sector. Es una cosa de empezar todos los días, de cero. Y no se avanza, no se crece, yo creo que tiene que haber ambas cosas. Realmente que haya una voluntad política de crearlo desde la base, para que podamos crecer firmes y puedan sostenerse sobre ella cosas que funcionen a largo plazo. No que sean inmediatos por el tiempo de la administración.
CVC: ¿Cómo percibes el panorama actual del cine en la región caribe y en Colombia con respecto al cine mundial?
DL: Creo que hay un corpus cinematográfico regional. No se puede decir que aquí no se han hecho películas, aquí se han hecho películas. No tantas como en otras regiones. Todo el mundo siempre está haciendo cosas. Pero no hay visibilidad, no hay unión en el sector, y eso hace que cada quien esté luchando solo y que no nos estemos apoyando entre nosotros. Y entonces hace que no haya realmente una memoria colectiva. En últimas, no tenemos una memoria colectiva del audiovisual. Si tú me preguntas por la cinematografía del caribe yo no sé si hay tal. Sé que hay películas, ha habido intentos por momentos, ha habido intentos de que todos nos miremos las caras y nos reconozcamos en nosotros, pero son intentos muy temporales. Esa cinematografía se dispersa, y lo que queda son ciertos directores con ciertas películas. En lo personal creo eso. Sí hay películas, pero creo que todo el mundo está mirando muy por su lado. Y, por ejemplo, tampoco hay memoria. No sé qué tanta investigación hay sobre cine. Se necesita también gente que cuente que eso existe y cómo existe, y si ha habido una evolución o un desarrollo. Tampoco hay investigaciones, he leído artículos sobre cine comunitario, cosas muy específicas, pero no hay una visión sobre el cine que se produce.
CVC: ¿Cuál es tu opinión sobre el impacto del cambio tecnológico en la manera de producir y exhibir cine/audiovisual en el país?
DL: Yo no lo veo de manera negativa. Por supuesto que existe una competencia entre estas plataformas y el cine. Evidentemente ya el cine no va a ser como lo conocíamos, eso es un hecho, y no sé si tendríamos que pelear contra eso. O más bien, mirar cuáles son las ventajas de que existan estas plataformas que para mí son otras nuevas formas de financiación. Me parece que si se abren estas nuevas plataformas creo que también va a haber más fuentes de financiación, más fuentes de distribución, es posible que también se llegue a más personas. No a nivel masivo, por supuesto cada película tiene su nicho específico, y eso me parece positivo. A mí, de momento, no me ha afectado, obviamente tener que hacer un esfuerzo para exhibir una película en cine y luego tener una audiencia en estas plataformas puede ser un revés muy fuerte. Pero creo que también hay que adaptarse a lo que está pasando y buscar maneras de que funcionen y operen a favor de tus contenidos y no en contra. Entonces creo que es un primer momento en que es normal que esto sea un choque contra la tecnología un poco y contra estos grandes emporios. Pero, por ejemplo, la película Roma, que la tienes en Netflix, que la puedan ver en todo el mundo, a mí me parece que eso es positivo, de alguna manera. No la vas a ver en la gran sala para la cual estaba pensada inicialmente, pero me parece que eso es positivo. Incluso puede ser una oportunidad para el cine independiente, que es más difícil que llegue a una sala de cine.
CVC: ¿Qué consejos darías a las nuevas generaciones que trabajan en el sector del cine y el audiovisual en el proceso de preparar su primera y segunda película?
DL: Que sean muy juiciosos. Hacer cine requiere mucha organización, ser muy cuidadosos, a veces he tenido experiencias en las que, sobre todo en gente muy joven, que les gusta más el medio que el oficio. Y lograr tu primera película puede enceguecer un poco. Creer que ya llegaste donde tenías que llegar y que de ahí en adelante todo va a ser muy fácil. Y realmente eso no ocurre. Son expectativas muy altas, al final, cuando te enfrentas a la realidad, no es así Yo creo que el cine es mucho trabajo a largo plazo y de mucha constancia. Ser muy cuidadoso con lo que se hace porque es tu primera oportunidad y va a ser la base de tu carrera de ahí en adelante.
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CONVERSACIÓN CON DIANA LOWIS
CVC: ¿Cómo llegaste al cine? ¿Dónde te formaste como cineasta y productora audiovisual?
DL: Yo venía de un colegio con énfasis en Humanidades, siempre me habían gustado la literatura, las ciencias sociales, los idiomas. Pero nunca hubo un componente meramente artístico y en el momento en que yo me gradué del bachillerato tenía claro que yo quería estudiar por fuera de la ciudad y la primera opción que vi fue la Universidad Nacional. En realidad, fue más como un proceso muy intuitivo de investigación del currículo de las carreras, estaba entre Literatura, que era algo con lo que me sentía más familiarizada, y estaba la opción de Cine y televisión. Por alguna razón decidí que mi primera opción iba a ser cine. Sentía que quería contar historias. No estaba segura en qué medio, pero me decidí de una manera muy intuitiva.
CVC: ¿En qué período fue en el que te formaste?
DL: Eso fue entre el 2005-2010.
CVC: ¿Y después de que terminaste la carrera, empezó tu vida profesional? ¿Qué relación has mantenido con el sector profesional, con la industria audiovisual?
DL: Después de terminar la carrera yo me quedé un tiempo en Bogotá, 6 meses. Yo había hecho un énfasis en Historia del Arte. No me incliné por el lado práctico del cine, sino por el lado teórico, porque siempre había tenido más relación con la estética. Entonces lo primero que hice fue aplicar con un proyecto al Ministerio de Cultura sobre el documental de archivo en Colombia. Y esa fue mi primera experiencia a nivel profesional laboral. Luego estuve un tiempo en la costa, igual yo tenía familia y aquí fue donde comencé a conocer gente del sector audiovisual. Inicialmente, mis expectativas no eran muy altas. Existía Telecaribe, pero en realidad no sabía qué más había. O quiénes más estaban haciendo cosas aparte de lo que se hacía para el canal regional. Conocí a Roberto Flores y a Carlos Franco, justo en ese momento ellos habían ganado dos premios de producción para los largometrajes Cazando Luciérnagas (2013) y Ruido Rosa (2014). Yo acababa de llegar, estaba recién graduada. Tenía interés en meterme en un proceso más de práctica audiovisual. Entonces empecé ahí como productora de campo y luego, a medida que fue pasando el proceso, fui ascendiendo en el cargo hasta terminar como productora general de los dos largometrajes a partir de 2011. Y desde ese momento siguió un proceso en el cual no paramos. Porque era un proyecto tras otro y había un dinero base que nos permitía llevar ese tren de trabajo. Los largometrajes de Roberto Flores habían ganado los estímulos del FDC para guión y producción. Eso era un incentivo suficiente para convocar equipo y seguir buscando recursos y rodar las películas.
CVC: ¿Cómo siguió el proceso, iban a ser tus dos primeras películas como productora?
DL: El primer problema que tuvimos fue el de conformar el equipo. En realidad estábamos Roberto Flores, que era el director-productor; Carlos Franco, que era el guionista; y estaba yo, que todavía no tenía en ese momento la experiencia para asumir la producción de un largo, pero venía con todas las ganas de hacer muchas cosas. A partir de ahí comenzamos a hacer una serie de experimentos, tratando de ubicar quiénes en la región tenían el bagaje para enfrentarse a un largometraje en diferentes cargos de la producción y pudieran asumirlos. Aunque teníamos claro que teníamos que traer muchos profesionales de otras ciudades. Las cabezas de equipo fueron personas de Medellín, Manizales, Bogotá. Y muchos de ellos, al no ser de aquí, también querían tener sus equipos y asistentes de afuera. Tratamos de negociar con ellos y encontrar un punto medio en que hubiese gente de aquí que pudiera formarse precisamente con esa gente que venía de afuera y que ya tenía un know how de los diferentes departamentos. Se convirtió en un semillero, una escuela para muchos. De ese proceso salieron muchas personas, de aquí de la región, que entendieron cómo funcionaba el cine y vieron una oportunidad de desarrollar la profesión que habían escogido en el campo de las artes. Ese fue el primer obstáculo. Una vez tuvimos el equipo, entonces nos tocaba manejar el engranaje, que las personas de fuera entendieran que nosotros teníamos un premio de producción, pero los recursos eran limitados; y nuestra experiencia no estaba al mismo nivel de la experiencia de aquellas personas que venían de fuera y habían rodado muchos proyectos. Fue difícil, a veces, encontrar ese engranaje en el equipo, había muchas diferencias. Pero para los locales y para quienes era nuestra primera experiencia fue un aprendizaje muy importante. El tema de los recursos económicos era complicado porque en general hay muy pocos lugares donde uno puede tocar puertas, convencer para que te apoyen para una película. Esto normalmente no representa un negocio. Yo creo que siempre las fuentes principales en realidad se limitan a los recursos de la administración pública, la alcaldía, la gobernación. Tratamos siempre de que eso representara para ellos realmente una inversión. No a nivel económico, pero sí a nivel de potencial humano o profesionalización de las personas que estaban trabajando allí por primera vez. También vinculamos a practicantes.
CVC: ¿Quién lideró el proceso de producción?
DL: Yo fui responsable de liderar todo el tema administrativo, el tema de los pagos, los desembolsos, pero también de organizar en general la producción. En mi caso, no estaba segura de qué papel iba a cumplir en la película, sino que fui adquiriendo responsabilidades, pero sin darles un nombre. Yo iba a ser productora de campo inicialmente, pero después ya me estaba encargando de todo, de cómo obtener el dinero de los recursos, temas logísticos, de locación, dónde va a dormir la gente, coordinar la construcción de los sets, cómo va a ser el transporte. Lo manejé todo, pero fue una cosa que en realidad no tenía nombre. Yo iba solucionando lo que se iba presentando y bueno, en ese sentido por supuesto hubo muchos impases y muchos errores porque era mi primera vez, pero creo que fue una experiencia que a todos nos sirvió y que me dejó preparada para el siguiente largometraje.
CVC: ¿Y cómo manejaste el uso de las locaciones?
DL: Cazando Luciérnagas se rodó en unas salinas. Lo que hicimos fue un convenio con la gerencia del Consorcio de Galerazamba, que era quien tenía el control de esas salinas. Llegamos a unos acuerdos, nosotros entregamos algo a cambio a la población que estaba ahí. Temas laborales, vincularlos a nivel del trabajo, de ahí sacamos muchos asistentes de producción locales, también el tema de la alimentación, hospedaje. En eso consistió la retribución. Nos permitieron utilizar esa locación, pero nosotros teníamos que vincular a la población local. Yo creo que esa fue la experiencia. Fue muy dura, además, tener que lidiar por primera vez con un fondo de cinematografía, con todo lo que eso implica a nivel administrativo, legalizar los recursos del estado y aprender cómo era ese sistema de cumplir con unos requisitos, entregar unos productos en diferentes etapas y que ellos fueran desembolsando esos recursos. Eso también fue bastante difícil.
CVC: ¿Cuál fue el costo aproximado de cada película y qué otro tipo de fuentes de financiación utilizaron?
DL: Alrededor de entre 400 y 500 millones de pesos. En ese momento, el fondo de cine daba menos recursos que lo que está dando ahora, por supuesto, y el estímulo cubrió alrededor de 250 millones. Entonces tú tenías que completar con el resto, tenías que hacer asociaciones, por ejemplo, con el laboratorio de postproducción. Al final, ellos terminaron siendo productores asociados, tenían derecho a un pequeño porcentaje sobre la taquilla y sobre los ingresos netos. Se hizo también un convenio con la Universidad del Norte, por ejemplo, para que nos brindaran algunos equipos y pudiéramos ahorrar en el costo del alquiler de equipos. También se hizo convenio de producción asociada con los proveedores de equipos de rodaje. Es decir, la cámara, las ópticas (HD Cinema Colombia). En general, era de ese tipo, recursos en especies a cambio, también, de que su imagen de marca (logo) estuviera en la película.
CVC: ¿Qué factores favorecieron que el proceso tuviera éxito?
DL: El hecho de que para muchos fuera su primera vez en un proyecto de esa magnitud, que llegara gente con mucha más experiencia, con unas hojas de vida que eran realmente impresionantes, hacía que la gente que estaba trabajando a nivel local lo hiciera con muchas más ganas. Porque en realidad sentía que era una experiencia que no tenía precio, que si habían sido llamados a hacer esa película era porque realmente tenían mucho para sacar como experiencia y como galardón personal. La gente local lo entregamos todo, dimos mucho más que la gente que venía de afuera y que ya estaba acostumbrada a rodar, eso hacía que uno pudiera superar todos los obstáculos. En el caso de Cazando Luciérnagas, rodamos en un período de lluvias en noviembre, teníamos una locación que era al aire libre, hubo casos de inundaciones, los sets en un momento se desbarataron por completo, tuvimos que reconstruirlos. Nada más el solo hecho del suelo, esa tierra rojiza, ya con el agua eso se volvía realmente una piscina, todo eso teníamos que solucionarlo en tiempo record, de lo contrario el rodaje se paraba. Lo entregamos todo. Creo que en circunstancias distintas pudimos haber dicho: no, paramos el rodaje, esto no puede continuar así, pero sabíamos que eso dependía de nosotros, que si nosotros no lo hacíamos, pues no lo iba a hacer nadie.
CVC: ¿Cuánto tiempo duró la producción ?
DL: Cuando yo entré (2011) ya estaba listo el guión y estaba la financiación base del FDC, pero los guionistas habían estado trabajando por lo menos dos años antes, en el guión, perfeccionándolo, buscando recursos para el desarrollo. Mínimo fueron 4 años para producir ambas películas.
CVC: ¿Qué diferencias hubo entre una y otra película?
DL: Ya sabíamos cómo se hacían las cosas. Teníamos todo un aprendizaje de la anterior película, sabíamos qué tipo de personas necesitábamos para qué funciones, qué cargos. Por ejemplo, a nivel administrativo, todavía no sé cómo logré sacar la película Cazando Luciérnagas, que fue la primera, estando yo sola y un asistente. En la siguiente me aseguré de tener, para yo poder tener más capacidad de resolver a nivel de producción de rodaje, un equipo profesional más formado, y que estuviera dedicado plenamente al tema del manejo de los dineros, los recursos, de las contrataciones, de todo el tema de seguridad social, etc. Y así pasó con los diferentes departamentos para la segunda película, Ruido Rosa. Ya teníamos gente que había tenido esa primera experiencia en Cazando... y que ahora ya sabía cómo funcionaban las cosas. Al mismo tiempo, como nos representó tantas dificultades trabajar con gente de afuera, optamos porque en su gran mayoría el personal de Ruido Rosa fuese de aquí. De aquí de Barranquilla, o de la costa. Y creo que eso fue muy positivo porque fue ahí cuando empezamos a mirar hacia la Universidad del Magdalena, por ejemplo, que tiene Cine como carrera profesional e hicimos alianza a nivel del caribe colombiano. De gente que ni siquiera conocíamos que existía y que sabía hacer muchas cosas. Hicimos un proyecto que fue de la región. Esas profesiones, que antes no existían aquí, ahora ya existen. Por ejemplo, un segundo de cámara, un foquista, eso ya lo tenemos aquí en la costa. Y creo que en parte es gracias a que esos proyectos se gestaron, se desarrollaron y que la gente aprendió con esas producciones.
CVC: ¿Qué dificultades tuvieron con los miembros del equipo de fuera de la región?
DL: Primero un tema de entendimiento cultural. Hay formas de trabajar muy distintas, en algunos casos ellos vienen de una experiencia que es mucho más amplia en la producción, han rodado muchas más veces, han tenido muchas más experiencias y, de pronto, uno apenas estaba aprendiendo el tema del cine. Entonces eso a veces era motivo de discusiones, porque evidentemente ellos estaban esperando más de nosotros. Eso creo que pasó a todos los niveles y en todos los departamento de la producción.
CVC: ¿Cazando Luciérnagas y Ruido Rosa tuvieron apoyos internacionales?
DL: No. Como yo lo veo, básicamente esas películas nos enseñaron cómo hacer las películas. Eso era súper importante. Pero creo que eso nos ha pasado a todos desde la creación del fondo Proimágenes. Todas las productoras han aprendido cómo hacer las películas. Cómo funciona el cine. Pero como no estás trabajando todos los ámbitos del mercado al mismo tiempo, pues hay cosas que se quedan un poco descuidadas. Nosotras, por ejemplo, nos concentrábamos en una sola cosa a la vez: en hacer las películas o en cómo saber venderlas, o cómo conseguir coproducciones o cómo ir a festivales de cine o cómo conseguir un agente de ventas. No podíamos estar en todos los ámbitos al mismo tiempo. Eso es un proceso, aprendimos a cómo hacer las películas, cómo conseguir personas cualificadas para los rodajes. Luego teníamos la película sin saber muy bien qué hacer con ella. ¿Dónde la llevamos ?¿Dónde la vendemos? ¿Cómo podemos explotar aún más el producto que tenemos? Ese es un proceso que todavía tenemos pendiente por aprender.
CVC: ¿Cómo fue el proceso de distribución?
DL: Fue igual de intuitivo, por supuesto teníamos nociones. Investigamos. El caso de los festivales, por ejemplo, fue simplemente enviar y esperar, no teníamos un agente de ventas ni teníamos un distribuidor, eso no se consigue así de fácil, tampoco teníamos acceso a los mercados para buscar a las personas que se dedican a eso. Entonces lo que hicimos fue una labor muy juiciosa de enviar por nuestra cuenta, de investigar cuál era el perfil de los festivales, qué tipos de películas exhibían. Es algo que tienes que hacer y normalmente un distribuidor lo tiene muy claro. O sea, este tipo de película para qué festival va o para qué mercado va. Esa fue la labor que hicimos. Hacer un desglose muy detallado, muy cuidadoso, dónde puede estar nuestra película, dónde puede encajar. Fue enviar y sentarse a esperar. Eso también demandaba unos recursos, y mucha paciencia. Afortunadamente, creo que tuvo buenos resultados, las dos películas estuvieron en festivales muy importantes. Y te das cuenta que eso empieza a abrirte las puertas en otra parte, que tienes visibilidad, que el mercado allá afuera es mucho más complejo de lo que tu te imaginas y al que es muy difícil acceder. A nivel de festivales, creo que estamos super bien, estamos posicionados en todos los festivales del mundo. No tenemos ese problema de acceso y visibilidad, pero creo que todavía está pendiente ese tema de la distribución, de las ventas internacionales, de las coproducciones, que se tienen que fortalecer aún más porque son muy pocos los que realmente han logrado entrar al mercado internacional.
CVC: ¿Qué trayectoria tuvieron en festivales las películas?
DL: Cazando luciérnagas se estrenó en el Festival de cine de Gramado, en Brasil. Obtuvimos premio a mejor fotografía, mejor guión, mejor dirección y mejor actor protagonista, también estuvo en el Festival de Cine de Huelva, en donde ganó premio a mejor actor protagónico. También estuvo en una sección paralela del Festival de Cine de Venecia, “Alicia en las ciudades”, que es una muestra para público joven, la película tenía algo de eso, entonces quedó seleccionada ahí y también estuvo en el Festival Colombiano de Cine de Nueva York, en el Filmar, en Reino Unido. Y con Ruido Rosa estrenamos en el Festival de Cine de Shangai, Karlovy Vary, Huelva y en el Festival de Cine de Cartagena, donde Roberto Flores ganó el premio a Mejor director.
CVC: ¿Cuál fue la reacción del público?
DL: En el caso de las dos películas, a nivel de distribución, nosotros teníamos claro que no era un cine para grandes masas. Eso lo sabíamos desde el principio y, a partir de ahí, diseñamos nuestra estrategia para definir los festivales en que iba a estar. Nosotros no teníamos grandes expectativas respecto al tema de la taquilla, no solo porque a nivel nacional eso es un problema que está enfrentando el cine colombiano a todo nivel, incluso con películas que se supone están buscando un público más amplio desde su misma temática, desde su misma estrategia de producción y promoción. Lo que realmente nos interesaba era que la película se diera a conocer, que la gente supiera que estaba la película en carteleras. Hicimos todo un esfuerzo por hacer una estrategia de promoción diferente, digamos que no estábamos pensando en términos financieros de que la taquilla fuera a compensar la inversión. Lo que queríamos era posicionar la película y que eso a nosotros, como equipo, nos diera prestigio y visibilidad a nivel nacional. Creo que eso se logró, hicimos una estrategia de mercadeo digital, muy interesante, en ese momento me pareció incluso que era única dentro de todo lo que se estaba haciendo: hicimos concursos, interactuamos mucho con la gente. Eso, al final, no se vio del todo reflejado en la taquilla. Durante la promoción, por tener apenas una cantidad disponible para la tarea, apuntamos más a nivel de redes, que era lo que podíamos manejar con el presupuesto que teníamos. A nivel de taquilla, no compensaba en realidad ni la inversión, ni el esfuerzo que se había hecho, pero para nosotros en ese momento era más importante sacarla y tener la primera película que estuviera en carteleras, la película previa de Roberto no estuvo en cartelera, solo fue a festivales. Entonces para nosotros eso era el fin último. Que llegue a cartelera, que la gente sepa que existe esa película. Además, representaba un cine regional que, en términos generales, es muy poco en proporción con todo el cine que se hace en todo el resto del país. Entonces para nosotros ese era el objetivo primordial.
CVC: ¿Cómo la recibió la región, el público?
DL: Por supuesto ahí tuvimos muchas dificultades, no a nivel de taquilla. Creo que eso es otro tema y es muy difícil, por ejemplo, dialogar con Cine Colombia y los distribuidores. Es imposible decir Mira, pasemos la película en Santa Marta, en Cartagena. Ellos ya tienen una estadística y unos números y ellos saben qué cosas van a funcionar y qué no. Entonces, al final, nosotros nos concentramos en las salas en donde iba a estar la película y en unas ciudades específicas donde "realmente" sabíamos que la gente iba a ir. No por tener más salas te va a ir mejor. Eso también fue un aprendizaje. Creo que se dialogó muy bien con la película, sobre todo en espacios alternativos, nosotros tratamos –al margen de toda esta distribución que teníamos con Cine Colombia, que es la distribución oficial– de hacer una especie de difusión y circulación alternativa. Haciendo nosotros acuerdos por nuestra cuenta, con universidades, con centros culturales, con cinematecas, para llevar la película a otros espacios y donde hubiese cine-foros, conversatorios con estudiantes y personas interesadas. Y creo que eso fue lo más interesante de toda la estrategia de circulación de esos espacios. En donde tú llevas películas a lugares o espacios de exhibición que normalmente no están esperando ese tipo de productos y realmente puedes conversar con la gente. Yo creo que en ese sentido sí fue muy positivo el diálogo alrededor de la película.
CVC: ¿Percibes que la relación entre cine y televisión es positiva para los procesos de producción que emprendes?
DL: Nosotros no hemos tenido una relación con la televisión, por lo menos para la producción de estas películas, aunque habría sido deseable, por supuesto. Supongo que es porque hacemos parte del cine marginal dentro del contexto de la cinematografía nacional. Aquí no se produce mucho, no tenemos mucha visibilidad, muchas veces la producción que se hace aquí es muy esporádica. Hay grandes períodos en los que no se produce, entonces digamos que todavía no tenemos ese acceso, como si lo tienen los caleños, la gente de Bogotá. En Bogotá están Caracol y RCN, que por supuesto dan prioridad a las producciones que se hacen allá. Entonces, digamos, que no hemos tenido realmente un apoyo de la televisión, en algún momento se intentó, pero claro, eso también va de la mano del tipo de película que tu quieras hacer y muchas veces las películas que tú quieres hacer no cuadran con esos esquemas de producción, promoción y distribución, y de las expectativas que estos grandes canales tienen sobre la taquilla. Entonces creo que se debe ser muy realistas, hay ciertos tipos de productos que son más vendibles y más financiables a nivel de la televisión y hay otros que los son menos. De pronto, la búsqueda de financiación tienen que ser a través de unos medios alternativos que no sean los oficiales. Los recursos que tiene Telecaribe son limitados, son de la ANTV, y nunca ha habido un esfuerzo porque se den la mano un poco la televisión regional y el cine regional. Entonces, a nivel de la televisión, realmente no contamos con ningún tipo de alianzas, a nivel de circulación y distribución, algunos canales quieren tener tu contenido y entonces ya cuando la película está hecha pueden adquirir ciertos derechos de exhibición, te dan un dinero por eso, pero es una cosa muy mínima, y ya es cuando la película está hecha, y el producto está terminado.
CVC: Sería interesante explorar esa posibilidad
DL: Sí, claro, sería interesante que el canal regional se diera la mano con el cine. Que cooperaran de alguna manera, porque, además, eso haría que se reactivara el mercado, que la gente que está haciendo cine y que está haciendo televisión puedan tener un tren de trabajo permanente, que puedan aprender más, que se puedan desarrollar más proyectos. Pero creo que todo está muy atomizado, entonces cada quien está peleando por su lado y por sus propios esfuerzos, no nos damos la mano, y eso, efectivamente, ha ido en perjuicio de todo el sector.
CVC: ¿Te parecen las instituciones colombianas existentes suficientes para que los cineastas puedan producir sus películas?.
DL: Todo esto que vino con la ley de cine, el Fondo para el desarrollo cinematográfico, Proimágenes, ha estado haciendo una labor muy importante, muy cuidadosa, además, ha dado resultados a lo largo de todos estos años. Creo que es invaluable. Por supuesto son procesos y llevan tiempo, se trabajan a diferentes niveles dentro de lo que constituye el sector y el mercado audiovisual. Ellos han logrado que se produzcan películas, que se aumenten el número de producciones, y que de la mano de esas producciones se profesionalicen muchas de las carreras. Que no sea una cosa de amateur o autodidacta, realmente han generado una dinámica donde hay unos rodajes y hay una gente que puede ser contratada para esos rodajes. Creo que también han incentivado mucho la producción de historias, temas de desarrollo de historias o de documentales. Ahora están enfocándose mucho con el tema de la distribución, porque claro, se dieron cuenta de que no solo basta hacer películas sino que, además, hay que generar un contexto y un público que vaya a verlas. Han estado detectando a tiempo lo que se necesita y creo que siempre están renovando las prioridades. Siento que todavía sigue siendo muy centralizado ese esfuerzo y que, efectivamente, sí han tratado de cubrir más las regiones. Tienen todos estos talleres de Imaginando nuestra imagen, relatos regionales, Crea tu película. Han estado tratando de cubrir todas las regiones, de enviar gente. El tema es que de alguna manera no hay tampoco desde las regiones, por lo menos en nuestro caso, una estrategia, ni una plataforma, ni una voluntad de aprovechar eso y fortalecerlo también desde las regiones. Ellos actúan a nivel nacional, pero termina siendo una estrategia muy externa para la región. Y los que estamos en ella somos más conscientes de lo que necesitamos. En algún momento, por mucho que se haga el esfuerzo a nivel nacional, no están las condiciones a nivel regional para que esos esfuerzos se multipliquen. Se debería trabajar conjuntamente y que eso funcione de una manera más coordinada, pero creo que a nivel regional, por lo menos en nuestro caso, eso no se está dando. Si nosotros mismos no estamos aquí organizados, no estamos unidos, no estamos trabajando por un plan organizado a largo plazo, que sepamos a dónde vamos, qué queremos, pues es muy difícil que cualquier cosa que intenten traernos de afuera funcione o sea suficiente para realmente activar el sector audiovisual aquí en las regiones.
CVC: ¿Desde tu propia experiencia, formada en Bogotá y trabajando en el Caribe, consideras que es más fácil producir cine desde el centro del país?
DL: Sí, yo creo que sí. Es más fácil, aquí lo tenemos un poco más difícil, dependemos de esos fondos nacionales. Tenemos una enorme competencia, esos recursos están abiertos para todo el país. No hay discriminación porque tú seas de Barranquilla o de Bogotá, pero, por supuesto, nosotros estamos en desventaja con respecto a los que presentan proyectos en Bogotá porque estamos más atrasados en los procesos. Entonces, por ejemplo, aquí la presentación de proyectos es un problema, porque no todo el mundo está capacitado para eso. No estamos a la misma altura ni al mismo nivel. Y esa dinámica es la que nos pone fuera del juego.
CVC: ¿Crees que debe hacerse algo más desde las regiones?
DL: Debe haber un interés ciudadano y también debe haber una voluntad política muy clara, porque me parece que también tiene que existir una infraestructura a nivel administrativa, a nivel de leyes, que el interés no siempre esté en presentar números, que eso es lo que normalmente pasa, incluso el sector se puede reunir, varias veces lo hemos intentado, para poner en marcha ciertas cosas, tratar de cambiar aquello que no funciona, proponer nuevas ideas. Pero no encontramos las condiciones, ni el apoyo, ni el interés. Y si lo hay resulta ser algo muy superficial, así que todo queda como una fachada. Eso desmotiva el sector. Cada quien lo que hace es “atomizarse”, cada quien va y lucha por su parcelita y eso hace un poco que no surja nada y que todos los procesos los estemos empezando de cero. Siempre estamos construyendo el consejo, siempre estamos construyendo el sector. Es una cosa de empezar todos los días, de cero. Y no se avanza, no se crece, yo creo que tiene que haber ambas cosas. Realmente que haya una voluntad política de crearlo desde la base, para que podamos crecer firmes y puedan sostenerse sobre ella cosas que funcionen a largo plazo. No que sean inmediatos por el tiempo de la administración.
CVC: ¿Cómo percibes el panorama actual del cine en la región caribe y en Colombia con respecto al cine mundial?
DL: Creo que hay un corpus cinematográfico regional. No se puede decir que aquí no se han hecho películas, aquí se han hecho películas. No tantas como en otras regiones. Todo el mundo siempre está haciendo cosas. Pero no hay visibilidad, no hay unión en el sector, y eso hace que cada quien esté luchando solo y que no nos estemos apoyando entre nosotros. Y entonces hace que no haya realmente una memoria colectiva. En últimas, no tenemos una memoria colectiva del audiovisual. Si tú me preguntas por la cinematografía del caribe yo no sé si hay tal. Sé que hay películas, ha habido intentos por momentos, ha habido intentos de que todos nos miremos las caras y nos reconozcamos en nosotros, pero son intentos muy temporales. Esa cinematografía se dispersa, y lo que queda son ciertos directores con ciertas películas. En lo personal creo eso. Sí hay películas, pero creo que todo el mundo está mirando muy por su lado. Y, por ejemplo, tampoco hay memoria. No sé qué tanta investigación hay sobre cine. Se necesita también gente que cuente que eso existe y cómo existe, y si ha habido una evolución o un desarrollo. Tampoco hay investigaciones, he leído artículos sobre cine comunitario, cosas muy específicas, pero no hay una visión sobre el cine que se produce.
CVC: ¿Cuál es tu opinión sobre el impacto del cambio tecnológico en la manera de producir y exhibir cine/audiovisual en el país?
DL: Yo no lo veo de manera negativa. Por supuesto que existe una competencia entre estas plataformas y el cine. Evidentemente ya el cine no va a ser como lo conocíamos, eso es un hecho, y no sé si tendríamos que pelear contra eso. O más bien, mirar cuáles son las ventajas de que existan estas plataformas que para mí son otras nuevas formas de financiación. Me parece que si se abren estas nuevas plataformas creo que también va a haber más fuentes de financiación, más fuentes de distribución, es posible que también se llegue a más personas. No a nivel masivo, por supuesto cada película tiene su nicho específico, y eso me parece positivo. A mí, de momento, no me ha afectado, obviamente tener que hacer un esfuerzo para exhibir una película en cine y luego tener una audiencia en estas plataformas puede ser un revés muy fuerte. Pero creo que también hay que adaptarse a lo que está pasando y buscar maneras de que funcionen y operen a favor de tus contenidos y no en contra. Entonces creo que es un primer momento en que es normal que esto sea un choque contra la tecnología un poco y contra estos grandes emporios. Pero, por ejemplo, la película Roma, que la tienes en Netflix, que la puedan ver en todo el mundo, a mí me parece que eso es positivo, de alguna manera. No la vas a ver en la gran sala para la cual estaba pensada inicialmente, pero me parece que eso es positivo. Incluso puede ser una oportunidad para el cine independiente, que es más difícil que llegue a una sala de cine.
CVC: ¿Qué consejos darías a las nuevas generaciones que trabajan en el sector del cine y el audiovisual en el proceso de preparar su primera y segunda película?
DL: Que sean muy juiciosos. Hacer cine requiere mucha organización, ser muy cuidadosos, a veces he tenido experiencias en las que, sobre todo en gente muy joven, que les gusta más el medio que el oficio. Y lograr tu primera película puede enceguecer un poco. Creer que ya llegaste donde tenías que llegar y que de ahí en adelante todo va a ser muy fácil. Y realmente eso no ocurre. Son expectativas muy altas, al final, cuando te enfrentas a la realidad, no es así Yo creo que el cine es mucho trabajo a largo plazo y de mucha constancia. Ser muy cuidadoso con lo que se hace porque es tu primera oportunidad y va a ser la base de tu carrera de ahí en adelante.
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